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domingo, 5, mayo, 2024
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El Arenal de Pruna, una “joyita” natural devorada por el “ladrillo”

El “boom” de la construcción a finales de los 60 del pasado siglo y la falta de una concienciación para la preservación y conservación del patrimonio medioambiental fueron, básicamente, las causas que originaron que el Arenal de Pruna se extinguiera en muy pocos años.

Una formación dunar que fue víctima de otros de los atentados ecológicos más graves que se han cometido en el término municipal de Petrer

Por: Amparo Blasco Gascó

Una de las “joyitas” del patrimonio medioambiental de Petrer fue el Arenal de Pruna, ubicado en la cabecera del Valle de Aguarríos. Una formación dunar que fue objeto de un atentado ecológico entre finales de los 60 y principios de los 70 del pasado siglo XX.

Eran años en los que la construcción estaba en auge en un Petrer, puramente, industrial, en el que la economía local se focalizaba en las fábricas de calzado y marroquinería.

Unos años de crecimiento, no sólo económico y urbanístico, sino también demográfico, convirtiéndose nuestra localidad en la nueva residencia de muchas familias procedentes de municipios de otras provincias, principalmente, de Albacete y, también, de poblaciones alicantinas.

En ese contexto, se inicia otro de los grandes y graves daños medioambientales que se ha llevado a cabo en el término municipal de Petrer y del que, en esta ocasión, fue víctima el Arenal de Pruna.

Los áridos como la arena y la grava eran materiales imprescindibles para las empresas constructoras, no hay que olvidar que es uno de los elementos necesarios para hacer cemento junto con el agua, convirtiéndose así el Arenal de Pruna en una “mina de oro” para los constructores.

El “ladrillo”, en esas décadas, probablemente, fuera el mayor enemigo del entorno natural de Petrer. Las constructoras arramblaban con la arena que se topaban sin tener en cuenta las consecuencias medioambientales.

En aquella época, hace ya más de medio siglo, solo había una forma de extraer esos áridos que era encontrarlo “in situ”, pasarlo por diferentes tamices y, en función de la milimetría del cedazo utilizado, se obtenía una arena más fina o de mayor grosor por lo que las empresas de ese sector se “echan como locas” que necesitan ese recurso constructivo a buscar depósitos de ese tipo de áridos.

Unos depósitos que, en esta zona, solo pueden tener dos procedencias. Una es la de carácter eólico, es decir, los arenales, y la otra son los lechos de las ramblas.

El Arenal de Pruna es el ejemplo más claro del tipo de depósito de origen eólico. Una formación dunar, prácticamente, no colonizada por la vegetación, siendo su arena limpia y de calidad. Una arena que con la maquinaría de la época se extraía con poco trabajo y esfuerzo.

De los lechos fluviales de algunas de las ramblas, que encontramos en el término municipal de Petrer, también en esos años se extrajeron áridos. En concreto, del cauce de la Rambla de Caprala a su paso por el entorno de la Casa Marco, junto al Campamento de Caprala, y por el Collado de Llops.

Incluso, se llegó a extraer arena a los pies del Arenal de L´Almorxó por donde transcurre el cauce de esa rambla que, en aquellos años, no era tan ancha como en la actualidad, sino que era muy estrechito.

Un arenal del que también, durante un tiempo, se estuvo sacando arena aunque, afortunadamente, intervino la administración local para evitar que fuera devastado como el Arenal de Pruna.

Estos son algunos de los ejemplos de los depósitos de arrastre de los que se sacaron arena para la elaboración de cemento por el “boom” de la construcción de finales de los 60 y principios de los 70 del pasado siglo.

La necesidad de encontrar una arena limpia y de calidad por parte del sector de la construcción era tal que llegaron incluso a extraer ese material constructivo en el Valle de L´Avaiol, en la zona como que se conoce como “El Derramador”.

En la actualidad, ya no se utiliza ese sistema de obtener arena recurriendo a depósitos de arena de origen eólico o de arrastre puesto que las empresas disponen de una maquinaria de gran potencia que muele las piedras calizas.

Eran años en los que las políticas medioambientales eran inexistentes, en los que muy pocos hablaban y entendían de ecologismo y en los que, al menos en el caso del Arenal de Pruna, ni la administración local ni la Confederación Hidrográfica del Júcar movieron ni una sola ficha para frenar y evitar que esa “joyita” del patrimonio natural y medioambiental de Petrer desapareciera. Ni tampoco actuaron para preservar y conservar esa formación dunar, más pequeña y con menos arena que la duna que todavía sobrevive en la partida rural de L´Almorxó, concretamente, en una de las laderas del monte de Els Cotxinets.

Eran unos tiempos en los que los que lo que más se acercaba al medio ambiente, en referencia a la naturaleza, era el excursionismo y nada más.

A día de hoy, todavía quedan restos de esa barbarie ecológica que dejó a esa duna de interior sin arena alguna. Entre ellos, encontramos restos de los diques en los que se cargaban los camiones, de las casetas en las que se guardaban las herramientas y los combustibles.

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