Vestigios de la Guerra Civil (I)
Casi ocho décadas después de finalizada la contienda todavía se
conservan importantes obras realizadas como consecuencia del
conflicto.
La calzada que rodea la Plaça de Baix es desigual. No es
uniforme. La pequeña vía que discurre en paralelo a la escalinata
de acceso al templo parroquial de San Bartolomé es más alta que el
resto de las tres calles que circundan la plaza. Una zona verde de
las denominadas “duras”, jalonada por diez árboles en ambos
extremos pero sin ningún tipo de vegetación en el resto.
Desde hace
un par de décadas existe una pequeña subida y otra bajada similar
en el otro extremo. ¿Por qué? Las obras para “levantar” un poco
este pequeño tramo se llevaron a cabo con suma rapidez y casi en
“secreto”. Probablemente para que no se pidiera por parte de
algún colectivo local un estudio sobre la zona. Las lluvias y el
paso de vehículos pesados habían hundido esta parte de la calzada
en el año 2006, lo que puso en evidencia, de nuevo, la existencia
de un refugio subterráneo construido a mitad de la Guerra Civil. De
hecho, se selló con rapidez una vez acabada la contienda. No
obstante, las obras fueron algo precarias a tenor de determinados
hechos que ocurrieron posteriormente.
El más llamativo y el que dio
mucho que hablar entre el vecindario fue el desplome de una pequeña
parte que engulló a un adolescente al comienzo de los años sesenta
del pasado siglo, sin que afortunadamente sufriera graves daños
físicos.
Era un refugio rústico y algo precario pero, sin duda, un
vestigio destacado de nuestra historia reciente. Muy cerca de este,
existía otro, de menores dimensiones en la cercana Plaça de Dalt.
Entre ambos había un tercero. Hace un par de años unas obras en una
arqueta de alcantarillado pusieron al descubierto un pequeño arco de
entrada al recinto subterráneo.
Testimonios orales aseguran que
Petrer contaba con otros en las calles Alcalde Nicolás Andreu, Luis
Chorro y el Derrocat. Nada tenían que ver en cuanto a construcción,
tamaño y “robustez” con el que todavía se conserva en el
subsuelo de lo que ha venido en denominarse Ciudad sin Ley, una zona
industrial en la que se construyeron talleres y fábricas de calzado
desde mediados de los años veinte hasta el comienzo de la
sublevación franquista. Dicha zona se reconvirtió en una importante
fábrica de armas en la que se elaboraban ametralladoras y fusiles.
Uno de los accesos a la cámara subterránea se encuentra en buen
estado y es propiedad particular de la nave que en su día albergó a
la reconocida empresa de Bolsos Petrel.
Los otros están tapiados.
Como anécdota, decir que una vez acabada la contienda se convirtió
en almacén de las industrias manufactureras e incluso criadero de
champiñones.
Muy relacionado con la fábrica de armas se construyó una especie
de bunker que albergaba a un importante nido de ametralladoras cuya
misión era proteger la factoría de armamento de los más que
probables bombardeos de la aviación del gobierno del General Franco.
Se eligió un punto estratégico.
Probablemente el más adecuado para
esa misión de velar por unas instalaciones de gran importancia a las
que se habían trasladado técnicos asturianos. Allí, en el cerro
del Altico, una loma muy cercana al casco urbano y a la zona de las
ermitas, se excavó y levantó el recinto acorazado que albergó el
armamento antiaéreo y también el puesto de vigilancia. Estuvo
abandonado durante muchos años hasta que fue restaurado y protegido
en el año 2006 por el gobierno municipal.
Su estado de abandono era
tal que se utilizó incluso como basurero durante algunos años. Esta
pequeña construcción de piedra tiene una parte cubierta y otra
exterior formando círculo donde estaban instaladas las armas
antiaéreas.
UN GRAN TRABAJO
A petición de la Consellería de Justicia, Administración
Pública, Reformas Democráticas y Libertades Públicas de la
Generalitat Valenciana, el Museo Arqueológico Dámaso Navarro
elaboró un completísimo estudio que ha sido muy alabado y
reconocido.
Se trata del CATÁLOGO DE VESTIGIOS DE LA GUERRA CIVIL Y
LA DICTADURA que fue remitido a dicho organismo autonómico el mes de
abril del pasado año.
Un total de más de cuarenta páginas muy documentadas y
acompañadas de planos y fotos dan a conocer con claridad todo lo que
hemos relatado en este reportaje. Sin olvidarse de la ubicación de
las sedes de los partidos afines a la II República.
Tampoco de la
Cooperativa El Faro y el gran inmueble donde se encontraba, sin
obviar otros que acabaron siendo la sede del Sindicato Vertical y el
Frente de Juventudes en la Explanada.
También hace referencia a la habilitación de una parte de las
Escuelas Graduadas (colegio Primo de Rivera) como sala de juicios
donde fueron condenados muchos petrerenses una vez finalizada la
guerra.
FIN DE LA PRIMERA PARTE