“Doña Nieves” Nieves Navarro Martínez
Por: Mari Nieves Bernabé
Natural de Novelda, nació en el año 1908, en el seno de una
humilde familia. Acabados sus estudios primarios, comenzó a trabajar
en los “porches”, ensobrando azafrán, una actividad muy común
en la ciudad. Allá por los años 30, una vecina de Novelda, conocida
como “La Pichocha”, ofrecio pagar estudios superiores a una chica
vecina de la ciudad, para lo cual, convocó exámenes, resultando
seleccionada Nieves Navarro, concediéndole una beca que le permitió
estudiar la carrera de Magisterio, obteniendo el título de Maestra
de primera enseñanza, fechado el 20 de mayo de 1936, y que le fue
concedido por el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en
nombre del Presidente de la República Española.
Se le otorgó plaza
como maestra interina en Murla, Orito y Petrer donde entabló
relaciones con el petrerense Julio Bernabé Payá, con quien contrajo
matrimonio. Se le concedió plaza como titular en la pedanía de las
Casas del Señor y se incorporó a su trabajo, viéndose obligada a
separarse de su esposo que tenía su trabajo en Petrer en una fábrica
de calzados, por lo que les resultó imposible vivir juntos de forma
permanente. En ningún momento se planteó abandonar su trabajo para
quedarse viviendo con su esposo, porque su vocación y su deseo era
enseñar y por esta firme convicción repetía que “había
estudiado para trabajar enseñando”.
Esta situación de separación,
se mantuvo durante largos 11 años y, en ese periodo, nacieron sus
dos hijos, Juli y Nieves (conocidos como Julio Luís y Marí Nieves),
por lo que ella sola se vio obligada a criarlos y cuidarlos hasta el
año 1956, en que finalmente le concedieron plaza definitiva en
Petrer, ejerciendo en un colegio en el barrio de La Frontera, a
espaldas de donde ahora se encuentra la Iglesia de la Santa Cruz y en
el Colegió Primo de Rivera, donde permaneció trabajando
ininterrumpidamente hasta la edad de 70 años en que se jubiló.
Haciendo un poco de historia, recordaremos que allá por los años
60, al reclamo de una floreciente industria zapatera, a Petrer
llegaron muchas familias de otras zonas de España, porque
ciertamente, había mucho trabajo y necesidad de mano de obra, siendo
habitual por esa época, que los niños comenzaran a trabajar a la
edad de 10 años, no resultando extraño por ello, que abandonaran
sus estudios primarios sin llegar a obtener el entonces conocido como
Certificado de Estudios Primarios.
Consciente de lo que suponía para
el futuro de estos niños y de las dificultades encontrarían en la
vida sin una formación mínima, Nieves no tuvo ninguna duda de lo
que debía hacer y, en su propia vivienda familiar, comenzó a dar
clases a muchos de estos niños, una vez salían de su trabajo en las
fábricas, preparándolos para que pudieran examinarse y obtener el
Certificado de Estudios Primarios. Posteriormente, impartió clases
en dos locales habilitados al efecto, uno en el callejón que existía
entre Gabriel Payá y San Bartolomé y finalmente en un local en País
Valencià.
Además, se encontró con que muchos padres, le
solicitaban apoyo para sus hijos, de tal forma que, finalizadas las
clases, y fuera del horario escolar, se dedicó a ayudarles a repasar
y fortalecer sus conocimientos con el objetivo de terminar
adecuadamente el curso escolar, así fue como esta vocacional
maestra, además de su trabajo ordinario en el Colegio, comenzó a
atender a niños y niñas, en su propia casa, de 18,30 a 19,30, dando
clases de repaso y apoyo, y de 20 a 21 horas, para los alumnos que
deseaban obtener el Certificado antes indicado. En cada turno,
acudían de 25 a 30 alumnos, por lo que contaba con el apoyo de su
esposo (el Señor Julio, como le llamaban los niños/as) para
corregir los ejercicios y trabajos que realizaban, contando también
con la ayuda de sus dos hijos que por entonces eran estudiantes de
bachiller.
Su vocación por la enseñanza se la inculcó a sus hijos,
por lo que uno de ellos, Juli, dedicó toda su vida profesional a
este cometido. Se puede asegurar, sin temor a equívocos, que
diariamente atendía a más de 90 alumnos, incluyendo, claro está,
los más de 30 que cada maestro tenía en su correspondiente aula.
Cabe destacar que era tal su afán y dedicación por la enseñanza
que, incluso a mediodía, mientras preparaba la comida para su
familia, la compaginaba con clases personalizadas al por todos
conocido y querido Juanmi Amat que, como él mismo dice: “se llegir
i escriure perquè me va ensenyar Doña Nieves”.
Llegó a su
jubilación con el cumplimiento de la edad de 70 años, al finalizar
el curso de 1978, pero incluso ese mismo curso y con la vitalidad que
la caracterizaba, aún organizó la fiesta de Fin de Curso, con sus
últimas alumnas, a las que a tal efecto, enseño los pasos de bailes
regionales. Su vida activa no acabó con su jubilación, pues además
de cuidar y disfrutar de sus cuatro nietos, se implicó intensamente
en la Asociación de Viudas de Petrer, ocupando el cargo de
Secretaria durante los años de 1977 a 1983 y de Presidenta desde
1983 a 1994 en que cesó porque sus fuerzas físicas ya no le
permitían continuar con la misma dedicación que había mantenido
durante esos 17 años, siendo nombrada Presidenta de Honor de la
Asociación en reconocimiento a sus méritos y buen hacer como
presidenta.
Murió cuando apenas le faltaban unos días para alcanzar
la edad de 98 años y, en su recuerdo, su nieto Carlos escribió en
Facebook una frase que ella repitió insistentemente a lo largo de
toda su vida y en la que viene a resumir, conscientemente, su
agradecimiento a la vida, por la oportunidad que tuvo de estudiar
magisterio y dedicarse a la enseñanza. Esta frase se encuentra
grabada en mármol en su propia lápida y dice así: “ENSEÑA A LOS
DEMÁS TODO AQUELLO QUE LA VIDA TE DIO LA OPORTUNIDAD DE APRENDER”.