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sábado, 27, abril, 2024
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Amalisa Esteve Tortosa

Delegada de Manos Unidas de San Bartolomé

Amalisa Esteve Tortosa, actual delegada de Manos Unidas de San Bartolomé, es voluntaria desde hace más de medio siglo, siendo homenajeada por esa labor. Un reconocimiento que, para ella, no es personal sino al buen trabajo que, en Petrer, vienen realizando los voluntarios desde esta ONG

Amalisa, enhorabuena por ese reconocimiento que has recibido de Manos Unidas por tu labor en esta ONG en Petrer

Gracias, no me lo esperaba. Pero, de todas formas, considero que no es un reconocimiento personal, yo soy solo la cabeza visible de Manos Unidas de la parroquia de San Bartolomé.

¿Y eso?

Como yo hay muchas voluntarias que llevan años implicadas en Manos Unidas y que, como yo, han trabajado y siguen trabajando a día de hoy. Considero que es un reconocimiento al trabajo bien hecho que, desde hace casi 60 años, viene realizando Manos Unidas de San Bartolomé con el único objetivo de contribuir a que se erradique la pobreza.

¿Desde cuándo formas parte de Manos Unidas de San Bartolomé?

Pues desde que el grupo de mujeres de Acción Católica organizaron la primera campaña de Manos Unidas en Petrer, en el año 1965, tenía 19 años y empecé postulando. En aquella época la campaña se ceñía en los sobres que se repartían y recogían en las misas y en el postulado.

Podemos decir que las pioneras fueron, entre otras, Amparín Chico de Guzmán, Mercedes Navarro, “la de Masses” y Antoñita Cremades.

A día de hoy, Manos Unidas San Bartolomé cuanta con 40 voluntarios, ¿todos provienen de Acción Católica?

No, podemos decir que Manos Unidas nació gracias a la inquietud e iniciativa de las mujeres de Acción Católica pero, con el tiempo, se han ido integrando otros grupos parroquiales como el de Cursillistas, la HOAC y el de Catequistas.

Volvamos a las campañas, ¿las de ahora no tienen nada que ver con las primeras que se lanzaron?

Así es. En la primera etapa de Manos Unidas de San Bartolomé, no se trabajaba para financiar un proyecto concreto sino que todo lo que recaudaba con los sobres y la postulación se entregaba a la entidad y ya está.

¿Cuándo se decidió cambiar la forma de afrontar la campaña?

Fue en 1985, ese año el grupo de Acción Católica se implicó al cien por cien en Manos Unidas y Vicenta Jover asumió la delegación de la parroquia de San Bartolomé. En ese momento, empezamos a darle más contenido a la campaña, a trazar más objetivos para poder financiar proyectos.

¿Cómo fuiste consiguiendo alcanzar objetivos?

Empezamos a poner en marcha diferentes iniciativas como cada domingo, una vez finalizada la celebración de la primera Eucaristía del día, ofrecíamos desayunos en la Plaça de Baix. Además, empezamos a programar cada año, coincidiendo con el desarrollo de la campaña, la Operación Bocata, una merienda-cena a base de pan, aceite y tomate.

¿Cuándo abristeis El Rastrillo por primera vez?

Más o menos por esas fechas, a finales de la década de los 80 del pasado siglo. El origen de El Rastrillo fue una exposición de cuadros de Ricardo, el marido de Vicenta Jover, que falleció hace unos meses.

A partir de esa exposición, pensamos que, además de cuadros, podíamos vender más artículos y, de esa forma, recaudar más dinero para el proyecto que decidiéramos financiar ese año.

Así que, por una parte, un grupo de mujeres de Acción Católica empezaron a confeccionar delantales, bolsas de pan y pequeños manteles, otras se encargaron de visitar comercios, empresas y fábricas para que donaran artículos de los que vendían o fabricaban como zapatos, bolsos, ropa y otros complementos y poco a poco fuimos consolidando El Rastrillo.

La Operación Maceta es otra de las iniciativas estrella de la campaña, ¿no?

Desde luego. Estoy más que agradecida al grupo de Cursillistas que cada año se encargan de esta acción solidaria. Es una iniciativa que ha tenido una gran aceptación desde que se llevó a cabo por primera vez, llegando algún año ha repartir 1.200 macetas. Este año, teniendo en cuenta que no estamos viviendo una buena situación, hemos decidido encargar 700 macetas que, también, es una cantidad considerable.

Desde 1965 son muchos los proyectos que habéis financiado, ¿hay alguno que sea especial por algún motivo?

A partir de 1985, cuando la campaña empezó a tener más contenido, empezamos a financiar en su totalidad el presupuesto del proyecto. Pero hace unos años, conforme empezó a encarecerse la vida, acordamos que el coste del proyecto seleccionado fuese asumido entre todas las parroquias de Petrer y Elda ya que para una sola era, prácticamente, inviable.

Todos los proyectos son especiales porque la finalidad siempre es ayudar a quien más lo necesita. Pero el de este año 2023 es algo especial para mí porque se va a desarrollar en la ciudad de Belén y, además, todo lo que se recaude se va a destinar a un Taller de Formación Mecánica.

Hasta ahora los proyectos estaban relacionados con la construcción de escuelas, pozos, aulas de colegios o dispensarios y no con la formación específica de un oficio.

¿Los jóvenes se implican con Manos Unidas?

Nosotras ahora estamos contentas porque contamos con tres nuevas voluntarias jóvenes: Nieves, Vanesa y Pilar. Lo cierto es que las personas, principalmente los jóvenes, tienen miedo al compromiso y al sacrificio pero, a la vez, es muy gratificante. De verdad, ayudar al que lo necesita dedicando horas de tu día a día recompensa con creces ese compromiso que adquirieres y el sacrificio que puedas realizar.

¿Petrer es un pueblo solidario?

Es muy solidario, tengo que reconocer que son muy pocas las puertas que se nos han cerrado cuando hemos tocado. Pero la generosidad y la solidaridad de Petrer hacen que ni te acuerdes de esos pequeños “chascos” que de forma puntual has tenido que vivir.

Por último, desde 2016 estás al frente de Manos Unidas como delegada de la parroquia de San Bartolomé, ¿cómo lo lleva tu familia?

Muy bien. Es más, estoy más que agradecida del apoyo que he recibido y sigo recibiendo de mi marido Germán y de mi hija María. Además, estoy muy contenta y orgullosa de que mi hija Pilar sea la delegada de Manos Unidas de la Iglesia de la Santa Cruz.

La verdad es que sin el apoyo de ellos hubiera sido muy difícil primero ser voluntaria más de 50 años y después ser la delegada de Manos Unidas de San Bartolomé desde hace ocho años.

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