Las guindillas y chiles son “parientes” de los pimientos dulces, con los que comparten similares exigencias de cultivo, siendo plantas anuales fáciles de sembrar que se pueden plantar tanto en una maceta como en un huerto urbano. Además, sus frutos son muy decorativos, pudiendo encontrarlos de color rojo, amarillo, blanco e incluso negro
El primer paso que hay que dar para sembrar guindillas o chiles en un tiesto es adquirir semillas en un establecimiento especializado en productos agrícolas.
En cuanto a las dimensiones de la maceta, en la que cosecharemos las guindillas o chiles, lo recomendable es que tenga una capacidad de unos 12 libros, es decir, que sus medidas sean de alrededor de 27cm de diámetro y 22cm de altura.
Una vez contamos con el tiesto, iniciaremos la preparación de la tierra mezclando a partes iguales fibra de coco y sustrato universal, pudiendo aportar un extra de nutrientes añadiendo humus de lombriz, aunque es opcional, finalizando la preparación con el riego del sustrato.
A continuación, con un dedo hacemos un pequeño agujero de unos 2cm e introducimos la semilla. En el caso que plantemos más de una, dejaremos un especio entre ambas para que las raíces puedan desarrollarse sin problemas,
Respecto al riego, cabe recordar que debe de ser moderado, cada cuatro días y, en pleno verano, cada tres días, pero solo cuando el sustrato esté poco húmero, nunca cuando esté encharcado. Mientras que aplicaremos un abono cuando cuente la planta cuente con seis hojas verdes, cada tres riegos, preferentemente líquido puesto que las raíces lo absorberán de forma más rápida. La dosis aconsejable de fertilizante 0,5-1 ml/litro de agua.
En ocasiones, suele pasar que esta variedad de pimiento picante crece y sus frutos son muy pesados, por lo que se recomienda colocar un tronco o palo delgado al lado y atarlo a las ramas más grandes de la planta con la ayuda de cuerdas finas para evitar que se doble.