La grandeza del compromiso
Juan Conejero Sánchez y Juan Manuel Martínez Albert
(Exconcejales del Aytº de Petrer)
Hace tan solo unos días falleció una mujer. Una mujer singular.
Una mujer comprometida con su tiempo y con su causa: la de la
igualdad. Hace unos días falleció Carmen Alborch. Hace unos días
nos dejó algo más que una mujer, nos dejó ella y nos cedió su
legado. Ella partió para siempre. Su legado queda entre nosotros
para quien quiera recoger el testigo: El de la Igualdad desde la
Cultura. De Carmen Alborch se ha dicho todo. Poco podemos aportar
desde esta tribuna de El Carrer. Tal vez resaltar lo que Kant
expresaba: “Ser es hacer”.
Y Carmen era, porque hizo. Pero
debemos concluir que, hacer, es también progresar; y, de nuevo,
Carmen será recordada porque hizo; hizo, para hacer progresar a
muchas mujeres, para despertar conciencias dormidas, conciencias
acomodadas en su visión anestesiada en el conservadurismo de tantas
décadas de estereotipos de desigualdad. A ellas, también a ellos, a
todos, nos despertaba con frecuencia para impulsar un renovado
compromiso con la Igualdad, como tantas otras y como tantos otros
(aunque seamos menos).
Traemos desde el recuerdo, a otras mujeres que
también se atrevieron a romper aquellos viejos moldes en los que las
trasnochadas costumbres quisieron encorsetarlas y que fueron ejemplo
de compromiso con la igualdad: Carmen García Bloise (desde el
exilio, al compromiso social en defensa de los refugiados); Amparo
Rubiales (desde el oscurantismo de género, al feminismo militante);
Matilde Fernández (desde el sindicalismo sin reserva, a la defensa
activa de las políticas sociales inclusivas).
Todas ellas y muchas
más dieron su imagen, su dedicación y su esfuerzo, a la causa
inacabada de la Igualdad. Ahora, hay mucha gente que está instalada
en el compromiso activo, lo cual es meritorio y conveniente para
lograr una sociedad más justa, sin discriminaciones y sin
determinaciones oscuras basadas en “por ser vos quien sois”. Pero
en aquella época las cosas no estaban igual que en la actualidad, lo
cual refuerza el mérito contraído por su permanente lucha.
Tal vez,
desde alguna instancia, y en algún ámbito: local, comarcal, etc.,
alguien debería promover que, una vez al año, se distinguiera al
ciudadano (hombre o mujer) que se hubiera significado por su
compromiso con la igualdad. Tal vez, tal distinción debiera llevar
el nombre de Carmen Alborch. Tal vez, alguna organización de
mujeres, debiera dar el primer paso. Tal vez, el Ayuntamiento,
pudiera recoger este reto e incorporarlo al ideario de nuestro
municipio. Tal vez, de esta forma, honraríamos al compromiso por la
igualdad, como el de Carmen y muchas otras “Cármenes y Carmelos”
que así lo hacen a diario.