En agosto, sembramos coliflores
La coliflor es una crucífera de raíces cortas y pivotantes. Son
hortalizas que ocupan bastante suelo, tienen grandes hojas y en el
centro es dónde sale la inflorescencia blanca que es lo que
consumimos.
Para un buen cultivo de coliflores, la planta debe de
tener una humedad constante y acceso a los nutrientes suficientes
mientras madura por lo que es aconsejable sembrarlas en un buen suelo
con alto contenido en materia orgánica puesto que mejora la
capacidad de la tierra para retener la humedad y con alto contenido
de potasio y nitrógeno. En el caso de que se cultive con semillas
directamente en el suelo, es recomendable hacerlo en líneas, con una
distancia entre semillas de unos 40-60 cm y con una profundidad de
0.6 a 1 cm y nada más terminar de sembrarlas hay que regarlas de
inmediato.
No hay que olvidar que la coliflor demanda grandes dosis
de agua para su desarrollo por lo que es aconsejable regarlas con
frecuencia para que el suelo tenga humedad pero hay que evitar
encharcar la plantación. También es importante añadir al suelo
fertilizantes ricos en potasio y nitrógeno utilizando la técnica
del “abonado localizado” por lo que para administrarlo hay que
cavar un surco superficial y pequeño, paralelo a las líneas de
cultivo, entre 15 y 20 cm de distancia de los tallos y a continuación
verter el fertilizante en el hoyo, rastrillar el suelo y
posteriormente regarlo con el fin de que se administre en
proporciones iguales y constantes en cada planta y ayude a minimizar
el peligro de abonar en exceso el suelo.
A medida que la planta
crece, se formará una pequeña cabecita o inflorescencia en el
centro de las hojas, que si está expuesta a la luz durante su
crecimiento se pondrá amarilla y oscura por lo que es importante
poner en marcha el procedimiento de “blanqueo” con el fin de
mantener la cabeza de la coliflor blanca y de un tono pálido. Para
ello cuando la inflorescencia alcance el tamaño de un huevo hay que
cubrirla doblando las hojas de la planta para que no esté expuesta
al sol, utilizando si es necesario un alambre para mantener las hojas
en su lugar pero no se deben de sujetar muy fuertes para no impedir
el paso del aire. No hay que olvidar que cuando se inicia el
“blanqueo” la coliflor debe de estar seca puesto que de lo
contrario la planta se puede pudrir.
También es aconsejable mover
las hojas ocasionalmente para verificar el crecimiento de la cabeza
de la coliflor y eliminar la humedad después de haberla regado.
Cuando la inflorescencia mida alrededor de 15 cm y esté blanca y
firme será el momento de iniciar la cosecha, para ello se debe de
cortar con un cuchillo la cabeza desde la base de la planta, dejando
alrededor de ella unas cuantas hojas para protegerla.