El camino de las antorchas
Por: Miguel de Juan Villalba
La ruta que os describimos, de la mano de Miguel de Juan
Villalba, vocal de montaña del Centro Excursionista Eldense, recorre
en su parte final el camino de las antorchas, pero antes lo hace por
una buena parte de ese monte con el fin de conocer, además, los
rincones que quedan ocultos a los ojos del que mira Bolón desde el
valle, que no son pocos.
Comenzamos a andar en el I.E.S. La Melva,
dirigiéndonos al paso bajo el puente del ferrocarril (salida de
aguas de la rambla de La Melva); nada más pasarlo, giramos a la
izquierda para tomar rápidamente a nuestra derecha un camino entre
casas de campo. De aquí, y unos metros antes de llegar a una señal
de PR (blanca y amarilla) en un pilar de entrada a una casa de
campo, tomaremos a nuestra izquierda lo que parece una bajada de
aguas que nos dirige claramente en dirección al monte, en un
empinado repecho no muy largo.
Enseguida vemos la senda que se dirige
en fuerte pendiente a la parte alta de Bolón y que nosotros dejamos
para tomar otra que sale por nuestra derecha, nada más pasar de
largo dos postes de tendido eléctrico. La senda va rodeando Bolón
hasta que al poco de pasar una antigua cantera, en cuyo centro una
gran piedra ha quedado haciendo equilibrios, tomamos a nuestra
izquierda otra senda en clara ascensión, que recorre primero una
zona totalmente de roca y luego toma dirección hacia uno de los dos
barranquillos en los que se ven hasta cierta altura antiguos márgenes
de piedra.
Tras un trecho no muy largo de subida, y cuando la senda
que llevamos va a cruzar diagonalmente uno de los bancalillos,
debemos tomar la que encontramos a nuestra derecha y que comienza de
nuevo a rodear el monte, esta vez a media ladera, pasando por encima
de varios plegamientos que convierten el bello tramo en un continuo,
pero cómodo, sube y baja; este tramo situado a cierta altura sobre
el valle que conforman el monte de Bolón y el Altico de El Gordo
recuerda, con modestia, los pasos entre collados de otros montes más
significativos.
Tras perder algo de altura al final de ese trecho, y
en otra zona de pequeños abancalamientos en terraza, nos dirigiremos
a una senda que vemos algo más abajo y que tomaremos tras descender
todas esas pequeñas terrazas por donde nos marque nuestro buen
sentido montañero. Tomando de nuevo la misma dirección que
llevábamos por esta senda mucho más marcada, en la que volvemos a
encontrar señales de PR, llegaremos al poco tiempo a una casa en
estado ruinoso, famosa por un trágico suceso acaecido en ella tiempo
ha.
Desde la parte superior de esa casa debemos tomar la que vemos
claramente partir en sentido ascendente hacia el llamado Barranco del
Capuchino, barranco que separa lo que desde ese punto parecen dos
lomas. Esta senda discurre entre un bosquete de pinos pasando, ya
casi arriba, al pie de unas rocas con grandes agujeros que deben de
ser las que dan nombre al barranco, si bien la que llama
poderosamente la atención del caminante se asemeja más a la cabeza
de un gran nazareno que vigila, con enormes ojos, a los que transitan
por aquel camino.
Llegamos en breve a la parte alta de Bolón, con
magníficas vistas, bien te asomes desde la pequeña crestería
situada por encima del Peñón del Trinitario, desde la zona de la
cruz -a cuyo pie todos los años se oficia una misa en memoria de los
montañeros fallecidos del CEE-; bien lo hagas desde la redondeada
cumbre desde donde, con un giro de 360º, abarcamos una extensa
panorámica.
En las cercanías de ésta se ve una protección de
piedras: es la zona donde se prende la hoguera y el punto desde donde
parten las antorchas que la noche de cada 5 de enero todos los niños
del valle miran con emoción desbordada. Desde la cumbre tomamos un
claro sendero que descendiendo casi sin pausa se dirige hacia Elda;
solo una pequeña duda se nos presenta algo más abajo al llegar a un
pequeño llano, pues si tomásemos a nuestra izquierda encontraríamos
la senda que dejábamos antes de dirigirnos a los plegamientos, y si
seguimos de frente tomaremos la que, en fuerte pendiente y siempre
con vistas al valle, toman los portadores de antorchas la Noche de
Reyes cada año desde hace unos cincuenta. Tras bajar con
tranquilidad ese empinado trecho nos hallamos de nuevo en el inicio
de nuestra ruta, aproximadamente tres horas después.