Cultivo de invierno: coles y coliflores
Aunque las coles y coliflores son plantas que tiene un origen
exótico, se han adaptado muy bien a nuestro clima y hoy en día son
casi fundamentales en cualquier huerto que se precie.
Las coles y
coliflores son una fuente increíble de minerales, debido a su porte
pueden solucionar varias comidas y hay muchas formas de consumirlas.
Necesitan unos cuidados sencillos ya que son poco exigentes.
Como
norma general necesitan:
Terrenos bien acolchados donde desarrollar
sus fuertes raíces.
El abonado es muy importante y tiene que estar
muy degradado, estas plantas crecen muy rápido y no pueden esperar a
que se descomponga el abono.
El riego debe ser abundante y
continuo, evitando encharcamientos, o riegos por aspersión puesto
que el agua mojaría el corazón de la planta y podría provocar
putrefacción, siempre a ras del suelo.
El espacio entre filas
debe ser considerable, entre 60 y 80 cm permitirá un buen soleado.
Tras estos cuidados, sólo te falta ir calzándolas con tierra a
medida que vallan creciendo o algunas se doblarán por el peso.
En
cuanto a las plagas, no les afectan muchas pero pueden ser fatales.
Una de ellas es la mariposa de la col que deposita sus huevos en las
hojas y sus orugas se alimentarán de nuestras plantas o saltamontes
que mordisquean los bordes, pero no son preocupantes.
La plaga que
puede hacer bastante daño es la de los pulgones, principalmente a
las coliflores y a la col lombarda y se presentan de dos formas:
Atacando las hojas y tallos tiernos, que son fácilmente visibles.
Atacando las raíces, es otra variedad de pulgón que muchas veces no
se detecta hasta que se arrancan, pero si a pesar de haberlo hecho
todo bien, ves tus plantas raquíticas, mira bajo tierra en la zona
de la raíz principal. De estas plantas se puede comer todo, las
hojas, las flores y los tallos, siempre dependiendo de lo tiernas que
estén.
Hace unos años sólo encontrábamos coliflores y coles
lisas, pero ahora ya son habituales las coles lombardas, coles de
bruselas o rizadas, el brócoli y el romanesco. Así que a sembrar
variedad, que rompen la monotonía del huerto y color, y de paso nos
vamos acostumbrando a nuevas variedades como coliflores amarillas,
verdes, naranjas o moradas y coles chinas o corazón de buey.