De vuelta por el Perrió rumbo a Castellarets
Por: Mario Payá, Juan Rico y Roge Corpus
Mario, Juan y Roge nos llevan a la subida a Castellarets por el
Perrió. Las preciosas umbrías de pinos, las vistas a Rabosa, a
Petrer, a El Cid, a la Serra del Cavall, al Maigmo, la hacen única.
Partimos desde el aparcamiento del final de la calle La Huerta, en
la antigua guardería y nos adentramos en la rambla de Puça.
En
verano la rambla está seca, pero durante el invierno hay veces que
lleva bastante agua que hay que ir sorteando. Hay que estar atentos
porque cuando llegamos a La Calera, con una fachada de piedra muy
antigua, encontramos en la esquina de la pared dos franjas, una
amarilla y debajo una blanca, que nos indican que por allí pasa un
sendero de pequeño recorrido que es el que seguiremos. Se trata de
una antigua fábrica de cal que en la actualidad está habitada como
segunda residencia.
En su interior hay un horno con un mosaico de
azulejos que –según dicen- es una obra de arte. Bordeamos la vieja
construcción y empezamos a subir, dejando la rambla abajo, a mano
izquierda y llegamos a un camino asfaltado que continuaremos. (En el
caso de no encontrar esta señal se puede seguir recto por la rambla
y continuar un poco más adelante por un camino asfaltado que sube a
mano derecha a una propiedad). Pronto encontramos un cruce de caminos
pero continuamos recto.
Veremos una vieja caravana que ahora es la
morada de un caballo, la dejamos a la izquierda y seguimos por una
senda de cemento escoltada por adelfas (baladre) a ambos lados. Aquí
hay que estar atentos porque el camino que hay que seguir ahora es
una pequeña senda a mano izquierda cuya única señal son cuatro
piedras amontonadas. Una vez en la senda divisamos a nuestra
izquierda el Molí de la Pólvora, propiedad de la familia Tortosa,
donde antiguamente se fabricaba pólvora negra para explotación de
canteras y cartuchos de caza.
A partir de ahí no tiene pérdida, la
senda llega a la pista que lleva al albergue del Centro
Excursionista, después de haber pasado la cadena. Continuamos por la
senda situada junto al cartel en dirección Rabosa-Els Castellarets.
Nos adentramos de nuevo en una umbría donde la senda es estrecha
pero cómoda y los pinos nos resguardan del sol. Merece la pena parar
a mirar el bonito paisaje, enfrente Els Castellarets, también
llamado el pequeño Cid por la semejanza de su silueta, a la derecha
la Silla de El Cid, atrás una bonita vista del alberque cuya
estructura de madera se disimula entre la vegetación.
Antes de
empezar la subida a Castellarets cruzamos otra senda que lleva a
Rabosa. Nos disponemos a hacer el esfuerzo final, una subida
pronunciada pero corta. Llegamos a la cima, unas cuantas fotos y una
vuelta de 360 grados para divisar todos los montes que nos rodean.
Ahora la recompensa, el almuerzo, cocas y sardinas, algo de fruta y
de nuevo nos ponemos en marcha. Volvemos por el mismo camino pero,
paradójicamente, el paisaje se ve distinto, da gusto observar el
verdor de este paraje del Perrió y Els Castellarets y llama la
atención el profundo silencio que reina.
Conforme nos aproximamos a
la rambla nos cruzamos con grupos de ciclistas de montaña, ya que
este tramo de senda es bastante transitado por los ciclistas que
continúan hasta Rabosa o Catí. Volvemos a la civilización y no nos
encontramos más que algún vehículo que se dirige a las casas de
campo. Cruzamos el acueducto y punto y final.