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lunes, 6, mayo, 2024
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Urbano Serrano Fernández

Director Comercial de Raminatrans Elche

Urbano Serrano Fernández es un petrerense que hace 32 años decidió, aconsejado por su padre, abandonar el sector del calzado y enfocar su vida profesional en el mundo del transporte. Empezó desde bajo como mensajero en ServiPau pero no dudó en formarse y ascender profesionalmente. Después de más de tres décadas y tras haber pasado por una de empresas de Alicante y otra de Murcia, en la actualidad es el Director Comercial de la Oficina de Elche de Raminatrans y Responsable de los Agentes Latinoamericanos de esta empresa de transporte internacional

Urbano, ¿por qué decidiste dejar el sector del calzado y decantarte por el del transporte?

Trabajaba en el taller de calzado de mi padre, CLAMIR, y fue él quien, un día, me dijo que debería buscar un trabajo que no estuviera relacionado con los zapatos. Seguí el consejo de mi padre y empecé a trabajar en la empresa de Pablo Carrillos, Servipau, como mensajero.

Ese fue mi primer contacto con el mundo del transporte, como mensajero, gracias a uno de los mejores consejos que me ha dado mi padre en mi vida porque desde hace 32 años no sé lo que es estar un día parado.

¿Y a partir de ahí?

Empecé a formarme en comercio exterior y transporte internacional y he ido pasando por los diferentes puestos hasta que he llegado al cargo que hoy en día ocupo, el de Director Comercial de la Oficina de Elche de Raminatrans y Responsable de los Agentes Latinoamericanos de esta empresa transitaria, es decir, somos intermediarios entre las navieras y las empresas exportadoras o importadoras.

Profesionalmente, ¿has alcanzado los objetivos que te marcaste cuando iniciaste tu andadura en el sector del transporte?

Desde luego que los he alcanzado. A día de hoy, por mi puesto de responsabilidad en la empresa que trabajo, diariamente, hablo como mínimo con unos 15 países diferentes, coordinando transportes con compañías marítimas o aéreas latinoamericanas. A ello, ha que sumar lo que supone una dirección comercial que abarca Alicante y Murcia y mi cartera de clientes muy importantes de distintos puntos de la geografía española como las Islas Canarias o las Islas Baleares.

¿Te sientes realizado profesionalmente?

Plenamente, todos los días me levanto con una felicidad que hace que me vaya feliz a trabajar. Me gusta mi trabajo, es muy dinámico y me permite establecer relación con unas 30 personas diferentes, unas de forma personal y otras vía telefónica.

Además, es un trabajo que me permite viajar a lo largo del año, participando en ferias, en misiones comerciales, atendiendo a agentes de vienen a España o a visitar a otros de otros países.

Con un trabajo como el tuyo, ¿el apoyo de la familia es fundamental?

Ha sido un entendimiento por ambas partes. Tengo dos hijos ya mayores, Urbano y Mari Nieves, que no viven en Petrer por motivo laborales pero que están fuera desde que se fueron a estudiar a Valencia hace unos 10 años.

Desde entonces, estamos solos mi mujer Nieves y yo y su apoyo, ahora, es muy important. Pero como te decía, que la familia entienda mi trabajo ha sido fundamental.

¿Sufriste el Síndrome del Nido Vacío?

Cuando se marcharon a estudiar a Valencia, tuvimos, en cierto modo, que reinventarnos. Y, claro, que no sufrimos, muchísima tristeza durante muchos meses. De la noche a la mañana, las habitaciones vacías, no tienes que esperar a que lleguen a casa por la noche, sillas vacías en la mesa a la hora de comer o cenar y uno no está preparado para eso, ni el padre ni la madre.

Lo cierto, aunque parezca extraño, es que tienes que empezar una nueva vida con tu pareja y eso cuesta mucho porque, después de casi una década, todavía no nos hemos hecho a la idea.

Tus padres y tus hermanas también son muy importantes para ti, ¿no?

Por su puesto y también la familia de mi mujer Nieves. Siento un gran respecto a mis raíces, a la familia de mi padre Társilo, oriundo de Pétrola, como a la de mi madre, procedente de Moratalla, que se conocieron en Petrer y fueron los que me dieron la vida a mí y a mis hermanas Clara y Miriam.

Me siento muy feliz de pertenecer a la familia Serrano-Férnandez junto a mis padres, hermanas, cuñados, sobrinos, primos y tios.

Pero, también, es importante en mi vida la familia de mi mujer Nieves. A lo largo del año, mi familia y la suya tenemos la oportunidad de compartir buenos y agradables momentos.

¿Qué momentos han marcado tu vida?

Más de uno. El primero fue estudiar en el colegio Santo Domingo de Orihuela. Allí estuve interno y solo venía a Petrer los fines de semana, eso me hizo ser independiente y madurar.

También me marcó mucho hacer el Servicio Militar en Cruz Roja Petrer, eso me hizo más humano y empático. Eres joven y te enfrentas a situaciones, en ocasiones, bastante adversas para las que no estás preparado, pero de esa época solo guardo los buenos recuerdos.

Estuviste en Cruz Roja, ¿cómo objetor de conciencia?

No, como militar gracias a la intervención de Don Telesforo el médico. El año de mi reemplazo, Cruz Roja no contaba con voluntarios para hacer la mili en el Puesto de Socorro por lo que corría el riesgo de que se cerrase. Así que, Don Telesforo realizó una serie de gestiones para reclutar a jóvenes de ese reemplazo, entre ellos, para que realizaran el Servicio Militar en Petrer.

¿Fue una buena experiencia?

Ya lo creo. Me permitió aprender técnicas de salvamento y de primeros auxilios, de mantener la serenidad en situaciones límites como cuando acudíamos a un accidente de tráfico, de atender a una persona muy enferma o de ir con la ambulancia a recoger para trasladarlos a Petrer a socios de Cruz Roja que se encontraban en Vigo, Málaga y a muchos otros puntos de la geografía española.

E, incluso, me permitió salvar la vida de una persona que se había perdido, el abuelo Beneit, de Electricidad Esteve.

¿Qué pasó?

Era un día frío de invierno, cuando regresé a Petrer de realizar un servicio en Alicante, me encontré a todo el pueblo movilizado, estaban buscándolo durante el día. Me sumé a la búsqueda y como sabíamos que salía a caminar cada día hacia la zona del antiguo basurero, a pesar de que ya lo habían buscado por allí, me dirigí hacia esa paraje, de pronto paré la ambulancia, baje y a 200 metros estaba el Abuelo Beneit. Me lo encontré acostado, sin poder mover las piernas y con el garrote enganchado a la rama de un almendro. Lo cogí en brazos, lo metí en la ambulancia, avisé de que lo había encontrado y, directamente, lo llevé al Hospital de Elda.

Para mí, eso es lo más grande que he hecho en Cruz Roja y en mi vida.

Con la vida tan ajetreada que llevas, todavía te queda tiempo para dedicarlo a la Obra Social de Caixapetrer, para estudiar música y hacer ejercicio, ¿cómo lo haces?

Todo es cuestión de organización. La verdad es que estoy muy agradecido a José María Beltrán por la confianza que depositó en mí a la hora de formar parte del Consejo de la Obra Social de Caixapetrer ya que me permite colaborar en la gran labor social que realiza tanto en Petrer como en Elda, en distintos ámbitos de las sociedades de estas dos poblaciones.

Por otra parte, también, estoy muy agradecido a José Miguel García Acosta que, además de ser mi amigo, es mi instructor en la práctica del deporte y del ejercicio físico. Cada semana, le agradezco que siga “salvándome” la vida a través del deporte, dándome un bienestar, pensando siempre en el futuro próximo.

¿Y lo de la música?

Mis principios con la música fueron con el Maestro Bartolo pero lo dejé. Hace poco me encontré con Santiago Rodríguez, director de la Asociación Virgen del Remedio, y le pregunté si con 50 años todavía estaba a tiempo de aprender música y a tocar el saxofón. Su respuesta fue: “nunca es tarde para aprender”.

Así que ahí estoy estudiando y formándome como músico y saxofonista, en una gran banda, en la que me siento como en familia.

Esta decisión la tomé por mi padre porque al ser músico, desde que nací, me inculcó el amor por la música.

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