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viernes, 19, abril, 2024
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El cementerio medieval del paseo de la Explanada

El cementerio medieval del paseo de la Explanada

El subsuelo del centro histórico de Petrer todavía guarda muchos secretos que poco a poco descubrimos con las intervenciones arqueológicas que se realizan previamente a las obras de reforma o a las nuevas edificaciones que se construyen en este ámbito urbano. De este modo, van aflorando restos del pasado romano, musulmán y cristiano del que se deriva la actual trama urbana petrerense.

Este fue el caso del descubrimiento de la necrópolis bajomedieval o mudéjar de Petrer, allá por la década de los años ochenta del siglo pasado en el paseo de la Explanada, que tradicionalmente era conocido como carretera de Novelda y passeig dels pasos, en alusión a las estaciones del Vía Crucis que salía de la iglesia parroquial de san Bartolomé y llegaba a la ermita del santísimo Cristo.

Anteriormente a esas denominaciones, en la documentación escrita existente en el archivo municipal, se le llamaba a esta zona el fossar, en clara alusión a una zona de cementerio. Debido al aumento de la población de Petrer y a la edificación en esta zona de casas en las últimas décadas del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, el recuerdo de esta necrópolis se perdió en la memoria colectiva hasta mucho tiempo después, y no será hasta febrero de 1985 cuando durante el vaciado del solar del antiguo corral de la Manca para construir un bloque de viviendas se encuentren restos humanos que fueron excavados por Concha Navarro y otros componentes del Grupo Arqueológico Dámaso Navarro, correspondiendo a una mujer de entre 30 y 40 años que fue enterrada boca arriba (decúbito supino), con una orientación sur-norte y con la cabeza girada hacia el sur y con una tijera en su costado.

Cuatro años más tarde, durante los trabajos para la construcción de un nuevo inmueble en el paseo de la Explanada, concretamente en el solar que ocupaba el cine Gran Cinema, se realizó otra intervención arqueológica que permitió identificar seis nuevos individuos, cinco siguiendo el rito de enterramiento cristiano (boca arriba) y uno enterrado con el rito musulmán (en posición decúbito lateral derecho, o de lado).

En el transcurso del vaciado del solar se observaron cómo aparecieron restos de otros cuatro enterramientos, lo que elevaba la cifra a diez personas. Tras más de veinte años sin realizarse ninguna excavación arqueológica en esta zona de Petrer, en 2012 se volvió a intervenir debido a que la comunidad de vecinos de un edificio quería colocar un ascensor en el inmueble y ello conllevaba la excavación del hueco para su maquinaria, unos 4 m2.

En este reducido espacio se identificaron dos fosas de enterramiento con sendas personas que estaban excavadas en la base geológica. La primera estaba enterrada boca arriba, siguiendo el ritual cristiano, y se pudo documentar en su totalidad, ya que coincidió la caja del ascensor con las dimensiones de la sepultura, mientras que de la segunda solo se recuperó parte de la cabeza, aunque se comprobó que también seguía el ritual cristiano.

La primera persona, la más completa, correspondía a una mujer, de figura grácil, de entre 18 y 20 años y de 1,55 m de altura, y atendiendo a la posición de los huesos sobre todo las extremidades, se ha podido determinar que la difunta se enterró envuelta en un sudario, y a su vez fue colocada en un ataúd del que no han quedado restos. La difunta llevaba como adorno dos pendientes de bronce compuestos por un aro y el pendiente propiamente dicho con forma de lágrima, que aparecieron durante la excavación a ambos lados del cráneo. También llevaba una diadema formada por 32 cuentas de forma romboidal.

Y del otro individuo, a pesar de haber recuperado solo una veintena de huesos humanos correspondientes al cráneo y a las vértebras cervicales, como se h indicado anteriormente, también se pudo saber que se trataba de un varón, con una edad comprendida entre los 25 y los 30 años, sin que presentara ningún adorno o ajuar funerario.

Los estudios de los enterramientos, sus rituales funerarios y sus restos materiales, desde las excavaciones de la década de los ochenta del siglo XX, determinaron que estábamos ante el cementerio bajomedieval de Petrer, concretamente entre los siglos XIV al XVI, con la particularidad de pertenecer a la comunidad mudéjar, ya que prácticamente toda la población era musulmana y conservaba su religión, costumbres y propiedades a cambio del pago de impuestos al señor cristiano de la villa, hasta que les obligaron a convertirse al cristianismo y entonces pasaron a considerarse como cristianos nuevos o moriscos.

Con todo, a la vista de los restos humanos recuperados, esta población enterró mayoritariamente a sus difuntos siguiendo el rito cristiano, en posición decúbito supino, con la misma orientación, y en ocasiones, tal vez por reminiscencias islámicas, con la cabeza girada al sur buscando La Meca, hasta comienzos del siglo XVII, concretamente 1609, año de la expulsión de los moriscos.

Esto se debe a que posiblemente ya fueran moriscos tras la conversión forzosa y en masa que se produjo de la población mudéjar en el Reino de Valencia en el transcurso de la guerra de las Germanías (1520-1522). Los datos obtenidos en las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en 1985, 1989 y 2012, nos permitieron, en primer lugar, identificar la necrópolis del Petrer mudéjar y morisco, ya que hasta esa fecha solo se conocían, y apenas por escasas referencias e informaciones, los cementerios musulmanes existentes bajo el colegio La Foia y en el Derrocat (al construir el edificio Maracaibo se encontraron restos óseos).

De este modo, paso a paso, vamos construyendo el rico e interesante rompecabezas que supone el pasado de Petrer.


PARA SABER MÁS
Hay varias referencias bibliográficas que nos informan de los restos recuperados en el cementerio de la Explanada como son los artículos de Concha Navarro en la revista Festa de 1985 y 1989, así como su artículo “La vila de Petrer: de la conquista cristiana a l’expulsió dels moriscos” en el libro de 2005 Vida i mort a Petrer, editado por el Ayuntamiento.

Por último, en 2013 se publicó nuevamente en la revista Festa un artículo de José David Busquier y Fernando E. Tendero donde daban a conocer la excavación del enterramiento cuyo cráneo tiene marcas de haber llevado una diadema y que puede verse en las salas del Museo Dámaso Navarro.  

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