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martes, 23, abril, 2024
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Las plantas de interior más “zen”

Una sola planta basta para darle un toque zen a un ambiente de interior. Simplemente, recurriendo a un bonsái, a un ficus Ginseng e, incluso, a un bambú de la suerte, se consigue dar un aire de calma y contención inconfundiblemente de carácter oriental

Los árboles en miniatura, convertidos en obras de arte naturales gracias a las antiquísimas técnicas del bonsáis; los escultóricos ficus Ginseng, que sacan partido a las formas rollizas de sus raíces para convertirse en un repertorio de falsos bonsáis mucho más fáciles de cuidar y el bambú de la suerte, que puede vivir en agua y adoptar las formas más diversas, desde simples tallos con el extremo curvado en espiral a manojos de varios pisos, siempre de un luminoso color verde claro y rematados por pequeñas hojas, son plantas que contribuyen a crear un ambiente tranquilo y calmado, un ambiente zen.

Los bonsáis no hay que olvidar que necesitan mucho cuidado y que el riego es fundamental para su desarrollo. Suelen contar con muy poco sustrato en la bandeja por lo que deben de recibir agua cada vez que la tierra se vea seca, el riego debe de ser suave para no levantar el sustrajo, dejando que se empape todo el tiesto hasta que el agua salga por los agujeros de drenaje.

Mientras que el ficus Ginseng o falso bonsái es más fácil de mantener y, en el interior, necesita un sitio con mucha luz pero evitando siempre el sol directo.

Como todos los ficus, hay que regarlos con moderación y garantizarles la humedad pulverizándolos con agua para compensar la sequedad ambiental.

De estas tres plantas “zen”, es el bambú de la suerte el que menos mantenimiento y dedicación necesita. No necesitan tierra ya que se pueden cultivar en hidroponía, renovando el agua cada semana.

Los tallos sueltos van bien en jarrones de formas sencillas con una capa de guijarros en el fondo para mantenerlos rectos y entre 5-8 centímetros de agua para que las raíces permanezcan sumergidas del todo. Si se presenta en forma de manojos atados se ha de procurar que en el fondo del tiesto haya siempre agua limpia.

Las plantas se han de retirar del agua una vez al mes para limpiar cuidadosamente las raíces bajo el grifo, así como los guijarros y el propio recipiente, lo que evitará que surjan microorganismos que puedan provocar pudrición.

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