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martes, 23, abril, 2024
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El declive del Petrer vinícola

El declive del Petrer vinícola

En poco más de 40 años, la Cooperativa Agrícola de Petrer ha pasado de recepcionar alrededor de 300.000 kilos de uva a poco más de 6.000 kilos, con campañas que no llegaban ni a los 4.000 kilos. Unas cosechas que nada tienen que ver con las de las décadas de los 60 y 70 que superaban el millón de kilos de uva.

Antes de que la industria irrumpiese en el día a día de nuestra localidad, Petrer era un municipio agrícola, en el que la uva tenía peso y protagonismo. Las grandes y medianas fincas contaban con sus propias bodegas y en ellas se cultivaban distintas variedades de uva con el fin de que las cosechas de las vides se prolongasen durante meses, más o menos, desde julio hasta diciembre. En esas casas de campo, las vides convivían con los olivos, almendros y árboles frutales como el peral.

Eran otros tiempos, eran los propios agricultores los que vendías sus cosechas en los mercadillos. Siempre productos de temporada, nada que ver con el presente que encontramos infinidad de variedades de frutas o verduras a lo largo de todo el año, fuera de temporada. El actual presidente de la Cooperativa Agrícola de Petrer, Andrés García, recuerda como cuando era niño acompañaba a sus padres al mercadillo que se instalaba en la vecina localidad de Elda y allí, en un puesto ambulante, vendían lo que cosechaban en la Casa Cortés.

En esos años, los agricultores no solo plantaban vides de diferentes variedades de uva, sino también de árboles frutales como el peral y el manzano y de otras frutas y hortalizas, entre ellas, el melón y el tomate. De esta forma, garantizaban la producción durante las cuatro estaciones del año. La vendimia y la recolecta de las cosechas las llevaban a cabo las familias, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cada uno de ellos en la medida de sus posibilidades y, en ocasiones, se contrataba a algún temporero.

Pero la llegada de la industria todo lo cambió. Los jóvenes poco a poco fueron abandonando el campo, el trabajo de la fábrica estaba mejor remunerado y no era tan sacrificado. Desde los años 60 hasta finales de los 80, la vid sobrevivió al “boom” de la industria, con cosechas que rozaban e incluso superaban el millón de kilos de uva en alguna campaña. En la zona de alta, la de Caprala, predominaba el cultivo de secano con la variedad monastrell mientras que en la zona de la huerta de regadío destacaban las vides de uva de mesa, principalmente, barbetti blanco y tinto, rosetti, cardenali y algo de uva Aledo.

En los años 50, cuando abrió sus puertas la Cooperativa de San Isidro, las cosechas de uva alcanzaban los 800.000 kilos. Mientras que, en la década de los 70 del pasado siglo, se llegó a recoger alrededor de un millón de kilos de uva de las cepas de secano y unos 500.000 kilos de uva de mesa. Una década después, a principios de los 80, la recolecta era de unos 300.000 kilos. Unas cantidades que nada tienen que ver con las actuales campañas de la vendimia. En estos últimos años, la Cooperativa Agrícola de Petrer no ha recepcionado ni 10.000 kilos de uva.

Concretamente, en la campaña 2017-2018 fueron unos 3.200 kilos, en la 2018-2019 alrededor de 6.440 kilos y en la de 2019-2020 sobre 6.600 kilos. Unas cifras que demuestran, claramente, el declive de la vinicultura en nuestra localidad. Un declive provocado no solo por la irrupción de la industria hace ya más de 50 años sino también por la llegada de los vinos de la zona de La Mancha que provocó una bajada del precio. No hay que olvidar que, hasta ese momento, se comercializaba el 100% de la producción entre Petrer y Elda. Además, nuevos productos como los refrescos y una mayor demanda de cerveza ocasionaron que el consumo del vino a granel, que se vendía en esa entidad agraria, descendiese.

A todo ello, habría que añadir que, en la zona de regadío, los agricultores no podían pagar el elevado coste del agua; que la uva de mesa llegó a los supermercados y a todo tipo de establecimientos de alimentación Una situación que desembocó en el abandono de las vides aunque muchas de ellas no se arrancaron. Sin embargo, los agricultores dejaron de producir uva y se centraron en el almendro y el olivo, cultivos que conllevan un trabajo menos especializado que el de la viña, sus costes de producción son más bajos que el de la vid y sus rendimientos más altos.

A pesar de que desde hace unos años la campaña de la uva en la Cooperativa Agrícola de Petrer se cierra con cosechas mínimas, esta entidad agraria no tiene la intención de dejar de programarla cada año. En este sentido, Andrés García es muy claro, “las tradiciones hay que conservarlas, no podemos dejar que se pierdan”. La vendimia siempre estará presentes en la bodega de esta cooperativa, no hay que olvidar que la uva es el origen, la esencia y el alma de la Cooperativa de Petrer.

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