Del pueblo a los polígonos
Hace unos días pasé por la calle Sax, la que une la sede de la
Petanca situada en la antigua Pinada de Villaplana con la calle
Virrey Poveda donde se ubica el edificio de Correos. Algo despistado
mire los antiguos edificios y en uno de ellos todavía se conserva
parte del rótulo de Calzados Yalitín, donde se ubicó durante un
tiempo la fábrica de zapatos de “El Mellat”, como era conocido
popularmente el industrial petrerense y cuyo apodo heredó de su
padre.
Enfrente, otra gran nave con un par de carteles que anuncian
que “se alquila” o “se vende”: Calzados Emboga que,
afortunadamente, sus herederos desde hace años transformaron su
“política económica” y la convirtieron en Hispanitas, toda una
institución en el calzado nacional e internacional y que actualmente
se ubica en los polígonos industriales de Salinetes y Les Pedreres,
a parte de otras sedes situadas en otros puntos de la geografía
nacional e internacional.
A pocos metros de allí, en lo que hoy es
la calle de la Canal, también se encontraba la fabrica de Galiano
que en los últimos años de su existencia se trasladó a la vecina
población de Sax. Estas tres factorías eran relativamente “jóvenes”
en la década de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo.
Salvo la de Emboga que renació después de la Guerra Civil en que
sus instalaciones fueron reconvertidas en fábrica de armamento
durante la confrontación en la que desde hace años se conoce como
“la Ciudad Sin Ley”, una “extraña” zona situada en la
avenida de Joaquín Poveda y que popularmente era conocida como “Camí
d´Elda” porque era la carretera que unía ambas poblaciones.
Allí,
también en esa calle, se ubicaban las grandes fábricas de zapatos
de Calzados Luvi, García y Navarro (el Diamante Levantino) y
Calzados Villaplana, tres edificios que llegaron a albergar y dar
trabajo a más de mil petrerenses. La edificación de Calzados Luvi
fue demolida tras un par de incendios, la declaración de ruina y un
proyecto de urbanización que quedó en “agua de borrajas”, es
decir, en nada. La gran nave industrial de García y Navarro se ha
dividido en varios locales en los que “conviven” servicios de
reparación de coches, pequeños talleres dedicados a la industria
auxiliar e, incluso, alguna cafetería.
La única antigua nave y
“legendaria” que se ha salvado es la de Calzados Villaplana
gracias a que el empresario propietario de Curtidos Gabriel adaptó
las instalaciones para su negocio. Hoy es todo un símbolo para la
población. Está muy bien conservada y recuerda tiempos pasados en
los que no existían los polígonos industriales y que fábricas y
hogares convivían. En cualquier “terrat” (altillo) había un
pequeño taller que fabricaba determinados modelos a empresas más
consolidadas. Los había por todos los lugares de la población, eran
muy comunes. Desde el casco antiguo hasta el conocido como centro
tradicional.
Cuentan que los primeros talleres se ubicaron en
antiguos alfares situados en la zona de Cuatrovientos y la Foia,
cuando la fabricación de los utensilios de barro comenzó a
declinar. La empresa Calzados Navir estaba situada en tres locales
distintos por los alrededores de la plaza de España. En la avenida
de Hispanoamérica y alrededores proliferaban (todavía lo hacen)
fábricas de zapatos y marroquinería. Lo mismo que en el barrio de
Salinetes donde las más conocidas eran las de “Saoro”, Alfredo
Beltrá y “Rimontry”, la pionera de fabricación de bolsos:
“Inrema” y, posteriormente, junto a la “Serreta dels Cagallons”
la de Paco Cano.
No existía ninguna zona del pueblo donde no se
elaborara calzado o marroquinería. Bolsos Mañez se encontraba en lo
que hoy es el final de la calle País Valenciá. Calzados Juanín en
la calle Fernando Bernabé, hoy plagada de cuartelillos. Más abajo,
en dirección a Elda las fábricas más conocidas eran las de Caylu
situada en la actual calle Brigadier Algarra, Calzados Herga que en
años del “boom” inmobiliario quisieron transformarla en un
edificio de pisos pero diez años después su gran nave sigue cerrada
sin perspectivas de albergar una nueva actividad.
Mención aparte hay
que destacar a Calzados Lito, empresa pionera de la exportación y
que hoy con nombres distintos (Qualicraft y Petrel 92) continúan su
actividad en el mismo lugar y con la misma filosofía. Junto al
antiguo campo de fútbol situado muy cercano a la Cooperativa
Agrícola también funcionaron durante muchos años los talleres de
Eduardo Alventosa Casanova, hoy reconvertidos, después de muchos
años cerrados, en un gran almacén de curtidos.
Cuando todavía
no existían las áreas industriales, la zona del barrio de El
Guirney se convirtió en una especie de mini-polígono en el que se
ubicaron diversas industrias. La principal de ellas fue Calzados
Montecir que fue una especie de consorcio de varias empresas locales.
En realidad su primer nombre fue “Montecid” en honor al
emblemático monte petrerense pero a la hora de registrarlo
legalmente comprobaron que en el Registro de la Propiedad ya existía
una denominación igual. De ahí que tuvieran que cambiar la última
letra de la marca.
También allí se trasladó Calzados Navir y
Antonio Mira montó una gran fábrica de marroquinería.
DE LOS TALLERES A LOS SERVICIOS
Después de dos grandes crisis
zapateras que desembocaron en una gran huelga general que sacudió
toda la comarca e hizo emigrar a mucha gente, no se sabe muy bien por
qué la población comenzó a trasformarse en un lugar de servicios.
El primero en “desembarcar” aquí fue el supermercado Hiperber,
después lo hizo Continente (Carrefour) y acto seguido los tres
supermercados de Mercadona. Al mismo tiempo, la industria se fue
adaptando a los nuevos tiempos y diversificando su oferta hacia otros
sectores que no dependieran tanto de los productos manufacturados de
la marroquinería y los zapatos.