Por: JUAN MANUEL MARTÍNEZ ALBERT
Ve, pensamiento, sobre alas doradas, en busca de quien te inspira el equilibrio que precisas en este mundo de volatineros que hemos ido creando a cargo de nuestra desidia moral.
Así, entre trovadores, juglares y poetas malditos irás conformando la ley que enmarca tus silencios, aquellos que te distancian de esta cruda realidad que viene preñada de tantos falsos profetas anunciadores del irrealizable mundo perfecto.
Y en tu cueva celestial, en el rincón sagrado de tus preferencias, irás componiendo músicas y poemas de otros tiempos; eso sí, carentes de actualidad, y con tu aleteo preciso remontarás la incapacidad de que puedan interpretarte más allá de la simpleza que conllevan los títulos de lo que vas creando.
Pero no desesperes, en tu momento de elevarte, en ese sobrevuelo sobre la estupidez colectiva, tendrás oportunidad para visionar lo imposible de tu empeño: culminar el logro soñado de todo poeta, el permanecer ingrávido y latente escuchando tan solo los azulados cánticos de quienes han conseguido llegar al Nirvana de la placidez buscada.
Aquí, los mortales, con la losa de nuestro empecinamiento a cuestas, persistimos en complicar la convivencia que nos ata a nuestros semejantes y nos vamos alejando, nunca con suaves aleteos, sino a trompicones, de lo que nos procuraría un bienestar aceptable por todos los vivientes.
Por mi parte, no me resigno y hasta el último día de mi quebrantadiza lucidez, procuraré predicar en el desierto amargo de la incomprensión, aún a sabiendas que esta ardua tarea irá mermando mi credibilidad en esos seres humanos que alcanzan la posibilidad de ayudar a transformar nuestra decadencia moral lastrada por el consumo y el deslumbramiento personal.
En la confortable profundidad de mi cueva, dejo grabado este Haiku:
“El arte mayor: / seguir siendo uno mismo / sin concesiones”.
Espero que alguna vez alguien lo lea…. y se esfuerce en comprenderlo.
