En el día de Todos los Santos
Como
cada año, fuimos al cementerio a llevar flores a los familiares que
nos precedieron en el viaje definitivo. Cómo nos sucedía años
atrás, observamos que cada vez hay más conocidos y amigos que ya
están des cansando para siempre. El testimonio de Las hojas muertas
de los árboles, cuando en los días dorados de este otoño vuelven a
la tierra, ya han dejado su historia impresa en el tronco del árbol.
Como las hojas de los árboles, nadie debería morir no sin antes
haber dejado en su familia la memoria de su vida.
Nuevas
fotografías de fallecidos en las lápida de los nichos, nos
mostraban a los que se fueron para siempre dejando en nuestras
memorias una estela de emocionados recuerdos. Existen vidas
ejemplares que si las hubiésemos conocidos nos hubiesen
enriquecido pues tuvieron importantes experiencias y vivencias
profesionales, de vida y filosofía que hubiesen podido ayudar a
conseguir una vida mejor.
Ellas, deberían servir de fuente de
estudio para el conocimiento de nuestra historia y para promover una
mejor convivencia. Es cierto que solamente amamos lo que conocemos.
La historia oral puede y debe enseñarnos a conocer mejor el pasado.
Sería obtener un gran legado de vivencias humanas digno de
agradecer en tiempos futuros.
El
cementerio está demasiado lleno de personas extraordinarias de las
que nadie podrá aprovechar sus experiencias… de las que nadie
recordará en el futuro. Morir es ausentarse para siempre de este
mundo.
Es pasar del ser, a no ser nunca más. Es adentrarse en el
gran misterio. En el cementerio hay demasiados restos ignorados, que
pudieron contar muchas historias de sus pueblos de sus amigos y
familias…
Seguro
que convenís conmigo que os gustaría tener una grabación de
algunos abuelos cuyos comentarios familiares nos decían que fueron
extraordinarios, de haber conocido su pensamiento, o los consejos de
sus vivencias y experiencias.
Seguro que todos seriamos mejor de lo
que somos. Pero ya sabemos, desgraciadamente la incultura ha
presidido siempre este país, y a más ignorantes más beneficios.
Si, en el cementerio hay demasiadas experiencias extraordinarias
perdidas para siempre. Nuestro mundo sería otro distinto, pies no
siempre los conocimientos están en las universidades del mundo, sino
también en las curiosidades del ser humano que en vida compartió
sus pensamientos y vivencias a su familia y su pueblo, sin olvidar
que muchos de ellos apenas fueron de niños a la escuela., o
nuestro místico poeta Paco Mollá , que de niño nunca pudo ir a
la escuela.
Pensemos
que en la cadena de la vida, el hecho de que ellos estén allí,
nosotros, aquí en plena vida, cargados con la responsabilidad
humana para dejar, cuando emprendamos el viaje al más allá, un
mundo mejor.