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sábado, 20, abril, 2024
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Javier Jover Maestre

Catedrático de Prehistoria

Javier Jover Maestre es un petrerense que desde niño ha sido un apasionado de la arqueología. Licenciado en Historia, tras muchos años de trabajo y esfuerzo, como investigador y docente, es el nuevo catedrático de Prehistoria de la Universidad de Alicante

Antes de nada, enhorabuena por esa cátedra

Muchísimas gracias

¿Cómo ha sido el camino hacia esa cátedra?

No ha sido fácil. Me licencié en Historia en el año 1991. Después hice la Tesina y la Tesis Doctoral en Antigüedad y, a partir de ahí, como no había posibilidades de entrar en la Universidad de Alicante, fui combinando, durante los siguientes diez años, trabajos de arqueología de campo, contratado por empresas privadas, con la dirección de los museos de Petrer y Aspe y con la docencia como profesor asociado. Desde el año 2009 he sido profesor titular del Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante.

Aunque eres catedrático de Prehistoria, siempre has estado muy relacionado con la arqueología, ¿no?

Así es, pero no podemos olvidar que la Prehistoria y la Arqueología van de la mano. La única diferencia es que la prehistoria se ocupa de las sociedades más antiguas de las que no existen documentos escritos, mientras que la arqueología es más genérica.

Comentabas que has estado al frente de dos museos, ¿cómo fue tu experiencia en el Museo Histórico de Aspe?

En Aspe, estuve tan solo dos años y me centré en el reconocimiento de la colección museográfica como museo puesto que, en esa época, se requería que fuera reconocido, a nivel estatal, como museo porque no lo era todavía. También, empecé a programar y a desarrollar actividades dentro de las propias dependencias museísticas, tanto para escolares como para el público en general, con el fin de dinamizarlo. Entre otras, organicé algunas exposiciones de materia arqueológica y, también, puse en marcha unas jornadas sobre el Castillo del Río, un paraje bastante importante desde un punto de vista patrimonial y natural, para ponerlo en valor.

Y de Aspe a Petrer

Pues sí. En el año 2001, saqué la plaza de funcionario como director del Museo Dámaso Navarro y gestor del patrimonio del Ayuntamiento de Petrer y regresé a mi pueblo a trabajar hasta el 2007.

Aquí también tuve que realizar el reconocimiento como museo de la colección museográfica que contaba, principalmente, con fondos del Grupo Arqueológico Dámaso Navarro y donaciones de piezas de etnología. Durante mi etapa como director, se llevó a cabo todo el proyecto museístico de las casas-cuevas de la ladera del castillo-fortaleza, la restauración del Nido de Ametralladoras del Altico y el proyecto del Museo de la Fiestas aunque no se desarrolló y, también, trabajamos en la varias opciones para cambiar la ubicación del Museo Dámaso Navarro de la Plaça de Baix a otros espacios pero fue cuando dejé la dirección para irme a trabajar a la Universidad de Alicante. El traslado llegó años después con Fernando Tendero como director de esas instalaciones museísticas.

¿Satisfecho con ambas experiencias?

Sí porque, en ambos casos, puse en marcha dos instituciones museísticas que, en la actualidad, creo que las dos tienen una dinámica de trabajo bastante aceptable y están muy presentes en la sociedad de sus municipios.

Volvamos a la arqueología, ¿cuándo empezó a interesarte?

Cuando era un niño, tendría unos 7 u 8 años, un amigo de mi padre, al que le gustaba mucho la arqueología y la cultura general, me llevó un día a visitar el Museo de Villena. Una vez allí, me impactó más ver restos humanos con puntas de flecha que el Tesoro de Villena y las explicaciones de José María Soler también me impresionaron, llegando a generarme curiosidad por todo ese mundo.

Esa experiencia hizo que cuando apareció, en el año 1975, el primer mosaico romano en la calle Constitución, a escasos metros del Consistorio, nada más salir del colegio me iba corriendo, directamente, a ver las excavaciones. Me acuerdo que, incluso, quería excavar. (risas). Y, a partir de ahí, esa pasión nunca la he perdido. Una pasión que arrancó en la infancia, que no sabes por qué te motiva, y con el tiempo te vas formando y te vas dando cuenta en qué consiste la profesión de arqueólogo.

Cuando estás en una excavación y encuentras algún resto arqueológico, ¿qué sientes?

Realmente, los hallazgos en sí son una parte de un proceso de investigación porque el objetivo no es hacer descubrimientos ni encontrar nuevos restos de materiales sino el de conocer las sociedades y las personas que están detrás de todos esos objetos hallados: qué hacían, cómo vivían, cómo se relacionaban o qué características tenía su sociedad. Todo eso es el atractivo que a mí me mueve, descubrir un poco qué somos y cómo nos hemos organizado a lo largo de la historia.

Puede llamar un poco la atención que siendo la arqueología una de tus pasiones, has decidido enfocar tu vida profesional a la docencia, ¿por qué?

La docencia también me atrae, además, podemos decir que va todo unido. Vamos a ver, investigar para ti solo no tiene ningún sentido, la investigación es para formarnos más, conocer más el pasado, para conocernos más a nosotros mismos. La propia investigación va unida a la docencia como mecanismo y forma de trasmitir todo ese conocimiento a personas que, en principio, están interesadas y comparten las mismas inquietudes de uno. No hay que olvidar que la docencia es muy importante porque, además, permite que, generación tras generación, se pueda mejorar cómo somos, cómo vivimos y lo que hemos sido.

Pero, ¿compaginas la docencia con las excavaciones arqueológicas?

Sí, claro. En estos momentos, llevamos en marcha dos proyectos, uno con el Museo Arqueológico de Alcoy, en el yacimiento Mas d´En Miró, y el otro con la entidad museística de Jumilla, concretamente, en el Cerro del Tío Pimentón.

Hablemos de Petrer, en estos momentos, está siendo actualidad por los últimos hallazgos arqueológicos, ¿es importante apostar por este tipo de actuaciones?

Por supuesto. Ya se tenía constancia de la presencia de restos romanos en la zona en la que se encontraba Villa Petraria, Plaça de Baix e inmediaciones, pero ha sido muy importante que, en estos últimos años, el Ayuntamiento haya decidido intentar documentar, en la medida de lo posible, los restos que pudieran encontrarse en todo ese espacio.

Siendo petrerense y un apasionado de la arqueología, ¿cómo lo estás viviendo?

Más que los hallazgos en concreto, que también, lo que me enorgullece es que Petrer está siendo, en la actualidad, a nivel de arqueología y de gestión del patrimonio, un referente en la Comunidad Valenciana, algo que es impagable. Hoy por hoy, la gestión que se está realizando es un modelo a seguir por parte de muchísimos municipios de todo el territorio español.

Además, me enorgullece porque, de algún modo, yo me siento también partícipe de ese proyecto que, evidentemente, inició el Grupo Dámaso Navarro y que está teniendo un desarrollando magnífico con todo el trabajo que viene desarrollando Fernando Tendero, actual director del museo, y Fernando Portillo, concejal de Cultura y Patrimonio. Y sin olvidarnos que, actualmente, de los museos locales de toda la provincia de Alicante, uno de los mejores, sin duda, es el de Petrer.

Por último, Javier, ¿cómo afrontas esta nueva etapa como catedrático de Prehistoria?

La posibilidad de acceder a la máxima categoría, en este caso, de la Universidad de Alicante es un motivo de orgullo, pero, también, de motivación para seguir profundizando más y poner más ímpetu en lo que están haciendo. Así que contento y con ganas de seguir desarrollando la labor de investigación y docencia en el ámbito universitario.

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