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jueves, 25, abril, 2024
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Casco antiguo

Por: Antonio Espinosa Martínez

Un amigo mio, desde su campo cercano a la autovía, oteaba en tiempos turísticos,  la enorme circulación de vehículos, miles y miles de coches en una dirección y otros tantos en la contraria. Y se preguntaba en tono socarrón y de guasa,  el por qué no se quedaba cada cual en su lugar. Salvada la lógica del derecho y situándonos en lo anecdótico, compartamos la pregunta y si de todos modos no existen  respuestas plausibles  me atrevo a pensar que el tiempo nos las dará, matizadamente. El móvil, como estamos viendo, se empeña en  mostrarnos rincones de encanto en pueblos perdidos. Pueblos, he aquí la clave. Pedro de Lorenzo conocía decenas de autores literarios expertos en pueblos, sugiriéndonos, al azar: Rodenbach, Barrés, Ruskin, Ganivet, Azorín…Quedémonos en este último, por cercano y entrañable, que no por casualidad entre su abundante producción nos dejó la obra “Pueblo”, bien que despistándonos a los lectores con una visión escasamente descriptiva de lo urbano para adentrarse en la profundidad de los fogones, sillas, ventanas, tazas, llaves… Es cierto que en su abundante obra hay bellas pinceladas de lugares visitados, incluso de nuestro Petrer, en donde el autor,  en opinión de expertos, sitúa los protagonistas de dos de sus libros.  Siguiendo al pequeño José, Pepito o Pepico,  para sus amigos, lo imaginamos en los veranos correteando por nuestras calles, céntricas entonces y hoy casco antiguo. Calles, por cierto  muy cuidadas, que siguen estando ahí tal cual Azorín las transitó.. Cuando el móvil nos impacta con la belleza de rincones de ensueño donde perderse, nos viene enseguida nuestro casco antiguo, el de Azorín, sin nada que envidiar a otros. Y no podemos evitar el contraste con la otrora imagen de nuestro amigo, de los miles de coches  marchando aceleradamente hacia un ansiado bocata de felicidad. Ampliemos la imagen: automóvil , ciudad, segunda vivienda, carretera, kilómetros y kilómetros, autovías, atascos, imposible aparcar, tiempo para descanso del viaje, playas y centros de moda abarrotados, de nuevo no poder aparcar, y a punto de alcanzar el pico de descanso hay que regresar, con vuelta a lo mismo,  carreteras, autopistas, atascos… Nos vendría acercarnos sigilosamente al estresado turista para soplarle al oído: “Cerca de ti hay lugares de paz, que no conoces”. ¿Te imaginas una segunda vivienda, a mano, que reúna todo lo que buscas, o casi todo?: tranquilidad total, cero tráfico, silencio absoluto, “el silencio, que para el artista cansado, afanoso, es un goce” en frase de Azorín. Lugar ideal para: escribir, leer, hacer un informe, corregir exámenes, descansar, escuchar música…, en fin un remanso de paz tan necesaria en estos tiempos, para un buen fin de semana y segunda vivienda. Las actuales formas de vida, en algunos casos un tanto irracionales, nos irán llevando poco a poco a la regeneración de los pueblos y sus cascos antiguos; futuros paraísos de antiguos paraísos, hoy casi olvidados, cuya revalorización llegará. Si no, al tiempo.

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