Se apagó el destello de su flash
Por: Mari Carmen Rico Navarro Cronista oficial de la Villa de
Petrer
El 27 de mayo de 1979, hace ahora 42 años, nos dejaba para
siempre Lázaro, el popular fotógrafo que tenía su estudio en la
calle Gabriel Payá. Lázaro Baides Morote nació en la pedanía de
Tiriez, perteneciente al municipio de Lezuza, el 7 de abril de 1935.
Se marchó de este recóndito y minúsculo lugar situado en el campo
de Montiel en busca de un futuro mejor.
A principios de los años
cincuenta llegó a Petrer y comenzó a trabajar como barbero en una
barbería que había en la plaza Castelar de Elda. Dos años después
se subió a Petrer a la barbería “dels Nanets”, ubicada en la
plaça de Dalt, para acabar en la barbería de Antonio Rico que
estaba en la calle Luis Chorro.
A Lázaro le gustaba el oficio de
barbero, era uno de los buenos, pero desde muy joven le llamaba mucho
la atención ver a esos fotógrafos, pocos en aquella época, con la
cámara al cuello. Uno de sus compañeros en la barbería de la Plaza
Castelar al que apodaban “el Callao”, porque hablaba sin parar,
no callaba ni debajo del agua, en cierta ocasión, hizo un viaje a
Alemania (nada usual en la época) y al enterarse Lázaro le pidió
que le trajese una cámara, le dio todos sus ahorros y “el Callao”
aceptó gustoso.
A su regreso le entregó la cámara y Lázaro vio
que el dinero, los ahorros que le había dado no eran más que un
quinta parte o menos de lo que realmente costaba y “el Callao” le
dijo que estaba bien así. Esta cámara, una Super Praxette que
todavía conservan sus hijos y que funciona perfectamente, fue el
inicio de un oficio y de una ilusión. Ahí comenzó la aventura
fotográfica de Lázaro, por la que es recordado hasta el día de
hoy, 41 años después de su temprana partida.
A mediados de los años
cincuenta, conoció a Paquita, su mujer, y, tras tres años de
noviazgo se casaron, tuvieron seis hijos, formando una familia
numerosa y un tándem perfecto en todos los sentidos. A principios de
los sesenta alquilaron un local en la calle Gabriel Payá y, con
Paquita siempre a su lado, abrieron un estudio de fotografía. Como
el comienzo fue duro, Lázaro trabajaba en la barbería de Antonio
Rico, con Pepito, y los fines de semana se dedicaba hacer
fotografías, mientras que su mujer se encargaba de abrir la tienda
durante la semana.
Junto a Lázaro, por esos años, ejercían como
fotógrafos en Petrer Antonio Navarro, conocido como “Patarro”,
que tenía su tienda en la calle Leopoldo Pardines, Grau que estaba
en la calle La Huerta y Pedro Pérez en la calle Calvario. Este
pequeño gran hombre desempeñaba su oficio en lo que ahora se conoce
en el argot del gremio bbc (bodas, bautizos y comuniones), en
realidad reportaje social. Una categoría de fotografía directamente
relacionada con el ser humano, la sociedad y sus acontecimientos o
eventos, aguas en las que se movía como pez en el agua.
Además no
desdeñaba la ocasión de captar con su cámara el paisaje local de
su entorno, consiguiendo que algunas de sus imágenes formen parte
del imaginario de las fotografías icónicas del Petrer de los años
sesenta y setenta. A pesar de no haber nacido en Petrer, Lázaro,
siempre sintió que éste era su pueblo, por todos los años que
vivió aquí, por su trabajo y por su carácter abierto fue una
persona muy popular, conocida y querida en Petrer.
A este hombre
humilde, luchador, vital, trabajador, de eterna sonrisa y de grato
recuerdo el destino le jugó una mala pasada, dejándonos con tan
solo 44 años. En el ámbito festero perteneció a la fila Zulúes de
la comparsa Moros Viejos y aunque por su trabajo nunca desfiló,
siempre realizaba sus reportajes gráficos en fiestas de San
Bonifacio tocado con el fez de la comparsa y la chilaba de zulú.
A
la fiesta también le regaló imágenes que a pesar de los años
transcurridos todavía permanecen en nuestras retinas. Tras sufrir
siete infartos, uno por año, nos dejó después de las fiestas de
1979, casi con el último acorde de las músicas y fugazmente como el
destello de su flash.