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viernes, 29, marzo, 2024
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“LAS CHICAS DEL HILO”

La costura fue el punto de partida de un grupo de mujeres que se conocieron en un Taller de Patchwork. Con el paso del tiempo, gracias a las agujas e hilos de sus costureros, han logrado tejer una verdadera amistad basada en el cariño, respeto, aprecio y lealtad. Ellas son “Las Chicas del Hilo”

Carmelina, Lupe de la Osa, Fini Villena, Domitila García, las hermanas Carmen e Isabel Rodríguez, Francesca García y Reyes González, son las protagonistas de un grupo de mujeres que se conocieron, hace ya casi una década, en un Taller de Patchwork.

Ese taller fue el germen, el origen de una verdadera amistad que todas ellas han ido cosiendo, tejiendo y reforzando con el paso de los años. Un taller que dejó de programarse pero que eso no fue impedimento para que siguieran reuniéndose alrededor de una mesa, en una de las Aulas del Centro Municipal Clara Campoamor, no solo para realizar sus labores de costura sino, también, para forjar una bonita e intensa amistad entre agujas, hilos, dedales y ganchillos.

Al principio, unas cosían, otras tejían o hacían ganchillo y se ayudaban y enseñaban mutuamente. Sin embargo, la inquietud hizo que fueran un poco más allá, que dieran otro paso más y empezaron a implicarse y a colaborar en otras iniciativas pero siempre con el dedal, la aguja y el hilo en la mano.

Un ejemplo más que claro son los siete años que este grupo de mujeres han colaborado en la decoración de las carrozas y preparación de la Cabalgata de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, participando, además, de forma activa, en ese Desfile Real.

Seguro que muchos las recordarán en la carroza de la “Casita de Chocolate”, vestidas como de holandesas, o de Elfos acompañando a la “Reina de las Nieves” o en la Cabalgata dedicada a los oficios tradicionales, en la que durante todo el trayecto iban haciendo ganchillo y tejiendo.

Siete años que recuerdan con mucho cariño, se les ríen los huesos cuando verbalizan los momentos vividos en la “Nave de Servicios” decorando las carrozas o las risas e instantes de estrés, en esa Aula del Centro Municipal Clara Campoamor, mientras confeccionaban los adornos y cosían los trajes que lucirían la tarde-noche del 5 de enero.

“Las Chicas del Hilo” también eran un clásico en el Desfile del Paje Real, siempre las veíamos, con esa gracia y alegría que les caracteriza, vestidas de “pastorcillas”, ofreciendo al público mistela, pastas o chocolate.

Vivencias que rememoran con nostalgia pero también con cierta desazón por no poder seguir colaborando y participando en la Cabalgata acompañando a Melchor, Gaspar y Baltasar.

Este grupo de mujeres se caracteriza, además, por su empatía y solidaridad. Nunca dudan de ayudar y contribuir a cualquier iniciativa que se les pueda plantear, siempre están dispuestas a colaborar en la medida de sus posibilidades, el “no” pocas veces se lo ponen en la boca cuando se trata facilitar el trabajo a otros.

De sus manos, han salido los pompones de color rosa que formaron parte de la decoración del acto de presentación del primer calendario de AcMAVI, que se llevó a cabo en el Centre Cultural de Petrer, esta misma semana algunas de ellas se han sumado a la iniciativa de confeccionar botitas de ganchillo para las patas de mesas y sillas de las aulas de los colegios con el fin de facilitar la integración a los escolares con problemas de audición o con discapacidad auditiva, una actividad integrada en la programación de la Semana de la Salud que, desde el año, viene programado el Centro de Salud Petrer I.

Tampoco dudaron en asumir la decoración del Centro Clara Campoamor con motivo de la conmemoración del X Aniversario de estas dependencias municipales.

Cuando conoces a “Las Chicas del Hilo”, uno se da cuenta de que hay un gran transfondo humano tras los hilos y las agujas. Quizá la costura fue, en su día, el punto de unión, pero con el paso del tiempo, el conocerse y compartir un hobby se ha convertido en cariño, respecto, apego, lealtad, aprecio, confianza y familiaridad.

Los abrazos nunca faltan cuando se ven, comparten risas y alegrías pero también lágrimas, penas y problemas. Todas son el “hombro de lágrimas” de las otras. La complicidad llega hasta tal punto que cuando una de ellas entra al “Aula”, el resto sabe, al instante, si tiene un problema o le ha sucedido algo.

Tienen caracteres diferentes y sus vidas no tienen nada que ver pero no han necesitado normas para que el grupos se consolidara y siguiera adelante aunque reconocen que la amistad que les une se asienta en un único código, que además está plasmado en papel y firmado por todas ellas. Un código que, hasta el día de hoy, ninguna de ellas ha inquebrantado: “Lo que se habla en el Aula del Centro Campoamor, se queda allí”.

La pandemia también les ha afectado, rompiéndoles esa rutina de compartir sus labores de costuras mientras hablan de cualquier tema o comparten una alegría o un problema. Prueba de ello, es que no todas acuden a la cita de los lunes por la tarde con el “costurero” pero, como grandes luchadoras que son, no pierden la esperanza de que, más pronto que tarde, vuelvan todas a reunirse alrededor de la mesa.

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