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miércoles, 1, mayo, 2024
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Identidad Urbana

Identidad Urbana

Son más frecuentes cuanto más cerca del casco antiguo del pueblo. Casas viejas, de una o dos alturas, con colores apagados y las fachadas desconchadas. Las puertas o ventanas están a menudo cubiertas por persianas ajadas, maltratadas por el sol.

Los postigos están resecos y astillados, casi petrificados en torno a las bisagras oxidadas. A veces tienen un pequeño jardín delantero, las más algún patio trasero oculto a la vista. Contrastan con los modernos edificios de pisos, más altos y estilizados, elegantes y con aspecto pulcro. La imagen jovial de la juventud arquitectónica frente a la senectud de las viviendas decrépitas.
 
Es el ciclo natural de la vida urbana. Nacimiento y esplendor, después envejecimiento y muerte. Y al igual que ocurre con las personas, las viviendas jóvenes tienden a una uniformidad dictada por la moda, mientras que las más ancianas han moldeado su propia personalidad a lo largo de los años, han llenado de memorias cada uno de los rincones a medida que sus habitantes hacían uso de ellas. Y, una vez más, al igual que ocurre con las personas, las viviendas jóvenes captan nuestra atención y nuestras miradas, nos provocan anhelos y envidias, y en ocasiones también repudio ante estilos decorativos que no entendemos o no van con nosotros.

Las viviendas añosas, sin embargo, son ignoradas, olvidadas. Sus recuerdos se perderán para siempre cuando ya no estén ahí. He pasado largas temporadas fuera de mi pueblo y, al regresar, he descubierto con sorpresa como algunas de estas casas centenarias habían desaparecido para dar paso a jóvenes edificios con más capacidad de ocupación y atracción.

Y siempre he sentido una pequeña punzada de dolor al saber desaparecida una residencia que era única, que se distinguía de sus vecinas como no pueden hacerlo los modernos apartamentos mellizos. La renovación es positiva; es, como he dicho antes, el ciclo vital de la urbe, pero a veces pienso que con ella se van perdiendo la memoria y la identidad.

Quizás sería interesante, si fuese acaso posible, una iniciativa por restaurar las vetustas mansiones en vez de dejar que se vengan abajo para edificar un nuevo proyecto. Ojalá pudiésemos hacer lo mismo con las personas, renovar sus cuerpos y mantener vivas sus memorias y sus personalidades.

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