¿Pagarías por tener un mejor amigo?
GATITOS EN APUROS / Si hablamos de relaciones entre personas, la respuesta a la
pregunta que encabeza esta columna parece clara: no, la amistad no se
compra. Sin embargo, si nos referimos a los mal llamados “animales
de compañía”, la respuesta ya no parece estar tan clara.
Según
el Estudio anual sobre mascotas en España de 2019, elaborado por
Tiendanimal, el 50% de los/as “propietarios/as” encuestados/os
declaró que había comprado al menos a uno de sus animales. En 2014,
se comercializaron alrededor de 46.000 perros cada mes entre los
estados miembro de la Unión Europea, por un valor de más de 5,5
millones de euros mensuales, de acuerdo con el Study on the welfare
of dogs and cats involved in commercial practices.
El documento llama
la atención entre estas cifras y las registradas a través del
sistema TRACES (Sistema Experto de Control del Comercio) de la
Comisión Europea, que dan cuenta solamente de 20.779 perros y 2.287
gatos involucrados en el comercio intracomunitario. Se visibiliza así
la venta ilegal de animales potenciada por Internet. El mercado negro
de perros mueve en Europa más de mil millones de euros, de acuerdo
con la asociación internacional Four Paws.
Cuando optamos por
comprar a “nuestro” gato o perro no solo contribuimos a potenciar
estos turbios negocios. La idea que estamos apoyando con nuestro
gesto y reforzando en nuestro entorno, incluidos nuestros hijas e
hijos, es que podemos disponer a nuestro antojo de esa vida que hemos
adquirido. Con el hecho de haber pagado por ella, nos convertimos en
su “dueño/a” y ese gato o perro queda reducido a poco más que
un producto, una mercancía.
Se trata de la perversa relación que
establecemos con quien debería ser un miembro más de nuestra
familia. Puede que, por eso, resulte tan fácil abandonarlo cuando ya
no nos resulta “útil” o se “ha estropeado” (porque ha dejado
de ser joven o bonito o está enfermo).
Si no quieres participar de
todo este juego de perversiones que involucran vidas y que conllevan
mucho sufrimiento, adopta. Es la forma más sana y verdaderamente
generosa de dar entrada a tu vida a ese nuevo miembro de la familia.
Porque él dejará de ser una posesión para convertirse en lo que
verdaderamente es: un amigo sincero para toda la vida.