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miércoles, 24, abril, 2024
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Época dorada de ocio y «tardeo» en Petrer

Por: Amparo Blasco Gascó

Aunque la moda del “tardeo” no ha llegado a Petrer, eso no significa que ese fenómeno social y de ocio no haya formado parte de nuestra localidad. Desde mediados de los 80 hasta finales de los 90, los jóvenes petrerenses “tardeaban” cada fin de semana, recorriendo los numerosos locales de moda de esos años

“Tardear” o “tardeo” son palabras que, desde hace alrededor de una década, empezamos a escuchar cada vez con mayor frecuencia y que, en la actualidad, forman parte de nuestro vocabulario.

Según la Fundación del Español Urgente, Fundéu, “el verbo tardear y el sustantivo tardeo son apropiados para aludir a la actividad de salir de tapas o de copas por la tarde”.

El “tardeo” se puede considerar una evolución del tapeo que surgió hace más de 10 años en Albacete y que, rápidamente, llegó a Murcia y Alicante. Un tipo de ocio que, con el paso de los años, se ha extendido a lo largo y ancho de toda la geografía española, pero no sólo a las grandes ciudades sino a todo tipo de municipios, tanto pequeños como medianos.

No hay que olvidar que entendemos el “tardeo” como un “paseo” por distintos locales de una misma población y, generalmente, concentrados en una o varias zonas del casco urbano, dependiendo del tamaño del municipio.

Aunque lo cierto es que siempre está la excepción que confirma la regla, en este caso, esa excepción es Petrer. Mientras que, en la vecina población de Elda, el “tardeo” es, desde hace ya varios años, todo un éxito, formando parte de este tipo de ocio, en nuestra localidad brilla por su ausencia.

Para no faltar a la verdad, lo cierto es que llevamos unos años, excepto los de la pandemia, que muchos petrerenses inician la tarde de la Nochebuena en un “tardeo” que las primeras ediciones, hasta 2019, organizaba “Kamba”, en la Plaça de Dalt, y que este pasado año recuperó “Caché”, en la confluencia de las calles Gabriel Payá, José Perseguer y Cánovas del Castillo, siendo en ambos escenarios un éxito rotundo.

En la actualidad, pocos locales son los que podrían activar la “cultura del tardeo”, entre ellos, “Músic”, “Caché”, “El Racó” y “Play”. A estos establecimientos, cabría la posibilidad de que se sumarán nuevos locales, aunque, tal y como están las cosas, invertir es correr un riesgo, o bien que alguna que otra cafetería que está en activo se adaptara a la filosofía del “tardeo”. El tiempo lo dirá, mientras tanto,  Petrer, seguirá sin disfrutar de esta nueva moda de ocio.

“LA MOVIDA” PETRELENSE

Como decíamos, el Petrer de hoy en día, en este tipo de ocio, no tiene nada que ver con el del pasado, en el que llegó a ser todo un referente en lo que se refiere al ocio de disco-bares, pubs y discotecas aunque, en aquellas décadas, era más nocturno que de tarde pero, en ambos horarios, la diversión y la fiesta estaba asegurada.

Si echamos la vista atrás, ya en los años 50 y 60 del pasado siglo, los jóvenes contaban con la  Sala de Fiestas, “El Chiqui”, a la que durante una época se le llamó “Chiqui Jay”. Aunque, además de Sala de Fiestas, era Salón de Banquetes en el que se celebraban, principalmente, bodas. También fue Sala de Conciertos, allí actuaron algunos grupos punteros de esas décadas, entre ellos, “Los Brincos” y “Los Pequenikes” e incluso la “Canción Protesta”, a mediados de los 70, de la mano de Lluis Llach.

En definitiva, “El Chiqui” era una Sala Multiusos en la que se podía practicar más de un deporte. El patio disponía de un frontón y de un par de canastas de baloncesto.

Hasta principios de la década de los 70, fue el único local al que los jóvenes podían acudir a bailar y tomar copas, eso sí, cuando había una boda u otra celebración, se quedaban sin “discoteca” y, por lo tanto, sin mover el esqueleto, charlas en la barra o bailar agarrado con la chica que te gustaba porque, en esos tiempos, cuando llegaba la sesión de música lenta, generalmente, el chico era el que sacaba a bailar a la chica.

Pero fue a principios de los 70 cuando la oferta de este tipo de ocio dio un giro con la apertura, en pocos años, de tres discotecas en el casco urbano, en concreto, entre la Plaza San Crispín y el Polideportivo. La primera fue “Iris” que, con el tiempo, cambió la denominación a “Mediterráneo” y más tarde “Classic”, poco después abrió sus puertas “Fleming”, en 1980 fue “Chaplin” y, en el extrarradio, casi a finales de los 80, “Mamma Luna”. Esta última disco supuso toda una revolución para los jóvenes del momento, no solo de Petrer sino de la mayoría de las poblaciones de la comarca y de otros municipios de Alicante e, incluso, de otras provincias ya que utilizó tecnología punta nunca vista como fue el láser.

En aquellos años también abrió sus puertas “Jamaica” aunque, en una primera época, funcionaba más como cafetería que como disco-bar. Este local tuvo su mayor apogeo en el segundo lustro de los 80 y primero de los noventa con DJ,s que, en una cabina con buenos equipos de música, pinchaban el pop español de esos años dorados.

Pero, en los años 80, el disco-bar que rompió, convirtiéndose en todo un referente en la provincia de Alicante, fue “Metropol”, que abrió sus puertas el 5 de octubre de 1984, en el Paseo de la Explanada.

Al frente de este local, José Mollá y Luis Payá, dos jóvenes sin experiencia en este mundo pero que supieron elegir a la persona que les podía aconsejar y ayudar en esa aventura que habían decidido emprender. Esa persona era Emilio López que conocía bastante bien ese mundo por haber trabajado en “Jamaica” y en “Tabarca”, uno de los pubs punteros de Elda de aquellos años.

En “Metropol” todo era rompedor, la decoración centrada en grandes murales daban vida a las paredes gracias a Emilio, una barra triangular bajo una bóveda de neón que llamaban la atención a todo el que entraba por primera vez y, al fondo, en alto, la cabina en la que “El Malvao” pinchaba música que no se podía escuchar en otro local de la zona. Música que, en ocasiones, algunos amigos de José, Luis y Emilio les traían de Estados Unidos por lo que, allí, igual sonaba jazz que boogie, rockabilly o soul.

Además, fue en este disco-bar donde nació la tradición en Petrer de disfrazarse el Día de Nochebuena tras la cena familiar. El primer año no salió tal y como estaba previsto y, aunque en un principio para acceder a “Metropol” había que ir disfrazados, ante la escasez de disfraces decidieron abrir las puertas. Sin embargo, por esas casualidades de la vida y sin saber el porqué, la segunda fiesta de disfraces en Nochebuena fue un éxito rotundo. Una “moda” a la que se sumaron otros pubs y que perduró en el tiempo más de una década. Eso sí, igual que surgió, desapareció, sin más.

Cuando “Metropol” no llevaba ni un año con las persianas subidas, abrió sus puertas, en la Plaza de España, “Tascamanía”, en concreto, el 6 de mayo de 1985, en vísperas del inicio de las Fiestas de San Bonifacio.

Era un establecimiento en el que la mistela tenía gran protagonismo y sus hamburguesas y bocatas un gran éxito. Dos años después, esta tasca sufrió un cambio radical con el fin de ir adaptándose a la evolución de sus clientes. Para ello, reformaron el local, convirtiéndolo más en una cafetería que, principalmente, los fines de semana funcionaba como un disco-bar, llegando a desbordar a los propietarios, tal y como ha reconocido a este semanario uno de ellos, Luis Manuel Amorós.

Llegaba momentos que era imposible acceder a su interior pero sus clientes se quedaban en la puerta o se acomodaban en el muro de la Plaça de España, lugar que se convirtió en una ampliación de “Tascamanía”.

Seis años después de abrirlo, cuando estaba en pleno auge, decidieron traspasarlo, cogiendo el testigo tres jóvenes, Luis Rico, Pere Varela y Ramón Máñez, que mantuvieron el apogeo de esa cafetería-pubs hasta finales de los años 90.

A principios de esa década, abrió “Carassa”, pared con pared, con “Tascamanía”, convirtiendo la Plaza de España en el corazón del “tardeo” y de la noche.

Es cierto que el fenómeno del “tardeo”, en estos momentos, no existe en Petrer, pero lo que también es cierto es que, entre mediados de la década de los 80 y principios de siglo XXI, los jóvenes de aquella época sí que lo vivieron. Eran otros tiempos y a ese tipo de modas no se las “bautizaba” pero es seguro que muchos lectores de este sumario recordarán esas tardes, igual daba que fueran de frío o calor, en las que los jóvenes recorrían los diferentes pubs, disco-bares y tascas que, en aquellos años, no eran pocos.

A todos los que hemos nombrado en este reportaje, habría que añadir varios locales más, cuyos nombres aparecen en la lista facilitada por “Generación Vinilopop”, que cada tarde del fin de semana se convertían en el punto de encuentro de los jóvenes de aquellas décadas doradas.

Solo el tiempo nos dirá si en Petrer el “tardeo” se vuelve a poner de moda.

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