Castell de Guadalest y Costa Oeste de USA
.Esta semana visitamos el Castell de Guadalest, paraje enclavado en el sector septentrional de la Marina Baixa, El
Castell de Guadalest consigue que el turismo de la Costa Blanca se
vea atraído por la evocadora estampa de un pueblo que ha sabido
mantener, a través del tiempo, los rasgos más típicos de las
poblaciones del interior alicantino.
Situado en lo alto de un peñasco a 595 m. de altitud, sus casas
encajadas en la roca, dominan un extenso valle, enmarcado por las
sierras de Xortà y Serrella al norte y la sierra Aitana al sur.
El municipio, declarado conjunto histórico-artístico en 1974,
está dividido en dos barrios claramente diferenciados: el del
castillo, colgado en lo alto de la peña y protegido por la antigua
muralla, conserva todo su sabor medieval; y, el del Arrabal, de
creación posterior, cuando la población aumentó trasladándose a
las faldas de la montaña.
A
l primero de ellos, se accede por un túnel excavado en la misma
roca que sirve de entrada a la población. Encaramado sobre la misma
peña, destaca el campanario exento de la iglesia parroquial. A su
lado, encontramos los restos de una antigua fortificación conocida
como la Alcozaiba, construida por los antiguos pobladores para
defender la villa.
En la zona más elevada del pueblo, se conservan los restos del
castillo de San José que fue conquistado a los musulmanes por Jaime
I y fortificado durante el reinado de Pedro IV.
Los terremotos y la
Guerra de Sucesión fueron los culpables de su destrucción, aunque
en la actualidad quedan en pie varios lienzos de muralla, la cisterna
y la torre del homenaje.
Ascendiendo por la antigua escalinata que nos lleva al barrio
antiguo y después de flanquear la entrada, nos encontramos ante la
casona señorial de los Orduña, con su escudo en la puerta. A su
lado, se alza la iglesia parroquial de la Asunción de la Virgen,
construida en el siglo XVIII.
Merece gran interés el recorrido por la calle principal del
pueblo, para admirar la arquitectura de sus casas de una sola planta,
blancas y luminosas. Al final de esta calle, en la plaza, se
encuentra el edificio del Ayuntamiento que antiguamente fue también
juzgado y prisión.
El barrio del Arrabal, a los pies del castillo, acoge a los
numerosos visitantes que se acercan a conocer este mágico pueblo del
interior.