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martes, 23, abril, 2024
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La ciencia de la verdad

La ciencia de la verdad

Es probable que hayan oído ustedes hablar de algún estudio que indica que el consumo moderado de bebidas alcohólicas, como la cerveza o el vino, es beneficioso para la salud y aumenta la expectativa de vida. Si, gracias a esto, disfrutaban del tapeo y del tardeo con alegría y sin remordimiento, lamento ser portador de malas noticias. Un estudio reciente analiza 87 de estos artículos científicos y pone en duda sus conclusiones, aludiendo a intereses particulares y  a estudios mal diseñados.


Por ejemplo, uno de los problemas radica en que algunos de los citados artículos, basados en investigaciones a largo plazo, concluían que la esperanza de vida de personas que consumen alcohol de forma moderada resulta mayor que la de las personas abstemias y, por supuesto, los consumidores habituales. Sin embargo, se obviaba el dato de que en el grupo de control formado por abstemios se incluían numerosas personas que tenían prohibido el consumo de alcohol por razones médicas; es decir, su esperanza de vida estaba ya afectada por causas ajenas al consumo o no de bebidas alcohólicas. Errores como este son más frecuentes de lo que puede parecer.

Métodos poco fiables, muestreo insuficiente y correlaciones no causales son algunos de los problemas, pero en general creo que podemos hablar de dos causas principales. Por un lado, las universidades e instituciones presionan fuertemente a sus científicos para publicar y las diferentes revistas científicas compiten por albergar nuevos estudios entre sus páginas. Los ingresos de los profesionales pueden depender directamente del número de publicaciones que realicen y, en ocasiones, las empresas privadas pueden subvencionar, si no encargar directamente, estos estudios (cuyo resultado será, por supuesto, favorable a sus intereses).

A ello hay que sumar que suelen tener mayor acogida en las publicaciones científicas los positivos que los negativos, esto es, los artículos científicos que prueban algo en contra de los que refutan algo (a pesar de que estos últimos son mucho más numerosos) y que nadie (hablando de instituciones y publicaciones) tiene apenas interés en financiar estudios para recrear resultados de otro estudio previo, algo que resulta fundamental en el método científico.


La segunda causa es la prensa, especialmente la prensa digital ávida de clics, que malinterpreta los resultados de los estudios científicos en pos de un titular impactante. Con el añadido de las redes sociales, que suelen recoger sólo la superficie de las noticias, es fácil que se produzca un efecto de teléfono roto en el que la noticia original se deforma y distorsiona. Tal vez ese fuera el caso de una noticia en la revista Time, cuyo titular rezaba: Oler pedos puede curar el cáncer. El estudio al que aludía la noticia, sin embargo, tan sólo mencionaba que ciertos compuestos químicos pueden ser útiles para el estudio de disfunciones mitocondriales; hagan ustedes el puente si pueden.


Todo esto no significa en absoluto que la ciencia sea inexacta o inútil, o que los científicos no se pongan de acuerdo. Lo que sucede es que hay falta de criterio y de rigor. Cuando vean una noticia que alude a un artículo científico no se queden con el titular, busquen la fuente. Si no se menciona, es posible que la información esté deformada o bien que sea inexacta, porque la ciencia no lo es.

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