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domingo, 5, mayo, 2024
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LA FIEBRE DE LOS NFT

Por: David Llorente Cortés

Quizás algunos de ustedes hayan oído hablar en los últimos meses de una cosa llamada los NFT, especialmente si se mueven por el mundo digital de Internet o si tienen algún interés por las criptomonedas. La definición de estos NFT es algo esquiva y difícil de asimilar al principio; si les digo que las siglas NFT corresponden a la voz inglesa Non-fungible Token, que en español sería algo así como “pieza no fungible”, probablemente estarán todavía más confusos que antes.

                Un bien fungible es aquella cosa que desaparece con su uso, y que puede ser cambiada por otra unidad idéntica sin merma de sus características. Por ejemplo, una banana, que desaparece si la consumimos (o, al menos, deja de ser banana), y que puede ser sustituida por otra banana con las mismas propiedades. O también una lavadora, o una vivienda, que se estropean y deterioran con el tiempo, y que pueden ser reemplazadas por otra unidad de iguales o similares características. Por tanto, un bien no fungible es aquel que no puede consumirse, no puede gastarse mediante su uso, y que no puede ser sustituido por otro elemento idéntico, que es único.

                Los NFT son una suerte de certificación digital basada en la tecnología blockchain (cadena de bloques, la misma tecnología que se usa para garantizar la viabilidad de las criptomonedas), una forma de marcar un archivo digital para hacerlo único y asignarle un titular, una persona que ha pagado cierta cantidad de dinero por ese archivo en concreto. Un NFT no otorga propiedad ni derechos de autor sobre la pieza, tan sólo certifica la individualidad de una copia específica y la transacción. Aunque el concepto de los NFT es algo muy reciente (el primero data de 2014), la idea que subyace tras ellos no lo es tanto. En las obras de arte conceptual ya existía algo así. Es el caso de Comediante, el famoso plátano pegado a la pared con cinta adhesiva, obra de Maurizio Cattelan, que se vendió por 120 mil dólares. Por una banana pegada con cinta americana en una pared. ¿Puede hacer esto cualquier persona en su casa y decir que tiene una obra de arte en la cocina? Sí, pero sólo tendría una copia, porque la autenticidad de la obra no está en el objeto físico en sí (que, en este caso, sería fungible, y mucho), sino en un documento que certifica que se ha adquirido la obra y que permite exponerla y atribuirla. Pues bien, los NFT son algo similar, pero con archivos digitales. No impiden hacer copias ni limitan el uso de esas copias, pero sirven para certificar quién ha pagado por una determinada copia del archivo.

                Quizás se pregunten ahora para qué demonios sirve un NFT. Pues esa es la pregunta del millón, porque la verdad es que su utilidad es debatible. En el mundo digital, donde los archivos de imagen, vídeo o sonido pueden copiarse infinidad de veces sin ninguna pérdida de calidad ni manera alguna de distinguir unas copias de otras, los NFT permiten individualizar los archivos y hacerlos únicos. Volviendo a la comparativa con el mundo del arte, sería algo así como diferenciar entre un Sorolla auténtico y una reproducción que se usa para imprimir láminas o estampar camisetas. En teoría, los NFT pueden ser de gran valor para artistas digitales, ya que les permitiría vender obras como piezas únicas, tal y como hacen en las artes plásticas. La realidad, sin embargo, es que los NFT se están popularizando como manera de hacer dinero rápido. El mercado de los NFT es un mercado especulativo donde se compra por diez y se vende por quince. Y si alguien compra por quince, venderá por veinte, y habrá quien pague veinte porque la persona que iba antes ganó dinero con la transacción. Así, los precios van creciendo de mano a mano porque los anteriores propietarios ganaron dinero con la transacción, y cuanto más ganaron, más valor se le da al producto por la expectativa de poder sacarle más beneficio. ¿Les suena de algo? Es básicamente un esquema Ponzi, una estafa piramidal.

                Detrás de este esquema piramidal se encuentra Ethereum, una plataforma para programar contratos inteligentes que utiliza la tecnología blockchain y que cuenta con su propia criptomoneda, el ether, imprescindible para mercadear con NFT. La burbuja de los NFT atrae a inversores que quieren obtener un beneficio rápido, pero esos inversores necesitan comprar moneda ether primero, lo que hace aumentar la demanda (y el valor) de esta criptomoneda.

                Como sucede cada vez que surge una nueva tecnología, algunas voces se han alzado a proclamar que los NFT van a suponer el fin de la industria digital tal y como la conocemos. Dudo que sea para tanto. Lo que sí que es cierto es que, si bien la tecnología de los NFT puede aportar interesantes novedades al comercio electrónico con archivos digitales, deberíamos tener cuidado con verla como una forma de hacer dinero rápido. Al igual que la inversión en Bitcoin y otras criptomonedas, las inversiones en NFT son sumamente arriesgadas y se sustentan en una burbuja que puede explotar en cualquier momento. Como forma de financiación, no se diferencian mucho de invertir en cupones de la ONCE.

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