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jueves, 25, abril, 2024
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El último carbonero de Petrer

Texto: Amparo Blasco Gascó

Eduardo Tortosa Sáez llegó a Petrer desde el municipio valenciano de Vallada, su pueblo natal, nada más casarse con Angelina Amat Morant, hace alrededor de 97 años. Aquí, desde el primer día, ejerció el oficio de carbonero, llegando a tener tres puntos de venta.

En los años 20 del pasado siglo, un joven del municipio de Vallada, Eduardo Tortosa Sáez, decidió trasladarse a Petrer para convertirse en carbonero, ejerciendo este oficio durante décadas, más o menos hasta mediados de los años 60, dejando el testigo a uno de sus hijos, Pepe, que, con la llegada del butano, dejó de dedicarse al mundo del carbón, puesto que el otro hijo, Eduardo, había fallecido muy joven, con tan solo 32 años.

Eduardo y su esposa, Angelina Amat Morant, echaron raíces en Petrer donde tuvieron cuatro hijos, Elisín, Eduardo, Angelita y Pepe, dedicándose toda la vida a abastecer de carbón a los vecinos del pueblo que los acogió.

De la calle Prim, se trasladaron al Carrer Nou, que por aquellos años se denominaba Julio Román. Allí, adquirió tres inmuebles, en uno de ellos abrió la carbonería, en otro una verdulería y el tercero era la casa familiar que, en la parte de atrás, tenía las cuadras para su recua de mulas que compartían espacio con, al menos, un cerdo y una cabra.

Cuando llegó a Petrer, para conseguir el carbón vegetal subía a los montes de Catí y El Cid, pero, años después, Eduardo decidió viajar a la localidad ciudadrealeña de Puertollano donde permanecía varios meses y regresaba una vez había cargado varios vagones de tren. Una vez descargado el carbón, lo transportaba al Carrer Nou para almacenarlo en los sótanos de la vivienda, verdulería y carbonería, que se comunicaban entre sí.

Eduardo abrió otras dos carbonerías, una en la Plazoleta Ramón y Cajal, a espaldas de la iglesia de San Bartolomé, y otra en la calle Brigadier Algarra, a la altura de la confluencia con Virrey Poveda. Aprovechó esos dos despachos de carbón para construirles a dos de sus hijos una vivienda cuando decidieron contraer matrimonio. En concreto, para Elisín en la placeta de atrás de la parroquia y para Eduardo, en la de Brigadier Algarra, mientras que en el momento en que se casó su hijo Pepe, levantó una altura en la vivienda familiar del Carrer Nou.

Eduardo “El Carbonero” era un hombre muy inquieto y un gran emprendedor. Prueba de ello es la apertura de esa verdulería que se proveía de las cosechas de la huerta que tenía en lo que hoy es la calle Constitución donde, años más tarde, los terrenos le fueron expropiados para la construcción de las viviendas de las calles La Huerta y Constitución.

Además, era habitual que se desplazara en su carro a otros municipios más grandes como Elche para adquirir diferentes alimentos que ponía a la venta también en ese establecimiento de verduras y frutas.

Cuando llegaba la temporada de la fruta de verano, era habitual verlo a las puertas de su casa atendiendo un puesto de venta de melones. Por aquella época eran muchos los vecinos de Petrer que transitaban por aquella calle para acceder a las plazoletas de las ermitas, aprovechando el buen tiempo de las noches estivales para comerse un melón a la fresca.

Angelita, una de sus hijas, recuerda que, en una ocasión, a su padre no se le ocurrió otra cosa que comprar un vagón repleto de bellotas que, entre ella y sus hermanos, se las “vieron y desearon” para venderlas.Incluso tuvieron que desplazarse a la vecina localidad de Elda para poder “quitárselas” de encima. Esos frutos, para algunos animales como los cerdos y las ardillas, suponían un verdadero manjar.

Tanto en las carbonerías como la verdulería, Eduardo “El Carbonero” iba adaptándolas a los tiempos que corrían. Cuando llegó el petróleo comerció con él y lo vendía en los despachos de carbón vegetal, pero con el “boom” del butano ya todo terminó. Las cocinas de gas camparon a sus anchas en las casas de los vecinos de nuestra localidad, el tradicional brasero de carbón cayó en desuso y, como consecuencia de la aparición de otros tipos de energía, sus carbonerías fueron cerrando, al igual que el establecimiento de verduras y frutas.

Aunque no era natural de Petrer, Eduardo se adaptó sin problemas, participando en la vida social y festera de aquellos tiempos. Fue fundador y primer tesorero de la comparsa Labradores, participando activamente hasta que las fuerzas y el cuerpo se lo permitieron.

Muchos lo recordarán a caballo junto a otros festeros de la comparsa como José Poveda, conocido como Pepe “el de la Agrícola”, José María Bernabé y Ezequiel Payá, entre otros.

La familia de Eduardo “El Carbonero” no asumió ningún cargo festero porque, como muy bien recuerda su hija Angelita, hasta los días de Fiesta trabajaban, mantenían abiertas las carbonerías y la verdulería. Pero eso no fue impedimento para que participasen en los actos como el año que su padre encargó una carroza que estaba tirada por dos burritos inanimados, montados por los hermanos “Carboneros”, Eduardo y Pepe, y detrás, las hermanas Tortosa Amat, vestidas de labradoras, acompañas de dos primas de Valencia que se vistieron de valencianas para la ocasión.

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