La Rosa del Desierto es una suculenta pero que, a diferencia de la mayoría de ellas, no tiene hojas hinchadas sino un tronco hinchado parecido a un vientre, conocido como caudex, que actúa como almacén de humedad
La Rosa del Desierto se parece más a un árbol que a una típica suculenta. De hojas pequeñas de color verde, sus hojas son muy parecidas a las de la adelfa en cuanto a su forma, cinco pétalos de igual tamaño y espaciados que rodean un “ojo” central amarillo, cada uno en su propio tallo corto.
Los colores de la Rosa del Desierto van del rosa al rojo intenso, con muchas variaciones y combinaciones, siendo el tamaño medio de sus flores de unos 5 centímetros aunque no hay que olvidar que depende de las condiciones de cultivo.
A la hora de plantar una Rosa del Desierto en una maceta, lo más aconsejable es decantarse por maceteros de terracota o arcilla porosa ya que drenan bien y se secan más rápidamente que los de plástico, cerámica o de fibra de vidrio.
En cuanto al tamaño del tiesto, es recomendable optar por una maceta baja y ancha puesto que facilita la propagación de sus raíces así como una base más estable para la planta.
Una vez dispongamos del contenedor más adecuado, colocamos una capa poco profunda de guijarros o bolas de arcilla en la base para mejorar aún más el drenaje, rellenamos la maceta con un sustrato especial para cactus y plantas crasas, compuesto de arena y magnesio, y colocamos la Rosa del Desierto en el centro de la maceta, teniendo en cuenta que la base de su caudex debe de estar por encima de la tierra.
Al igual que otras suculentas, la Rosa del Desierto necesita un riego regular y moderado, siendo suficiente regarla cada 10 o 15 días, sin olvidar que durante los meses de invierno habrá que reducir los riegos.
