Pues dos tazas
Volvemos a las reválidas franquistas mientras tenemos los índices
más famélicos en el ranking europeo en cantidad de becas
universitarias y en montante económico de estas becas. El precio de
las matrículas ha aumentado y las ayudas para libros ha desaparecido
salvo en algunas comunidades donde no gobiernan.
El premio al
ministro, una embajada en París. No iba a ser menos que su colega
del Yack 42. Orgulloso de sus méritos, el gobierno entrante promete
diálogo si se continua su política de recortes, al tiempo que
tenemos un millón de parados que no cobran ningún tipo de subsidio
más que cuando entraron a gobernar quienes no iban a tocar la
sanidad, la educación, ni las pensiones.
Sus promesas en forma
efectiva de simulación y en diferido han conseguido el apoyo
suficiente de quienes, hace ahora doscientos años, gritaban “vivan
las caenas”. Poco después gritaban una, grande y libre, aunque ya
estaban viendo cómo en el Sáhara se difuminaba uno de los adjetivos
y en el Mercado Común, que después llamaron Comunidad Europea se
desleía lentamente otro.
El tercer adjetivo se encuentra fuertemente
cuestionado y, teniendo en cuenta los resultados deportivos de la
selección, sus perspectivas no son muy halagüeñas.
Obrero y pobre son seudónimos. España
ha recorrido últimamente un trecho
de negación vergonzante del
derecho
a vivir dignamente. A nadie extraña.
Prometen lineas rojas en campaña
y te dan del embudo el lado estrecho,
pero sigues, infeliz, sacando pecho
por el que miente tanto y tanto engaña
Puedes fingir que no ha pasado nada,
que en tu Alcarria feliz ya no te enteras
si alguna cosa hubiera sucedido.
Perdona que te diga en diferido
que con esa amplitud de tragaderas
eres merecedor de una embajada.