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miércoles, 24, abril, 2024
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Al Gallo lo conoceréis por su canto

Por: VICENTE POVEDA LÓPEZ

Vamos  a mostrar refranes que departen sobre el “gallo”, y cada una de las pronunciaciones  se encuentra repleta de la sabiduría popular de los pueblos, que lo han transmitido de manera ininterrumpida a lo largo de los tiempos. La literatura está impregnada de curiosas frases y, lo que vamos a hacer es seguir su estela. Solo basta un ejemplo del mismísimo Sancho Panza, compañero inseparable de Don Quijote, que pronunciara en uno de sus elocuentes diálogos:- Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas-.      

Suelo despertarme con anterioridad a la hora que canta el gallo, aunque sea consciente que en la zona donde vivo no hay ningún corral, que yo sepa. Y a una hora nocturna abro los ojos, pero sigo en la cama adormecido. Más adelante, me pongo delante del ordenador, parece que estoy cometiendo un delito, y es que ver la televisión a la madrugada puede desvelarte aun mas, porque si aprietas el botón de encendido del mando a distancia, estás muerto, con menos vida que con la que te acostaste la noche anterior y: Cuando el gallo no canta en el gallinero es que esta en el granero.

Un colega me hace una de esas preguntas creativas pero inadecuadas, pues, le recomiendo que escriba a partir de la diez de la mañana. Si se escribe aun de noche, da la impresión que sea clandestino. Aunque la pavura debería formar parte de algún proyecto literario que se precie, es decir, que si se desea hacer cosas significativas hay que salirse de las normas habituales. Y salirse de la norma habitual da placer, pero también da escalofríos: Y es que el gallo pendenciero canta hasta en el basurero.

Un gallo altivo en un estercolero desafía, y a ciencia cierta, no sabemos, ni sabe a quién. En términos coloquiales, es la inmunidad del gallinero, y si metemos el gallo en el garbanzal, seguro que nos vocalizara la verdad. Ante todo, es exponerte ante una interesada y mala memoria, que a veces tiene el gallo cuando canta porque ha olvidado que ya había cantado. Sin embargo, el gallo que no canta, es que algo tiene en la garganta.   

Por la calle, coincidí con algún que otro lector de nuestro semanario local, y a la vez, usuarios de las “redes”,  interesándose por la identidad del personaje que trate en un artículo reciente, contestándoles:-Al gallo lo conoceréis por su canto-. De los asistentes, alguien insistió que si tenía apodo, que lo revelase, y se me ocurrió transigirlo, a través de una  novela corta del escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez (Aracata, 1927-Ciudad de México, 2014), titulado “El cuento del gallo capón”. El cuentista relata a un gallo mastodonte, ante el galimatías conocido por “círculo vicioso”. El “círculo”, es una secuencia repetitiva que no tiene principio y final aparente, parafraseando es como “la pescadilla que se muerde la cola”, por la circunferencia del pez. Y “vicioso”, se entiende que tiene afecciones negativas y contradictorias hacia las personas. Es perjudicial y nocivo, y es utilizado en esta insinuante y pequeña narración:      

-Los que querían dormir, no por cansancio sino por nostalgia de los sueños, recurrieron a toda clase de métodos agotadores. Se reunían a conversar sin tregua, a repetirse durante horas y horas los mismos chistes, a complicar hasta los límites de la exasperación el cuento del gallo capón, que era un juego infinito en que el narrador preguntaba si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que sí, el narrador decía que no había pedido que dijeran que sí, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que no, el narrador decía que no les había pedido que dijeran que no, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando se quedaban callados el narrador decía que no les había pedido que se quedaran callados, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y nadie podía irse, porque el narrador decía que no les había pedido que se fueran, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y así sucesivamente, en un círculo vicioso que se prolongaba por noches enteras-.

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