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jueves, 2, mayo, 2024
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El Caserío de Caprala, una pequeña aldea en plena naturaleza

Libertad, silencio, tranquilidad y calidad de vida, es lo les ofrece a los vecinos del Caserío de Caprala y alrededores, residir en esta partida rural de punta a punta del año. Desde la pandemia, son muchas las familias que han decidido establecer su residencia en esta zona del amplio término municipal de Petrer, que destaca por su fondosa masa forestal en la que predomina el pino mediterráneo

Antes de marzo de 2020, cuando nadie se esperaba lo que se nos venía encima con eso de la pandemia, en el Caserío de Caprala y alrededores, vivían durante todo el año alrededor de diez familias.

Sin embargo, todo cambió a partir de esa fecha ya que otras muchas familias decidieron establecer su vivienda residencial en esta partida rural, cambiando, de este modo, el piso del casco urbano de Petrer por la casa de campo. Era una forma de evitar tener que vivir, especialmente, los meses duros de la pandemia entre cuatro paredes, allí disfrutaban de una mayor libertad de movimiento, aunque siempre respetando las medidas sanitarias implantadas en el momento.

Transcurridos más de tres años, la población del Caserío de Caprala y su entorno sigue incrementándose, llegando hoy en día a residir, de punta a punta del año, alrededor de una veintena de familias a las que hay que sumar otras  tantas que pasan largas temporadas.

Parejas jóvenes, otras no tanto, mayores y niños conviven con armonía, sin ningún tipo de problema a pesar pertenecer a distintas generaciones, ayudándose en todo lo que es necesario, sobre todo a los más mayores de esta pequeña “aldea”.

Rosario Cerdá, Luis Beltrán, Pilar Martínez, son algunos de vecinos del Casería de Caprala que llevan años establecidos allí; otros lo han hecho más recientemente, tras la pandemia, como es el caso de Carmen, Víctor Payá y la familia de José Luis Poveda y también los hay que pasan largas temporadas como Damián Poveda y su mujer Mª José Payá.

Los más pequeños “acampan a sus anchas”, juegan por las “calles” del caserío con total libertad, tal y como antaño lo hacían los niños en el casco urbano pero que, con el paso de los años, esa sensación de libertad, lamentablemente, en el pueblo se ha perdido, entre otros motivos, por el tráfico.

Mientras los niños se divierten al aire libre, los mayores no faltan por la tarde a su cita con la “partidita” a las cartas que, suelen finalizar con una merienda que preparan unos días algunas vecinas, y otras tardes, otras.

Tampoco, en este Caserío, falta el grupo de caminantes que salen a andar, en verano a primera hora del día y en invierno a primera hora de la tarde cuando el sol aún les protege del frío propio de esa estación del año.

El invierno no es un inconveniente para ellos porque, como Luis Beltrán apunta, si tienes bien acondicionada la casa y con una buena chimenea, no te enteras del frío y cuando sales al exterior sólo es cuestión de abrigarse bien. Además, todos coinciden que, realmente, los meses más fríos son los de enero y febrero ya que en diciembre las temperaturas no son tan bajas como décadas atrás.

Pero allí no todo es ocio y diversión porque, en estos momentos, un joven matrimonio, además, de vivir en este “paraíso” verde, también han establecido su espacio de trabajo, es decir, teletrabajan desde casa. Un “gran lujo” para ellos si tenemos en cuenta que antes de decidir trasladar su residencia a plena naturaleza, habían estado viviendo en una gran ciudad como es Barcelona.

Hay otro grupo de “capraleros” que bajan cada día a Petrer o alguna población vecina a trabajar y cuando finalizar su jornada laboral, sin ningún tipo de pereza, regresan a esta zona rural para disfrutar de un aire puro y de todos los beneficios que aporta vivir en un pequeño valle, rodeado de árboles y montañas.

El Caserío de Caprala es un punto de paso de muchos caminantes, ciclistas, montañeros y senderistas pero, también, de familias o grupos de amigos que se desplazan a este enclave para disfrutar de una buena comida en “La Casa de la Esperanza”, casa rural que se encuentra a pocos metros del caserón.

A raíz de la pandemia, muchos de esos “visitantes” muestran interés por esta zona y son muchos los que preguntan si hay en venta alguna casa de campo o chalet. En estos último tres años, tal y como comentaba a este semanario una de las vecinas del Caserío de Caprala, Rosario, se han adquirido más de una vivienda, como, por ejemplo, han hecho una joven pareja de odontólogos que, en breve, trasladarán allí su residencia.

Esto demuestra que vivir en el campo, en la actualidad, es una opción de vida intergeneracional, no como antaño que era más propio de las personas mayores, probablemente, porque se dedicaban a la agricultura.

Una agricultura que ha desaparecido al igual que en el resto del territorio petrerense pero que, algunos “capraleros” se empeñan a que, al menos, quede algo de ella, aunque sea de forma testimonial. Si nos damos un paseo por el Caserío y sus alrededores, nos tropezaremos con alguna que otra huerta y algún que otro bancal de almendros y olivos.

Reivindicaciones

Aunque la mayoría de ellos no cambiarían el Caserío de Caprala por un piso en el casco urbano de Petrer, principalmente, por la calidad de vida que les ofrece vivir en medio de una impresionante masa forestal, sin los ruidos y el estrés propios del pueblo, eso no significa que no falten las reivindicaciones para mejorar el día a día.

Damián Poveda, presidente de la Comunidad de Regantes de Caprala, entidad que gestiona el servicio de agua potable, ha explicado que el arreglo y mejora de la carretera que une Caprala con Petrer es una antigua reivindicación que parece que ahora se esté tomando en cuenta por parte del Consistorio Local. No obstante, lo que esperan que, más pronto que tarde, se lleve a cabo una actuación con la que se incrementará la seguridad de los vehículos que circulan por ese camino que cada día son más.

Además, en estos momentos, también, están tratando de contar con un Plan de Prevención de Incendios que contemplase la construcción de una balsa para disponer de agua almacenada puesto que por las características de boscosidad de ese ese enclave, cualquier incendio podría generar graves consecuencias.

En definitiva, ha matizado Damián Poveda, lo que se pretende desde esa comunidad es realizar gestiones para mejorar el entorno.

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