Por: Mª CRUZ PÉREZ ICARDO
—¿Qué haría yo sin ti? —le dijo el mar a la sal que se depositaba en la arena— ¿Qué harían mis criaturas? ¿Cómo podrían vivir?
—No temas —respondió la sal— siempre estaré presente, porque este es mi lugar. No pertenezco a los lagos, ni a los ríos ni cascadas. Tampoco estoy en los estanques ni en el agua limpia y clara. En el agua que se bebe, no quieren que yo me encuentre, ni en el agua de la lluvia que a los pájaros divierte.
Solo tú me das cobijo, solo tú mi aroma guardas, solo tú me echas en falta aunque yo nunca me vaya.
Aquí estaré, siempre contigo, sal y agua, mar y arena, y la espuma de las olas como linda compañera.
Y los peces y las ostras y las estrellas y algas, que bailen y se diviertan y que los delfines salgan.
¡Que silben las caracolas y digan a los corales que la sal es mensajera de lo mejor de los mares!
¡Que los corales silben y las morenas les bailen y digan a los siete mares que la sal es pregonera del mejor de los manjares!”
