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jueves, 2, mayo, 2024
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José Miguel García Acosta

Entrenador personal

José Miguel García Acosta es un malagueño de Frigiliana que llegó a Petrer por amor. Un cambio de vida que supuso, también, un cambio de profesión, dejó su puesto de recepcionista de unos Apartahoteles de Nerja para convertirse en entrenador personal

José Miguel, ¿cómo fue llegar a Petrer?

Aunque soy del pueblo malagueño de Frigiliana, trabajaba en Nerja en el sector de la hostelería, concretamente, como recepcionista de Apartahoteles. Un íntimo amigo me comentó que le había hablado de mí a una chica que vivía en Petrer, Rosa María Riquelme, que estaba veraneando en Nerja porque le interesaba mucho todo lo relacionado con los ultramaratones y el senderismo.

Así que la conocí en julio de 2013, nos enamoramos y me vine a vivir a Petrer con ella.

¿Podemos decir que dejaste todo en Frigiliana por amor?

La verdad es que sí. Mis amigos me decían, “Miguel que no tienes 25 años, coges la mochila y, si te va mal, regresas. Lo que vas a hacer es una locura, con 45 años vas a renunciar a un trabajo fijo de 12 años y vas a estar lejos de tu familia, amigos, club de atletismo y de tus montañas”. Pero tenía claro que si quería estar con Rosa María el paso lo tenía que dar yo porque ella iba a empezar a dar clases en un colegio de Petrer. Así que decidí dejarlo todo y empezar una nueva etapa de vida a cientos de kilómetros de mi pueblo. Llegué a Petrer el 1 de noviembre de 2014.

¿Satisfecho de haber tomado esa decisión?

Cada vez de alegro más de haber venido a Petrer porque considero que dejar mi pueblo y venirme aquí a vivir me ha hecho crecer y avanzar en la vida. Siempre estaré agradecido a mi mujer porque ella fue el motivo de ese cambio que tanto me ha enriquecido.

Es más, yo me siento privilegiado aquí, en Petrer tengo amistades que es como si los conociera de toda la vida y en casa de los padres de Rosa María nunca me he sentido un extraño, todo lo contrario, me he sentido uno más y es como si estuviera en mi propia casa.

De verdad, cuatro vidas que hubiesen, cuatro vidas que me vendría a Petrer.

Seguro que echas algo de menos de tu pueblo

Claro, por su puesto. Mis padres ya fallecieron, pero mi hermano y mis sobrinos siguen viviendo allí y es lógico que les eche de menos, al igual que a mis amigos. También ese tapeo acentuado y profundo, típico que esa zona andaluza, en el chiringuito, con esas sardinas echas en la lumbre a pocos metros de ti, a pie de playa, claro que uno lo echa de menos. No obstante, cada verano vuelvo a mi pueblo y, además, en la vida todo no puede ser

¿Qué es lo que más te llamó la atención de Petrer?

El general, el concepto que se tiene de la provincia de Alicante es Benidorm, costa y poco más. Cuando llegué y empecé a conocer el amplio término municipal de Petrer, me quedé anonadado porque es todo un pulmón, con rincones que podrían ser de los Pirineos, perfectamente.

Además, me cautivaron las calles y plazoletas del casco antiguo, sobre todo a primera hora de la mañana, y, por supuesto, el castillo.

Llegué el 1 de noviembre de 2014 y, después de vivir casi una década en Petrer, me siento “aguanoso”, pero, también, “petrolanco”.

Llegas a Petrer y ¿cómo te planteaste tu vida laboral?

Cuando llegué no conocía a nadie y no sabía qué hacer. Así que como me encanta el atletismo y la montaña, decidí hacer un curso semipresencial de entrenador personal. Una vez finalicé el curso, diseñé una octavilla con una fotografía mía corriendo para que me conociesen y mi formato de entrenamiento y la repartí por todas partes.

¿Funcionó esa forma de darte a conocer como entrenador personal?

Al principio no. Nadie me llamaba y pasaban las semanas y los meses y el teléfono no sonaba. Hasta que un día, mi mujer me comentó que la hija de una amiga suya quería entrenar conmigo y esa chica de 15 años fue mi primera “alumna”.

Como mi formato de entrenamiento es al aire libre, la gente me veía entrenar en el Parque 9 d´Octubre y empezó a preguntarme. Así, poco a poco, a través de boca a boca, el número de “alumnos” fue incrementándose.

¿Cómo es tu formato de entrenamiento?

Es individual o, como mucho, con dos personas, pero que estén al mismo nivel. Principalmente, mis escenarios de entrenamiento son el Parque 9 d´Octubre, las calles del casco antiguo, la Finca Ferrusa y el monte. Como ves, todo al aire libre.

Dependiendo de las condiciones físicas de cada persona adapto el entrenamiento y decido en qué escenario realizamos los ejercicios físicos, si corremos o andamos, entre otras cuestiones.

Hablemos de una de tus grandes aficiones, correr, ¿cómo empezaste?

Mi primera experiencia fue nefasta. Fue una carrera de 10 kilómetros que organizó el Ayuntamiento de mi pueblo, me inscribí sin haberla preparado. En aquella época, principios de la década de los 80 del pasado siglo, creía que lo importante ante una carrera era correr y nada más. Así que entré tercero a meta extenuado y con el pensamiento de no volver a participar en ninguna otra carrera. Me dije a mí mismo, “una vez nada más, Santo Tomás”.

Pero no fue así, ¿quién te hizo cambiar de idea?

Principalmente, mi hermano que no dejada de animarme a que volviera a inscribirme en otras carreras que se organizaban en la provincia de Málaga y, también, me animó mucho el presidente del Club de Atletismo de Nerja. Fueron ellos dos, aunque yo seguía reacio a correr.

No obstante, insistían tanto que al final me inscribí en una carrera de Málaga. Era una prueba organizada por unos conocidos grandes almacenes y en la que participaron 8.000 personas. Una carrera que me cautivó tal forma que cambié de opinión y, desde entonces, ya no he dejado de correr maratones, ultramaratones y carreras de 20, 30 o 40 kilómetros.

¿Qué te enganchó tanto para ya no dejar de correr?

Mira, me enganchó y me sigue enganchando la sensación de libertad y de sentirte vivo, de mimar tu cuerpo de una forma perfecta y beneficiosa y el ambiente que se crea alrededor de una carrera, un ambiente sano, saludable y solidario.

Empezaste corriendo en asfalto, ¿cuándo descubriste correr por la montaña?

Corría en asfalto porque no se organizaban carreras por montaña. Pero un día, un cliente inglés del Apartahotel en el que trabajaba me invitó a que saliese a correr con él por la montaña, y me encantó.

Poco después me invitó a su casa para participar en la Maratón de Gargrave, en el condado inglés de Yorkshire y, aunque no iban bien equipado, la experiencia fue positiva.

Y ¿tu primer ultramaratón?

El primer maratón fue en el año 1993 mientras que el primer ultramaratón fue en 2004, en concreto, participé en el Ultra Trail de Mont-Blanc. Tiene una distancia de 170 kilómetros, con un desnivel positivo de casi 10.000 y tarde 41 horas sin dormir, toda una experiencia que nunca olvidaré.

Por último, Miguel, ¿algún sueño pendiente por cumplir?

A día de hoy, mi sueño es poder correr la maratón “Sables de Marruecos” con una distancia de 250 kilómetros que discurre entre dunas de arenas, montañas y lagos secos del desierto del Sáhara marroquí. Está considerada una de las carreras más duras del mundo y mi intención es poder participar, quizás, en un par de años. La verdad es que, a día de hoy, es mi reto personal.

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