Heladera de las Casas Cueva
Esta semana, el Museo Dámaso Navarro
dedica la sección a un objeto curioso y que llama la atención de
los visitantes de las casas-cueva de la muralla. Se trata de una
heladera manual, marca Elma, del número 4, realizada a mediados del
siglo XX en hierro y madera.
Es una pieza que muchos desconocen ya
que no era común en todas las casas, sino que únicamente lo tenían
los amantes del helado que se podían permitir adquirir un objeto de
estas características para su uso privado.
Históricamente ya existía una
demanda de hielo en las poblaciones. Por eso se construían los
neveros o pozos de nieve, como el de Catí, donde durante el invierno
se almacenaba la nieve y se chafaba para transformarla en hielo. C
on
el buen tiempo se extraían bloques de hielo y se trasladaban a las
ciudades para hacer helados y sorbetes. Con la aparición de las
fábricas industriales de hielo, en la segunda mitad del siglo XIX,
estas construcciones y este comercio se abandona.
Volviendo a la heladera, está
formada por dos partes que encajan a la perfección, estando una
insertada dentro de la otra. Son un cilindro de metal y un cubo de
madera.
El cilindro metálico presenta un diámetro menor al del cubo
ya que está pensado para encajar en su interior quedando un espacio
vacío entre ambos. La zona que queda entre ambas piezas está
pensada para poder poner hielo triturado y sal, que según se decían
aumentaba la cantidad de frio que emitía el hielo.
Dentro del cilindro metálico es
donde se realiza la mezcla de los ingredientes necesarios para darle
sabor, en la mayoría de los casos limón para hacer limonada, que se
batía hasta obtener su consistencia característica.
Esto se
conseguía gracias a un juego de aspas que se encuentra en su
interior y que se movían con una manivela acoplada a la tapa para
conseguir un movimiento centrífugo. Al girar esta manivela se batía
poco a poco a la vez que se granizaba la mezcla. Según algún
visitante que ha visitado las casas-cueva, era una tarea en la que se
empleaba bastante tiempo ya que la mezcla se va helando muy poco a
poco, y además cansaba por el hecho de tener que girar
constantemente la manivela.
Por ello, normalmente, la gente que
recuerda haber tenido este utensilio en su casa, cuenta que hacer
helado era tarea de todos. Se hacían turnos para no dejar de batir
la mezcla hasta estar lista para saborearla.
Hoy en día aún se fabrican
heladeras manuales caseras para realizar los propios helados.
Para saber más:
El Museu Valencià d'Etnologia tiene
esta pieza en su colección online.
http://www.museuvalenciaetnologia.es/es/content/agosto-2013-heladera-manual