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viernes, 3, mayo, 2024
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EL CINE PAX, EL DE LOS COLORES

Por: Mari Carmen Rico Navarro. Cronista oficial de la villa de Petrer

Fue en el teatro Cervantes construido a finales del XIX y hasta que en 1920 se inauguró el Gran Cinema en la Explanada donde se realizaron algunas proyecciones esporádicas en verano, aunque el Cervantes, en lo que a éstas se refiere, no tuvo competencia alguna. Más tarde, la demanda hizo que se instalasen y funcionasen hasta un total de ocho cines a pleno rendimiento: Cervantes, Cinema, Avenida, PAX, Regio, Aguado, Goya y Capri, al margen de los espacios que en determinados lugares hicieron las veces de sala, como fue la plaça de Dalt y, salvando la distancia en el tiempo, más recientemente en algunos parques o jardines de Petrer.

Hoy hablaremos del Cine PAX, un cine parroquial que impulsó el sacerdote D. Jesús Zaragoza Giner, el PAX o el cine de los colores, se ubicó en el n.º 12 de la calle Leopoldo Pardines y funcionó en los años 60 del pasado siglo Abrió sus puertas al público en octubre del año 1961, gracias al trabajo desinteresado de varios jóvenes comprometidos con la parroquia de San Bartolomé. Su aforo era reducido, unas 200 butacas y sólo se proyectaban películas para niños y para todos los públicos. Este cine estuvo en activo hasta el año 1966.

En esta ocasión hemos querido mostrar una imagen muy interesante correspondiente al 25 de enero de 1964 y recordar este cine PAX que estaba ubicado en un local que era propiedad de Ismael Poveda y que, anteriormente, albergó un par de pequeñas fábricas o talleres. Cuando surgió la idea de montar un cine para un público determinado (en este caso los niños) se desalojó el local y el párroco D. Jesús Zaragoza y el dueño se reunieron con el fin de llegar a un entendimiento.

El local comenzó a funcionar durante las fiestas de la Virgen de 1961 y lo hizo gracias al trabajo altruista de los jóvenes de la parroquia. De la recogida del material, o sea, de las películas y su organización, se encargaba D. Jesús Navarro el Vicari. También existía una comisión en la que estaba Enrique Amat Payá y Juan Villaplana Planelles que, entre otras funciones, debían presentar cuentas a la parroquia.

Como anécdota, apuntar que eran los propios jóvenes los que debían abonar la entrada en la taquilla, antes de acceder al interior a trabajar, puesto que ellos y ellas hacían las veces de porteros, acomodadores o aposentadores, taquilleros, etc. Los trabajos se hacían previa distribución, rotando en las funciones que cada uno desempeñaba. Estuvieron muy implicados en este cine algunos jóvenes y, entre muchos otros, destacaban, Ramón Navarro Sala, Juan Ramón Montesinos que se encargaba de la cartelería, Luis Payá Gamundi que hacía de aposentador y Carmen Benito que hacía de taquillera y de aposentadora. Estos dos últimos no se conocían, pero en el PAX surgió el flechazo y se hicieron novios.

Las limitaciones del PAX comenzaban ya por el aforo (200 butacas) y le seguían los temas a tratar o, para ser más exactos, las películas, puesto que allí no se proyectaban más que cintas blancas o azules, es decir, para los niños y para todos los públicos. Al cine se accedía por un callejón sin salida y se entraba por una puerta estrecha que todavía se conserva.

La iglesia aplicaba su propio código moral a las producciones cinematográficas, incluso al margen de la censura y de los rombos que, el que más y el que menos aún conserva en la memoria. De ahí que el uno fuera para las películas blancas; el dos para las azules; el tres para las rosas; tres R, mayores con reparo y cuatro R, gravemente peligrosa. Existía un fichero que contenía todas las películas que, generalmente, se exhibían en las salas comerciales. De ahí se sacaba la información, no sólo para el PAX, sino para el resto de los cines, puesto que una práctica habitual en aquellos años era la exposición de datos sobre las cintas que se proyectaban, acompañadas de la clasificación moral de las películas a través de los colores, en la entrada de la parroquia. Ramón Navarro Sala estuvo encargado de esa labor durante bastante tiempo, es decir, de rescatar del archivo las fichas que más tarde tendría que colocar en la puerta de la iglesia; anecdóticamente, recuerda que, al encargarse de este cometido, mucha gente le paraba por la calle con el fin de consultarle cuáles eran las películas aptas y cuáles no.

El cine PAX era más barato que cualquier cine de la época y para amortizarlo se promovieron toda clase de ayudas: bonos, donaciones, etc. y, por descontado, la aportación y la labor de los jóvenes entusiastas de Acción Católica, que durante mucho tiempo pasaron allí la mayor parte de su tiempo libre. Durante los dos primeros años, la actividad fue fructífera, prácticamente se desbordaba, pero la repetición constante de películas hizo que los más jóvenes dejaran de asistir. Vista la poca rentabilidad del local, se buscó como solución contactar con la empresa que explotaba el Cine REX de Elda, que también perteneció a la Iglesia. En noviembre del año 64 se llegó a un acuerdo por el que la empresa de espectáculos Rex A.C. de Elda-José Martínez Tercero, de Alicante, se encargaría a partir de esos momentos de suministrar películas y gestionarlo, comprometiéndose a no desvirtuar jamás el motivo por el que se abrió este espacio, es decir, la proyección para jóvenes y niños. De esta forma funcionó hasta el cierre de sus puertas a comienzo de 1966.

Los maestros del Colegio Primo de Rivera también ejercían su función pues obligaban en cierto modo a los alumnos a acudir a misa los domingos y después a la sesión matinal que se celebraba en el Cine PAX, tras la Eucaristía. Este control se ejercía teniendo que mostrar los niños la entrada cortada al maestro los lunes cuando se iniciaba la jornada escolar.

Durante el tiempo que el cine permaneció en activo dio cabida a otra actividad. Nacía entonces el Cine-Club Petrerense, formado por un colectivo que se dedicaba a seleccionar una serie de películas, a su juicio interesantes, para pasarlas en el PAX. Después de una introducción que se hacía antes de comenzar la proyección y tras visionar la misma, se procedía a dar paso al coloquio, en el que intervenían miembros de este grupo. Hipólito Navarro se encargó de dirigir muchos de estos coloquios. Curiosamente, los socios pagaban, para su mantenimiento, una cuota de 20 ptas. mensuales destinadas a la compra de películas que, por aquel entonces, valían unas 500 pesetas. Hay que destacar que jamás tuvieron ningún tipo de censura a la hora de seleccionar las cintas y que, cuando el PAX desapareció, siguieron llevando esta actividad en el cine Regio. Contamos con una imagen del célebre periodista y prestigioso crítico de cine, el recordado Alfonso Sánchez Martínez (1911-1981), acompañado por el alcalde Nicolás Andreu y por el sacerdote Jesús Zaragoza que vino a Petrer en 1964 a hablar de aquello que más le gustaba: el CINE.

Para saber más sobre los cines de Petrer os recomiendo que leáis el trabajo que publicó mi amiga Concha Maestre Martí en la revista Festa 94 que lleva por título ¡Una entrada… por favor! Como siempre podéis hacerlo entrando en bibliopetrer.petrer.es ¡Qué lo disfrutéis!

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