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jueves, 2, mayo, 2024
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Berta Amorós Maestre

Entrevista de: AMPARO BLASCO GASCÓ.

30 años luchando contra la anorexia

Berta Amorós Maestre lleva más de media vida luchando contra la anorexia, un trastorno alimenticio que se ceba en muchos jóvenes. A sus casi 39 años, es un claro ejemplo de superación y ha decidido hablar alto y claro de lo que supone para una persona enfrentarse a una enfermedad mental en la que las recaídas son fáciles y las consecuencias muy graves

Berta, lo primero es preguntarte cómo te encuentras en estos momentos

Bueno, ahí vamos. Mejor que hace unos meses que tuve una recaída, pero con ganas y fuerzas para seguir adelante a pesar de que soy consciente de que el camino no es fácil.

Son muchos años luchando contra esa enfermedad, ¿cuál fue el origen?

En un principio, fue el acoso escolar. Ahora se habla mucho de ese tema, del bullying, pero hace 30 años daba la sensación de que eso era cosas de niños, al menos esa era mi percepción.

Los primeros síntomas florecieron con tan solo nueve años y mi primer ingreso fue a los 11 años, llegué a estar en coma y un mes entubada. Lo más triste de todo era el  sentimiento de culpabilidad que me invadía, que me acompañaba a todas partes.

Si eras la víctima, ¿por qué te sentías culpable?

Es difícil de entender pero, cuando tus compañeros de clase y del colegio en general se burlan de ti porque eres de constitución grande y más alta que los niños de tu edad, te pegan, te insultan, incluso, me llegaron a meter en una papelera. Una piensa todo eso pasa porque no le gustas a nadie y la culpa es tuya, no de los otros.

Llega un momento en el que te sientes inferior a todos y más cuando, incluso, hasta un maestro, en una clase en la que estábamos hablando de los animales marinos, llega hasta compararte con una ballena delante del resto de compañeros.

Ante eso, ¿una niña cómo reacciona?

Pues, como te decía, sintiéndote culpable de todo y cerrando la boca, tanto para comer como para contar lo que me estaba pasando, lo que estaba sufriendo.

Para que se me entienda, era como “yo me siento mal, me maltrato, no voy a dejar que lo haga otro” y dejas de comer y piensas, en más de una ocasión, en el suicidio como única salida a todo ese infierno que vives.

¿Pensabas que, si no comías, todo iba a cambiar?

Desde luego, piensas que dejando de comer voy a gustar, a agradar a los demás y, de esta forma, en el colegio, dejaría de estar apartada por el simple hecho de ser diferente, físicamente, a los demás. Ten en cuenta que, a esa edad, duele mucho sentirte apartada y rechazada por el resto de compañeros.

Mi objetivo no era otro que verme más delgada porque así, pensaba yo, que me incluirían en el grupo y tendría amigos para salir. Además, sacaría mejores notas y el sentimiento de culpabilidad desaparecería.

¿Entras en bucle?

Sí, efectivamente. Es como “la pescadilla que se muerde la cola” porque no hay que olvidar que la anorexia es un trastorno alimenticio que se considera una enfermedad mental que no es nada fácil de  superar, de ahí, que se pueda recaer por mucho que uno no quiera, porque nadie elige una enfermedad, en este caso, yo no elegí ser anoréxica. Fueron las circunstancias las que, en cierto modo, me “empujaron” a ella.

Es duro oirte hablar de suicido

Ya sé que es complicado entenderlo, pero cuando no quieres sufrir más, cuando ya te ves sin fuerzas para llevar ese peso encima, te consideras la “oveja negra de la familia” porque eres consciente de que tu entorno sufre por ti, solo quieres cerrar los ojos y no volverlos a abrir.

Después de ese primer ingreso a los 11 años, ¿ha habido muchos más?

Lamentablemente, sí. Varios, a pesar de que mis padres han hecho lo imposible para que lograrse vencer la enfermedad.

A ver, a los 15 años estuve ingresada tres meses en el Hospital General Universitario de Elda, a pesar de no contar con una unidad específica para enfermedades relacionadas con el trastorno alimentario. Tres años después, volví a estar ingresada en el mismo centro hospitalario.

Cuando tenía alrededor de 28 años, estuve en el Centro de Día de PREVI, coincidiendo con otra recaída. Allí iba desde las 08:00 hasta las 18:00 horas, desayunaba, comía y merendaba, bajo el control de los especialistas.

Dos años más tarde, de nuevo, sufrí una recaída por lo que estuve ingresada un par de meses.

Y los dos últimos fueron recientemente. El primero, de mayo a octubre de 2021 y el segundo de septiembre a diciembre de 2022. En ambos, estuve en la Unidad de Trastornos Alimentarios, UTA, del Hospital General de San Juan. El alta del último ingreso me la dieron víspera de Nochebuena.

Entre ingreso e ingreso, te diagnosticaron Síndrome de Guillain-Barré

Así es. Lo que supuso tres años en silla de ruedas con una parálisis desde el pecho hasta los pies y una rehabilitación muy dura pero que me ayudó a recuperarme, logré volver a andar y a recuperar la movilidad.

Fue una etapa muy complicada porque a la enfermedad se unió la separación y el divorcio, después de doce años, de mi pareja.

En esos momentos, en mi vida jugó un papel muy importante Julia Díaz, a la que estoy más que agradecida. Nunca podré pagarle todo lo que hizo por mí.

Berta, eres una verdadera superviviente y muy valiente por hablar tan claro de un tema como es la salud mental

Mira, hay que dar visibilidad a las enfermedades mentales porque, aunque cada vez se habla más de ellas todavía, en pleno siglo XXI, siguen estando estigmatizadas socialmente.

Además, si dar a conocer mi caso, sirve de ayuda a otras personas que están pasando por lo mismo o por otro tipo de enfermedad mental, para mí ya es suficiente. No podemos olvidar que, en el caso de los trastornos alimenticios, se disponen de pocos medios. Por ejemplo, asociaciones para ayudar a las personas que las padecen, en la comarca no hay ni una; pocas Unidades de Trastornos Alimentarios en centros hospitalarios y los hospitales que disponen de UTA cuentan con listas de espera interminables.

Ante este panorama, como te decía, si puedo ser un ejemplo de superación para otras personas, contaré mi caso las veces que haga falta y si alguien se pone en contacto conmigo no dudaré ni un instante en ayudarle.

¿De dónde sacas fuerzas para levantarte cada vez que recaes?

Sinceramente, no sé de dónde saco las fuerzas, uno de los profesionales de la UTA del Hospital de San Juan me dice que soy como el Ave Fénix, que resurge de sus propias cenizas.

Aunque, en la actualidad, reconozco que las fuerzas me las da mi hija, Vega, que ya ha tenido que vivir dos ingresos y no quiero que pueda sufrir más. Es pequeña, pero se da cuenta de las cosas. En la carta a los Reyes Magos, además de algún juguete, les pidió que su madre no estuviera más tiempo en el hospital.

¿Para ella eres un referente?

Soy un referente, pero, además, quiero ser un ejemplo. Eso es lo que me mueve ahora a seguir adelante, a cuidarme y a seguir luchando para lograr vencer a esta enfermedad mental.

¡Seguro que lo consigues!

Ahí estoy, voy dando pasos, aunque sea cortitos. Ahora voy a comer todos los días a casa de mis padres y, si después de comer, me siento mal pues me voy a dar un paseo o a ver fotos en el ordenador con mi padre y así dejo de pensar. Además, me siento a cenar todos los días con mi hija y eso para mí es un gran paso.

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