Ascensión a Camara
Por: Daniel Esteve Poveda
Pateando la popular montaña eldense acompañados de Daniel Esteve
Poveda, presidente de honor del Centro Excursionista de Elda y una
figura clave en el montañismo provincial en la década de los 70.
La
ruta de ascensión propuesta es corta y empinada. Partimos del
Collado de Camara para combinar la ascensión a la cumbre, y el
regreso por el manantial de Santa Juana, recorriendo la zona de
umbría. Para ello, aparcaremos el vehículo en el pequeño ensanche
existente junto al panel informativo, y dejando a nuestra espalda las
Peñas del Marín, buscaremos hacía la derecha un estrecho sendero
que parte del lugar en dirección Norte, llaneando en los primeros
metros.
Al poco abandonaremos el franco sendero que se dirige hacia
la cresta, para buscar la senda que sube hacia la cumbre en continuos
zigzags por la dura pendiente a la que nos enfrentamos, jalonada de
pequeños pedregales con escasa vegetación. La senda se desdibuja en
algunos puntos por lo que pondremos atención a los mojones que nos
señalan la ruta, especialmente cuando ésta transcurre por zonas
rocosas, donde es posible tomar equivocadamente otros débiles
senderos que tienden a dirigirse a la cresta situada a la derecha.
La inclinada pendiente no se suaviza en ningún momento, hasta
coronar el ancho lomo en el que se ha convertido la estrecha y
dentada cresta de oscura roca que sube desde el norte. Desde ese
punto tan sólo unos pocos metros de subida nos separan del vértice
geodésico, visible en todo momento, que está enclavado en el mismo
canto del precipicio que cae hacia el SO, por lo que hay que extremar
precauciones en sus inmediaciones. Si Camara es un bello telón de
fondo para los atardeceres desde la ciudad, la visión de Elda desde
esta atalaya resulta especialmente atractiva.
Iniciaremos el descenso
por la vertiente contraria o umbría, y al poco apreciaremos los
restos de un asentamiento que los arqueólogos sitúan en época
fenicia, a tenor de la gran profusión de restos de cerámicas
hallados en los alrededores. El lugar es estratégico, ya que se
divisan desde allí las cubetas de Elda y de Salinas, extendiéndose
la vista a más de 30 kilómetros de distancia, tanto hacia las
tierras interiores como hacia el Sur y las Sierras de Crevillente,
donde se hallaba la línea litoral.
La senda, fácilmente visible,
desciende ligeramente y recorre el tramo llano de la loma, para ir a
caer sobre la vertiente de la umbría, ahora por un terreno más
empinado y desequilibrante que alcanza un falso collado o paso que, a
modo de precipitado atajo, desciende en busca de la pista forestal
dando vistas a Las Barrancadas. En este punto veremos otro sendero,
poco perceptible, que baja a la derecha hacia el barranco cuyo
recorrido es más incómodo, pero nosotros continuaremos por la
senda, primero en línea recta, para trazar algunos giros, pasaremos
cerca del Abrigo de la Sangre para llegar al Mirador de Salinas,
situado junto al depósito de agua, donde buscaremos el sendero que
baja franco hacia la derecha y se interna entre pinos para desembocar
pronto en la pista forestal, en plena umbría.
Alcanzado el ancho
camino descenderemos por él plácidamente hasta que, llegando casi a
la altura del Caserío de Camara, encontramos una pista que parte en
cuesta, también a la derecha, e inmediatamente un poste indicador
que nos ofrece dos opciones. La senda de la izquierda nos lleva a
rodear la montaña, pero nosotros seguiremos por el camino, siguiendo
la dirección al manantial de Santa Juana y al poco veremos un
depósito en lo alto de una pequeña cresta.
Antes de llegar a él
tomaremos la senda que sube por la ladera para remontar la cresta
algo más arriba del depósito por una zona perceptiblemente llana.
El sendero desciende luego y busca el barranco entre abundante
vegetación y al poco de cruzarlo encontramos en plena subida el
manantial, actualmente tapado y protegido por una puerta metálica,
que lleva inscrito el nombre y el año de 1971, fecha en la que se
procedió a soterrar y canalizar mediante una manguera este
surgimiento natural de agua, cuyas piletas, hoy soterradas, se
encontraban algo más abajo. Desde Santa Juana podemos seguir la
misma senda que venimos recorriendo o descender una treintena de
metros y alcanzar la otra que viene paralela a ésta y se dirige a la
Cresta Norte.
El de arriba es más frondoso y transcurre a mayor
altura en dirección a los últimos bastiones de roca de la cresta y
justo al acercarse a la misma, encuentra el otro sendero que traspone
de la umbría a la solana dando vistas a los pinares de las Peñas del
Marín. Pronto gira el sendero y se encamina claramente en dirección
al collado de la Solana, nuestro punto de partida y final de esta
ruta.