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viernes, 29, marzo, 2024
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1954: EL CINE JUEGA AL FÚTBOL

Hace algunos años en Petrer y en otros muchos lugares existía la costumbre de celebrar partidos de fútbol entre compañeros de trabajo, entre miembros de distintas filas y comparsas, entre amigos y, en fin, entre cualquier tipo de colectivo que quería disfrutar y pasar una jornada lúdica de feliz convivencia, además de poder practicar deporte y “medir sus fuerzas” en el campo. La buena armonía, el compañerismo, la deportividad y también, porque no decirlo, la sana rivalidad, eran las notas que caracterizaban estos encuentros a los que solía preceder el partido.

En este sentido, contamos con imágenes de dos partidos que disputaron los trabajadores de los cines de Petrer, concretamente del Cervantes y del desaparecido Avenida contra el equipo formado por los empleados de Elda del que no tenemos imágenes. Éstos tuvieron lugar el domingo 9 de mayo y el viernes 4 de junio de 1954 y se disputaron en Elda en el campo conocido por El Parque, que estaba en la avenida de Chapí, en el espacio que después ocupó la feria del calzado. Hoy, cuando han pasado 69 años, queremos traer a la memoria esos partidos amistosos en los que se enfrentaron los trabajadores de los cines de Petrer y de Elda.

Estos encuentros se celebraron en varias ocasiones a iniciativa de los propios trabajadores y por supuesto estuvieron auspiciados por el propietario de los cines que era el mismo para todos los locales de proyección cinematográfica. El propietario era Andrés Aguado Marinico, hijo de Marino Aguado y de Julieta Bernabé, era el dueño del teatro Cervantes y del Cine Avenida de Petrer y en Elda tenía el Avenida, el Cantó y el Aguado.

El empresario Andrés Aguado, siempre estuvo vinculado a Petrer pues sus padres eran oriundos de nuestro pueblo, falleció en Elda el 6 de diciembre de 2022, a la edad de 95 años. Este hombre dedicó su vida a la cultura y llegó a dirigir cuatro cines en Elda: Cervantes, Rex y los Plaza; otros cinco en Petrer: Cervantes, Avenida, Aguado de invierno y verano (conocidos como los Frontera) y Gran Cinema; y dos en Novelda: los Barceló y Principal. A él hay que agradecerle en parte que los teatros de Petrer y Elda se conserven ya que los ofreció a los respectivos ayuntamientos y así se convirtieron en municipales pudiendo disfrutar los vecinos de estos dos espacios tan singulares para la cultura.

Entre los jugadores de estos partidos se encontraba la mayor parte del personal que trabajaba en el cine desde los que proyectaban las películas, pasando por porteros, conserjes y aposentadores. Las veces que estos hombres que nos parecían tan mayores nos echaron a más de uno a la calle por hacer alguna que otra trastada.

Los Patarro, los hermanos Paco y su hermano Ricardo trabajaron en los cines de Petrer. Paco entró de aposentador en el cine Avenida y buscó a su hermano Ricardo que era aposentador del gallinero. Cuando abrieron el Avenida Ricardo fue portero y se encargaba de recoger las entradas. Su hijo Ricardo Navarro Mollá entró a trabajar en 1953, con 15 años de edad. El joven ayudaba a Servando en la cabina que era el encargado de proyectar y empalmaba los rollos de las películas. Evedasto, el hermano de Servando era conserje del Cervantes. José María el Vermellet también proyectó durante muchos años.

Estas fotografías nos permiten volver al túnel del tiempo y contemplándolas volvemos a tener 9 ó 10 años y a “oler a cine”. Nos recuerdan a estos trabajadores de los cines, a las jornadas maratonianas de tres películas y las colas y los apelotonamientos para comprarnos chucherías o las tostadas que acompañábamos, algunas veces, de una gaseosa. Por cierto, los cascos, muchos los tiraban y rodaban por el suelo provocando ruido y sorpresa cuando nos pasaban entre los pies. También cuando íbamos al Cervantes y en el intermedio de una película a otra cruzábamos y nos dirigíamos hasta La Jijonenca a comprarnos las tostadas que estaban buenísimas. Las veces que nos cambiábamos de butaca y de sitio porque no veíamos bien la pantalla o simplemente por movernos ya que éramos pequeños y no podíamos estar quietos.

Al ver estas imágenes nos vienen a la memoria esos trabajadores que veíamos todos los fines de semana cuando acudíamos al cine en esas largas sesiones en la que se proyectaban varias películas. Estos recuerdos nos hacen volver a nuestra juventud y recordar los zapatos de tacón de nuestras madres que en algunas ocasiones nos poníamos para parecer más mayores y así conseguir que los porteros nos dejaran entrar para ver películas como “Adiós cigüeña, adiós”. O a los aposentadores con la linterna que nos acompañaban hasta nuestro asiento. Las risas y el escándalo que armábamos si el aposentador estaba ocupado y nosotros no veíamos nada cuando entrábamos. Los gritos y silbidos que dábamos cuando se cortaba la imagen o cuando los protagonistas de la película se daban un beso.

Por cierto, desconocemos la alineación del equipo rival formado por los trabajadores de los cines de Elda y los resultados de los partidos que disputaron los protagonistas de estas fotografías, pero seguro que en ese momento fue lo de menos porque de lo que se trataba era de pasar un buen día de convivencia y armonía entre todos los empleados.

Esta crónica quiere servir de recuerdo a todos los trabajadores y propietarios de los cines de Petrer, la mayoría de los cuales aparecen en la alineación de estos encuentros deportivos. Profesionales: operadores, taquilleros y porteros que, con su trabajo, llenaron nuestros fines de semana de ilusión pudiendo vivir hechos inimaginables. Recuerdos y más recuerdos que forman parte de nuestra vida y películas que despertaron nuestra imaginación y nos abrieron la mente a otras realidades que pudimos conocer a través de la gran pantalla.

La nostalgia del cine es para muchos un dulce recuerdo de la infancia, donde la magia de la pantalla grande nos envolvía en un mundo de fantasía y emoción. Como en “Cinema Paradiso”, añoramos esas tardes de cine en compañía de nuestros seres queridos, y anhelamos volver a sentir esa sensación de asombro y felicidad al ver una buena película. Y, como también en esa inolvidable película, está crónica quiere ser un retrato sentimental de aquellos años y una declaración de amor al cine. Y por qué no también al futbol unido en esta ocasión al séptimo arte.

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