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sábado, 4, mayo, 2024
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Juanma y Patxi, otro ejemplo de solidaridad con Ucrania

Después de casi dos meses de la invasión rusa, la solidaridad de Petrer con el pueblo ucraniano no se ha visto mermada, todo lo contrario, las muestras de apoyo y ayuda son constantes. Un ejemplo claro de esa empatía con Ucrania, está protagonizado por dos agentes de la Policía Local de Petrer, Juan Manuel Martínez Galiana y Francisco José Rubio, “Patxi”

Desde que Rusia invadió Ucrania, hace ya más de dos meses, concretamente el 24 de febrero, las muestras de solidaridad en Petrer se han ido encadenando una tras otras. Distintas acciones como el distintos envíos de ayuda humanitaria que coordinó la concejalía de Participación Ciudadana, con la ayuda de distintos colectivos como el Grupo Abril, y en la que se implicaron ciudadanos de a pie, empresas, comercios y entidades y asociaciones de distinto índole.

El conflicto bélico que está alargando más de lo que se preveía en un principio, lo que conlleva que la tragedia y horror que está viviendo los ciudadanos de Ucrania es cada día mayor así como las necesidades básicas para poder subsistir entre fuegos cruzados, bombas y misiles.

A pesar de que conforme pasa el tiempo es más peligroso acercase a las fronteras de Ucrania con sus países vecinos para acercarles, fundamentalmente, productos de alimentación, de higiene y medicamentos, la solidaridad no ha cesado ni se ha visto mermada ni un ápice.

Un ejemplo más, entre los muchos que sigue mostrando Petrer, es el que han protagonizado dos agentes de la Policía Local, Juan Manuel Martínez Galiana y Francisco Javier Rubio.

Sentir la necesidad de “sí o sí” ayudar al pueblo ucraniano, siempre en la medida de sus posibilidades, fue lo que llevó a estos dos agentes a involucrarse en una aventura cargada de bastante incertidumbre por las circunstancias pero también emociones y sensaciones difíciles de explicar y que nunca olvidarán.

No poder quedarse de brazos cruzados ante las informaciones e imágenes que recibían de Ucrania fue clave para que estos dos agentes participaran en esta acción solidaridad. La impasibilidad, sobre ante una situación como la que esta sufriendo el pueblo ucraniano, no forma parte de sus vidas y más cuando tienes un familia e hijos pequeños como los de Juanma que, cuando partió el convoy, su hijo tenía 3 e hija tan sólo 45 días.

Una aventura que compartieron con 13 personas más formando parte de un convoy de ayuda humanitaria para Ucrania, que les llevó a recorrer cerca de 7.000 kilómetros en tan sólo cinco días pero que, a pesar de lo duro que fue, aseguran que no dudarían en volverlo hacer.

Todo empezó con una conversación con la concejala de Participación Ciudadana, Juana Ochoa, que al conocer el interés de estos dos agentes por llevar a cabo una acción solidaria con Ucrania, los puso en contacto con el Grupo Abril.

Ese contacto fue decisivo para que ambas partes movieran “cielo y tierra” con la única finalidad de organizar ese convoy cargado con un total de siete toneladas de ayuda humanitaria y financiarlo, lo que suponía tener que recurrir a familiares, amigos, compañeros de trabajo o empresas  para poder reunir en poco más de cuatro días unos 10.000 euros.

Como ellos mismos reconocen, fueron días frenéticos pero, a pesar de la falta de tiempo, se logró financiar ese “viaje humanitario” y cargar toda la ayuda en un total de siete vehículos.

En esos días, no solo el trabajo se centró en la preparación y financiación de convoy sino que, además, tuvieron que coordinarse con ciertas asociaciones extranjeras para que los objetivos de esta expedición solidaria se cumpliesen, una labor que, en este caso, llevó a cabo con éxito el Grupo Abril.

El lunes catorce de marzo esa “caravana solidaria” partió hacia la frontera de Eslovaquia con Ucrania. A un lugar concreto, que por motivos de seguridad no vamos a desvelar, por el que muchos ucranianos abandonan su país como lo hacen otros por la frontera con Polonia, pero al que no llega tanta ayuda humanitaria como en el punto fronterizo con el territorio polaco.

Esta acción, marcada por la solidaridad y la generosidad, no solo tenía como objetivo entregar esa ayuda humanitaria tan necesaria para el pueblo ucraniano, sino que también lo que pretendía Juan Manuel y Patxi era ayudar a ucranianos que ya habían abandonado su país a llegar a España.

Cuando estaban cerca del punto de entrega de la ayuda humanitaria que portaban, recibieron una llamada de unos agentes de la Policía Local de otro municipio alicantino pidiendo que atendiesen el traslado a nuestro país de cuatro refugiados ucranianos: una matrimonio mayor y una joven con su bebé.

Fue en ese momento cuando dos vehículos del convoy se separaron para dirigirse a la ciudad polaca de Cracovia para recoger a esos ciudadanos de Ucrania y regresar con ellos a España.

Las historias de los ucranianos refugiados, un matrimonio mayor ya jubilado de 65 y 71 años y una joven de tan solo 23 años con su bebe de apenas cuatro meses y medio son un claro ejemplo de las situaciones tan difíciles y trágicas que el pueblo Ucrania está viviendo por lo que muchos expertos denominan la “Guerra de Putin”.

El matrimonio mayor, que vivía en una ciudad que había sido bombardeada, lo había perdido todo, lo poco que les quedaba lo portaban en dos pequeñas mochilas de deporte. Había huido de su país por un corredor humanitario, auxiliados por el ejército ucraniano, pero que no fue respetado por los rusos, recibiendo disparos y observando como denotaban las bombas muy cerca de ellos. Mientras que la joven con su bebé había llegado a Polonia después de estar viajando tres días en un autobús, dejando a su marido, un militar del ejército de Ucrania, luchando por la libertad de su país.

Algo que llamó la atención a esos dos agentes de la Policía Local de Petrer fue la entereza y la determinación con la esa joven madre afrontaba su nueva situación y, también, la naturalidad con la que el matrimonio mayor narraba cómo había sido su salida por el corredor humanitaria, comprendiendo ambos el valor y la resistencia del pueblo ucraniano frente a la invasión rusa.

El viaje de vuelta del convoy, para que matrimonio se reencontrase con su hijo que reside en un municipio de la Vega Baja y para que el joven se abrazase con su suegra que vive en una localidad de Murcia, fue a contrarreloj, nada fácil. La salud de una de las personas mayores era delicada, debido a esa enfermedad que tanto cuesta nombrar, y requería un tratamiento de forma urgente por lo que no llegaban a tiempo suponía un grave peligro para esa persona.

Afortunadamente, llegaron a tiempo para que recibiese el tratamiento, tras reencontrarse el matrimonio y la joven madre con su bebé con sus respectivos familiares, en el punto de encuentro establecido por los voluntarios del convoy y las familias, Aspe.

Para Juan Manuel Martínez y Francisco José Rubio ser testigos de ese reencuentro, en el que los refugiados se fundían con un abrazo interminable con sus familiares que con las miradas se lo decían todo, ha sido uno de las momentos más reconfortables que han vivido y que están convencidos que jamás olvidarán.

Ambos aseguran que la satisfacción de haber podido ayudar a esos refugiados ucranianos a encontrarse con sus familias y vivir, en primera persona, ese emotivo encuentro, supera con creces todo el esfuerzo y el cansancio acumulado, sobre todo psicológico, de el viaje del convoy con ayuda humanitaria.

No descartan volver a la zona de Ucrania para ayudar a los refugiados ucranianos a viajar a España. Mientras tanto, gracias a la experiencia vivida, ayudan a otras expediciones humanitarias a cumplir sus objetivos.

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