¿Qué está pasando?
Antonio Espinosa Martínez
Recientemente me han llegado noticias sobre un amigo, Fernando
Rico, del que desde hace un tiempo no sabía nada. A la alegría de
conocer sobre Fernando se añadió el revivir un recuerdo que tenía
casi olvidado, acompañado del sentimiento de una oportunidad
perdida. Para Zygmunt Bauman “el paso del tiempo presagia la
disminución de oportunidades que debieron cogerse y consumirse
cuando se presentaron”.
Yo la perdí, entonces, al echar en el
olvido una circunstancia que ahora voy a relatar y me sucedió con
este amigo. Él siempre tuvo deseos de servir solidariamente. Se
doctoró en Medicina Tropical, en Inglaterra y Bélgica y acabada la
carrera partió a ejercer su profesión en poblados del tercer mundo
en Madagascar. Cierto dia – hace ya más de 10 años- me lo
encontré serio y taciturno en el descanso de un congreso.
Fernando,
“¿te encuentras bien?”, le pregunté . “Mira Antonio –me
dijo- te puedo contar lo que me sucede. Sabes que recientemente he
tenido que regresar por motivos de salud de mis padres. Al llegar me
encontré con una sociedad y con un mundo extraños, diferente del
que dejé al marchar: un cierto individualismo, algo de frialdad en
las relaciones, gestos más bien serios y aparentemente distantes, en
general me refiero, y, curiosamente, bastante gente tirando de un
perrito.
Yo me preguntaba ¿qué está pasando aquí?. Por supuesto
que no tengo nada contra los perritos y animales domésticos que en
algunos casos hacen un gran papel, por ejemplo con personas ancianas
o solas. No tengo nada contra estos animales, al contrario, pero me
da la sensación de que en esta sociedad de bienestar algo no está
funcionando. Donde yo estoy la gente tiene muchas privaciones y
dificultades pero los ves sonrientes y felices. Y los perritos
deambulan por las calles sueltos, exactamente igual que en mi pueblo
cuando yo era un chaval.
Vosotros no os dais cuenta, porque lo veis
tan normal, pero a mí me ha causado una gran impresión y, en cuanto
pueda, me vuelvo a aquellas tierras”. Y así lo hizo Fernando, que
actualmente se encuentra en Angola. Tal vez algunas cosas de las que
nos refería Fernando entonces hayan cambiado. Reflexionando uno
piensa: ¿quién no tiene en la familia, vecinos o amistades uno de
estos simpáticos animalitos?
Sin embargo Fernando dejó caer aquella
pregunta con toda espontaneidad y sinceridad, que, recogida por mí,
entonces, al suponerla dirigida a sociólogos, investigadores y
humanistas, la aparcarla en el baúl de los recuerdos. Ahora, después
de tanto tiempo transcurrido y por las circunstancias expresadas, la
pregunta quizá siga estando vigente, igualmente para sociólogos y
sabios estudiosos, pero quizá, también para esta sociedad en la
que nos encontramos. Y por ello la transmito: ¿Qué está pasando?