El paisaje agrario de Puça
El Molí de la Reixa, antiguo ingenio hidráulico para la
transformación del cereal, es el lugar elegido para iniciar nuestro
recorrido por la historia y cultura campesina local. En pleno paraje
de Puça, junto a la rambla que recibe este mismo topónimo, estas
dos referencias geográficas serán escenario de nuestro breve pero
didáctico viaje a través de la «agrictectura» petrerense.
Fijamos
nuestra vista hacia el norte y empezamos a caminar cuesta arriba. El
camino de tierra que seguimos atraviesa las lomas de Puça, una
sucesión de bancales bien rematados y a veces adornados con alguna
antigua balsa. Almendros, viña y olivos se reparten el territorio,
capitalizado por dos sobrias viviendas rurales conocidas como la
Lloma Baixa y la Lloma Alta.
Este camino nos conduce hasta el Bancal
de la Sort, popular y reconocido por haber acogido siglos atrás la
alquería árabe de Puça. En un alarde de imaginación, puede
intuirse la localización de aquel poblado, junto a su valiosa mina
que abasteció de agua durante tantas décadas a los habitantes de
Petrer. Una construcción hidráulica que todavía se conserva bajo
tierra y que discurre desde la rambla hacia el norte, hasta alumbrar
cerca del Rancho Grande, próximo destino de nuestra ruta.
La
centenaria casa del Rancho sigue siendo hoy referente de una antigua
economía ganadera local. Desde aquí, seguimos un camino que nos
conducirá hasta L’Avaiol, tras ascender por un modesto collado que
nos permite superar el Alt de Cárdenes, desde el cual, además,
podremos tener una vista general de las lomas de Puça. Un leve
descenso continuado por el suave tramo que franquea los bancales de
Samuel y la Foieta del Racó contribuye a relajar los sentidos en un
entorno aislado, callado y casi monótono, pero especialmente bello.
Nuestro recorrido continúa desde aquí hacia el norte, hacia el Alt
de la Costa.
Tras atravesar una joven pinada, descubrimos un bancal
de particulares características por su forma rectangular y por su
vivo colorido, debido a la componente arcillosa de la tierra, y que
alberga uno de los últimos viñedos en el valle de Puça. Seguimos
nuestra marcha por las retiradas y magníficas fincas del Esquinal y
la Casa Castalla, a las que accederemos por el flanco occidental de
las mismas. El siguiente elemento destacado serán los restos de la
casa del Bubo, construida a principios de siglo XX con fines
ganaderos.
Tras ésta, seguiremos el camino hacia el Aprisco del
Manco, aunque a pocos metros del Bubo, tendremos la posibilidad de
asomarnos al Altet dels Xics, un pequeño promontorio desde el cual
se obtienen unas excelentes panorámicas del paisaje agrario de Puça,
oteándose desde el mosaico de almendros y olivos que descienden
desde la Casa Castalla hacia la Casa dels Pins hasta la transición
al cultivo del cerezo en la zona del Esquinal. Retomando la ruta, un
camino bien definido nos conducirá hasta los bancales conocidos como
Tros de Castalla -ya en término municipal de Castalla-.
Entre ellos
se discurre hacia el Aprisco del Manco, una austera pero graciosa
vivienda, anexa a un corral que todavía hoy acoge un pequeño rebaño
de cabras. A partir de aquí iniciamos nuestro retorno, siguiendo
precisamente un camino para el ganado que desemboca en la rambla de
Puça. Tras unos pocos metros caminando sobre el lecho de la rambla,
nos encontramos con el camino que conduce de la Casa Castalla a la
Paraeta, donde tomaremos el sentido descendente para llegar al
primero de estos puntos.
Continuando camino abajo se localiza la Casa
dels Pins, reconocida por sus cerezas, y aún hoy con la agricultura
como vocación principal de la finca, con un perfecto estado de las
tierras de cultivo y los frutales podados a su tiempo. A pocos
metros, descendiendo ahora por un camino asfaltado, accedemos a la
casa del Esquinal, coetánea en sus orígenes a la de Castalla y dels
Pins. Sorprende la sobriedad y pureza en su construcción, que
contrasta con su desdichado abandono. Junto a ésta se observa una de
las construcciones hidráulicas más destacadas del término, como es
el aljibe del Esquinal.
Atrás queda la finca del Esquinal para
dirigirnos a nuestro punto de partida. Reconocemos la finca de la
Xinquera, y a mano derecha del camino, identificamos el peculiar
perfil que la Casa Vella dibuja sobre el cielo. Tras ésta, un
conjunto de casitas nos devuelve al Rancho Grande y al Bancal de la
Sort, desde el cual descenderemos a la rambla de Puça, con el
objetivo de apreciar la espectacular arquitectura de los ribazos que
configuran los bancales de las lomas de Puça. A pocos metros,
descubrimos de nuevo el Molí de la Reixa.