Identidad Urbana
Son más frecuentes cuanto más cerca
del casco antiguo del pueblo. Casas viejas, de una o dos alturas, con
colores apagados y las fachadas desconchadas. Las puertas o ventanas
están a menudo cubiertas por persianas ajadas, maltratadas por el
sol.
Los postigos están resecos y astillados, casi petrificados en
torno a las bisagras oxidadas. A veces tienen un pequeño jardín
delantero, las más algún patio trasero oculto a la vista.
Contrastan con los modernos edificios de pisos, más altos y
estilizados, elegantes y con aspecto pulcro. La imagen jovial de la
juventud arquitectónica frente a la senectud de las viviendas
decrépitas.
Es el ciclo natural de la vida
urbana. Nacimiento y esplendor, después envejecimiento y muerte. Y
al igual que ocurre con las personas, las viviendas jóvenes tienden
a una uniformidad dictada por la moda, mientras que las más ancianas
han moldeado su propia personalidad a lo largo de los años, han
llenado de memorias cada uno de los rincones a medida que sus
habitantes hacían uso de ellas. Y, una vez más, al igual que ocurre
con las personas, las viviendas jóvenes captan nuestra atención y
nuestras miradas, nos provocan anhelos y envidias, y en ocasiones
también repudio ante estilos decorativos que no entendemos o no van
con nosotros.
Las viviendas añosas, sin embargo, son ignoradas,
olvidadas. Sus recuerdos se perderán para siempre cuando ya no estén
ahí.
He pasado largas temporadas fuera de
mi pueblo y, al regresar, he descubierto con sorpresa como algunas de
estas casas centenarias habían desaparecido para dar paso a jóvenes
edificios con más capacidad de ocupación y atracción.
Y siempre he
sentido una pequeña punzada de dolor al saber desaparecida una
residencia que era única, que se distinguía de sus vecinas como no
pueden hacerlo los modernos apartamentos mellizos. La renovación es
positiva; es, como he dicho antes, el ciclo vital de la urbe, pero a
veces pienso que con ella se van perdiendo la memoria y la identidad.
Quizás sería interesante, si fuese acaso posible, una iniciativa
por restaurar las vetustas mansiones en vez de dejar que se vengan
abajo para edificar un nuevo proyecto. Ojalá pudiésemos hacer lo
mismo con las personas, renovar sus cuerpos y mantener vivas sus
memorias y sus personalidades.