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martes, 23, abril, 2024
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PETRER Y LOS NIÑOS DE LA GUERRA

Esta es la crónica de un acontecimiento que ocurrió en Petrer en 1936, es la historia de una acogida. Como consecuencia de la terrible Guerra Civil que azotó a España, fueron muchos los niños evacuados de Madrid y de otros puntos del territorio nacional que tuvieron que huir y desplazarse hasta distintos puntos de nuestra geografía con el fin de poder estar más seguros y protegidos. Petrer estaba en la retaguardia y aquí tuvieron lugar y se vivieron algunas de esas historias de acogida que, sin duda, marcaron la vida de sus protagonistas.

Estamos seguros de que todas ellas fueron muy especiales, pero nosotros nos referiremos a la que tuvo como protagonista al niño Gabriel Bernat Giménez. El pequeño Gabriel nació en el barcelonés barrio de Gracia el 2 octubre de 1929 y era hijo del cónsul de Uruguay en la ciudad condal. Su madre, María, procedente de Artea (Zaragoza) era la hija del veterinario de este pueblo y su madre al quedar viuda emigró, junto a sus cuatro hijos, a Barcelona en busca de una vida mejor. María era la menor de los cuatro hermanos y casó con el padre de Gabriel que murió siendo cónsul de Uruguay en febrero de 1934. Su madre se trasladó a Madrid con su hijo Gabriel puesto que allí vivía su hermana Eugenia.

Desde el comienzo de la Guerra Civil tuvieron lugar desplazamientos forzosos de personas al compás de las ofensivas del ejército sublevado y las sucesivas derrotas del ejército de la República. Al estallar la guerra en 1936, el gobierno de la República ante el avance de las tropas franquistas decidió evacuar a 3.000 niños españoles a la URSS, concretamente a Odesa, entre 1937 y 1938. Otra parte de pequeños a la provincia de Alicante. Gabriel recuerda que en la capital para dejar salir a los pequeños había dos colas y alguien le dijo a su madre que si se iba a Rusia posiblemente no volvería a ver a su hijo, como así ocurrió con la mayoría de niños cuyos padres optaron por esa opción. El ahora nonagenario recuerda como durante todo el trayecto hasta Petrer cantaban canciones, algunas de ellas con fuerte significado propagandístico.

Fue el 28 noviembre de 1936, ese día de otoño de hace ahora 86 años llegaron a Petrer procedentes de Madrid casi un centenar de niños y niñas evacuados. El viaje, en camión, duró cuatro días y los pequeños fueron repartidos entre distintas familias de acogida. Dejaron atrás los bombardeos, los sobresaltos y una vida incierta.

Y es aquí cuando entran en acción los otros protagonistas de nuestra historia Antonio Cantó Manchón conocido posteriormente por todos como Tonet el del bar y su joven esposa Mercedes Ganga Amat, natural de Sax, que fueron los padres de acogida de este niño. Ese día, después de una larga jornada de trabajo en la fábrica Tonet que era zapatero y su mujer se dirigieron al lugar donde “repartían” a los niños que habían llegado desde la capital. A Victoria, Julia, Paquita, Milagros, Carmen, Magdalena Madita, Felisa, Dioni y Saturnino ya los habían recogido. Cuando llegó el matrimonio era el único niño que quedaba, un niño lloroso y desvalido. La pareja se había casado no hacía mucho tiempo, todavía no tenían hijos y se conmovió al verlo tan solo y tan triste. Tanto Tonet como su esposa tenían un gran corazón y eran muy sensibles a los temas sociales. El propio Gabriel recuerda que era uno de los más pequeños que vino a Petrer, tenía 7 años, y que se quedó el último porque, según sus propias palabras, “espantaba” y solo hacía que decir entre sollozos: “Quiero a mi mamá, mamá”. Tonet se dirigió a él y le preguntó: “¿Quieres venir conmigo?” a lo que el niño respondió aliviado afirmativamente. Fue así como se llevaron y acogieron en su hogar a esta desvalida criatura. Una vez en casa, se pasó toda la noche llorando y acordándose de su madre que estaba en Madrid.

Gabriel era hijo del cónsul de Uruguay en España y durante su estancia en Petrer jugó un papel fundamental en su cuidado Dolores Amat mientras su hija Mercedes y su yerno Antonio trabajaban. Estuvo en Petrer dos años y durante este tiempo lo llevaron a una escuela particular, regresando a Madrid en 1938. Poco después de su regreso a la capital nació Amparo, la hija mayor de Tonet y Mercedes.

El pequeño Gabriel creció, se hizo un hombre y siempre recordó a esos padres que lo adoptaron y lo trataron como a un hijo. Fue durante la Semana Santa de 1970, 32 años después de que se marchará cuando decidió volver para reencontrarse con esos padres que lo habían tratado con tanto cariño. Aunque no había vuelto al pueblo siempre tenía presente a su familia y en Petrer, aunque no sabían nada de él siempre lo recordaban y se preguntaban qué habría sido de su vida. Cuando volvió a nuestro pueblo se fue directamente a recabar información del Ayuntamiento pues tan solo recordaba los nombres de sus padres adoptivos “el Sr. Antonio, la Sra. Mercedes y la abuela la Sra. Dolores”. En el Ayuntamiento con tan escasa información poco lo pudieron ayudar. Por otra parte, Antonio en Petrer era conocido por todos como Tonet y en el Ayuntamiento decidieron mandarlo a la casa de otro evacuado Saturnino que también vino en aquella expedición y se había casado en Petrer con Victoria Sanbartolomé. Satur y Victoria tampoco pudieron ayudar mucho, pero casualmente eran vecinos de Amparo, la hija mayor de Tonet y, casualidades del destino, en ese momento ella apareció por la casa del matrimonio. Gabriel, junto a su esposa y su hijo, ya salían de la casa y Amparo se interesó por saber quiénes eran esas personas forasteras. Al contárselo Victoria fueron corriendo a buscarlos y decirles que ya habían encontrado a la familia que buscaban. El reencuentro fue muy emocionante pero desgraciadamente solo vivía Tonet, su esposa había fallecido un año antes y la abuela hacía unos meses. Él nunca olvidó esos dos años en Petrer junto a una gente buena que lo crió como a un hijo.

Aquel niño que vino a Petrer con el tiempo fue diplomático, en la actualidad vive en Barcelona y tiene 93 años. Es un hombre sencillo, amable y carismático que ha estado varias veces en Petrer y sigue manteniendo contacto con su familia petrerina. Regresó en 2000 con motivo de la capitanía del hijo de Tonet, Antonio Cantó Ganga y de su hijo Gabriel que, por cierto, lleva el nombre de aquel niño de acogida que a pesar de los años transcurridos guarda en su corazón la bondad de estas personas que en una época de penalidades compartieron su vida con él y el destino y la educación que recibió lo convirtieron en un hombre de bien. La última vez que estuvo en nuestro pueblo fue en el 2006 cuando murió Antonio Cantó Ganga, el hijo de Tonet, despidiendo el duelo como un hermano más. Gabriel fue un niño de acogida que ha llevado a Petrer siempre en el corazón

Esta crónica está dedicada a Tonet y a Mercedes, a Dolores y, junto a ellos, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que abrieron sus corazones para acoger a estos pequeños desvalidos. Entre ellos, Jaime Bernabé y Cecilia Navarro, Julio Sarrió y Carmen Llobregat, Diego y Josefa la Paneta, Sebastián y Remedios, Antonio y Bartolomé Planelles, Francisco Mollá l’Hereu y Magdalena Montesinos, Regina Brotons, Víctor Montesinos, Rosendo García Pelele, Daniel Espí, la tía Candela y a todas aquellas familias de Petrer que supieron compartir con estos niños sus escasos recursos y contribuyeron hacer más llevadera la desgracia de estos pequeños que tuvieron que abandonar a sus familias por la guerra. Hoy con el paso del tiempo y sin olvidar estos sencillos, pero a la vez tan grandes gestos, solo podemos darles las GRACIAS.

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