Marisol Puche Salas
Me apetece recrearme en esta nota, en principio, por la graciosa tilde que a veces la acompaña dotándola de ese carácter afirmativo. También por situación, pues al número siete siempre se le atribuye una connotación positiva.
Si, aunque puede tener bemoles, se niega a que la mantengan o sostengan, pues si así fuese ya no sería ella misma (sería Do). Y no tiene la clave para deambular por el terreno de juego, pero sí tiene un plan B… (aunque sea anglosajón).
Se cuela en toda celebración nupcial y se convierte en protagonista principal y cómplice de deseos y promesas.
Su nombre, como el de casi todo el mundo y aunque no lo parezca, proviene del santoral. Sí, sí, pues lo forman las iniciales de Sancte Ioannes (San Juan). Una buena pincelada de magia de Anselmo de Flandes.
Y por si fuera poco tiene ese punto de libertad que Moratín tuvo a bien plasmar en “El sí de las niñas”.
Definitivamente, Si, sí.