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sábado, 20, abril, 2024
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VIVIR ES VER VOLVER

Por: Santiago Almenara

Vivir es ver volver, escribió el maestro. Y nosotros volvemos, de nuevo, a Monóvar, el pueblo hermano, azul, claro, limpio. El pueblo de las hermosas mansiones y las  plazas anchas, del inmenso museo etnológico, del fondillón y de las buenas paellas. Pero Monóvar es, sobre todo, la patria  de Azorín,  el gran prosista, el maestro de la palabra, el insigne autor de La Voluntad. Al volver a Monóvar  revivimos visitas de décadas atrás y recordamos a  viejos amigos que se fueron como Montoro o Pepe Payá, amigos sabios que alguna vez, generosamente,  nos dieron su apoyo y su confianza.

Monóvar vive esta tarde un acto de justicia, la concesión a título póstumo, a José Payá Bernabé de la medalla Azorín. Es este el  máximo reconocimiento que  concede la patria chica del  insigne escritor a quienes hayan colaborado en la difusión y valoración de su  obra y legado. Nadie la merece más, pues nadie como Pepe ha entregado su vida a la promoción de la obra de Martínez Ruiz. Así lo han referido los que han intervenido en el acto, pero la metáfora más adecuada, la ha concebido, como no, nuestro admirado Ángel Luis, quien ha dicho que Pepe actuaba como “levadura” que hacía fermentar  a su alrededor  la creatividad de los estudiosos de la obra azoriniana. 

Muchos de ellos han acudido esta tarde  veraniega de abril a este homenaje. Otros solo han podido participar mediante grabación. Todos han trasladado su admiración por Pepe y su obra de cuarenta años al frente de la Casa Museo Azorín, sus orientaciones, consejos,  publicaciones, exposiciones,  congresos y un largo etcétera de actividades que resultaron en una revitalización y rejuvenecimiento de la figura del maestro, un tanto ajada cuando Pepe se hace cargo de la institución.  Por todos ellos, Pepe Ferrándiz ha abierto el acto realizando, con la  erudición  habitual en él,  la Laudatio del homenajeado, intercalando recuerdos de su amigo y colaborador, con citas del famoso escritor.

Obviamente Ferrándiz no ha citado la relación de Pepe Payá con nuestra población y en concreto  su colaboración en el año Azorín , hace ahora 25 años, cuando se editó la magnífica obra “AzorIn y Petrer”, y no solo contribuyó con un interesante artículo sino que ayudó a la editora Mª Carmen Rico a contactar con quienes podían aportar algo sobre esta relación del maestro con el pueblo de su familia materna.

De todas las intervenciones,  las palabras más emotivas, hasta hacer aflorar las lágrimas de muchos de los presentes, las han pronunciado los hijos de Pepe, en especial nuestro buen amigo Juanjo, al rememorar los tiempos felices de su infancia y juventud y los muy  duros de la enfermedad de la madre y de la posterior,  inesperada y  repentina muerte del padre.  Nos han dejado  con el pequeño consuelo de saber que Pepe fue un hombre feliz, que amó con intensidad su familia y su trabajo.

Dentro del acto estudiantes del Conservatorio superior de Alicante han estrenad la obra de Miguel Brotons, Vivir es ver volver, encargada por Pepe que musicaliza algunos textos de Martínez Ruiz. Una obra para piano y sopranos que supone una mezcla de contemporaneidad y clasicismo, al estilo de la obra del maestro.

Ha sido un acto por tanto de cultura y sentimientos. El teatro Principal, casi lleno,  ha sido el  marco adecuado para este reconocimiento, perfectamente organizado por la   admirable bibliotecaria Dña Alicia Maciá y presentado muy correctamente por otro funcionario  municipal cuyo nombre lamentamos ignorar.

Al salir, callejeando en pos de nuestro vehículo,  hemos sentido, que, como ha dicho uno de los intervinientes,  Azorín, de alguna manera, volvió a morir, con Pepe, en 2021.  Esperemos, con fe en el mundo cultural de nuestra provincia, que pronto asistamos, de nuevo, al milagro de una nueva resurrección.

Al legar a casa, hemos hecho lo mejor que podíamos hacer para homenajear a nuestro  amigo:   leer al maestro, y lo hacemos en un viejo libro  titulado “En Lontananza” que recopila artículos publicados en ABC y en Blanco y Negro. Entre sus páginas amarillas encontramos la cita que entendemos adecuada para cerrar este artículo, pues refleja perfectamente lo que ha sido este acto de una tarde de este verano de abril:

Escribía  Azorín en el semanario  Blanco  y Negro del 6 de  abril de 1907:

Dos cosas hay en las naciones que han alcanzado un alto grado de civilización que nosotros quisiéramos ver cada vez fortalecidas, más arraigadas: una, la veneración a los viejos que han tenido una vida de trabajo y honor; la otra, el culto a la memoria de los seres queridos.

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