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lunes, 6, mayo, 2024
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CÁNOVAS DEL CASTILLO, UNA CALLE DONDE LATIÓ LA VIDA

Siguiendo con los nombres de esta calle, hay que decir que paradójicamente se mantuvo la denominación Cánovas del Castillo durante los primeros años de la República y fue en la sesión del 19 de mayo de 1936 cuando el concejal socialista Gonzalo Beltrán Boyé desarrolló una moción relativa al cambio de nombre de algunas calles, proponiendo, entre otros, el de Cánovas del Castillo por Sargento Vázquez. El Ayuntamiento acordó por unanimidad aceptar sus proposiciones y se cambiaron los nombres de varias vías públicas. El sargento Diego Vázquez Carballo, durante la revolución de Asturias de 1934, se pasó al bando de los revolucionarios y fue condenado a muerte y fusilado. Protagonista de varias novelas, fue considerado por la izquierda como un símbolo de la alianza del ejército con el pueblo.

Como nota histórica, aprovechando la demolición de un viejo edificio situado en el número 5 de esta calle, la casa de Maso, en enero de 1986, en este solar, el Grupo Arqueológico Dámaso Navarro realizó unas catas arqueológicas en el solar contiguo donde en 1976 localizaron los vestigios de lo que se interpretó en su momento como unas termas romanas, al encontrar ladrillos característicos de este tipo de construcciones y grandes recipientes cerámicos, pertenecientes a Villa Petraria, la villa romana existente en el subsuelo del centro histórico petrerense, con una cronología del siglo I al siglo III d. C.

Lo que actualmente forma la configuración y el ensanche de esta vía pública sigue siendo calle Cánovas del Castillo, aunque es conocida popularmente como el Derrocat, ya que hasta la década de los treinta del siglo XX eran varios edificios, propiedad de D. Ramón Maestre y otros terratenientes que continuaban la calle. Su demolición (derrocat en valenciano) daría esta denominación popular. En la actualidad oficialmente y en el callejero municipal se denomina plaza del Derrocat a la plaza contigua donde se encuentra el busto del escritor Azorín. Enfrente de estos edificios, en el solar que ocupa el edificio Maracaibo, estaba la escuela de D.ª Ílida, donde también vivía Pureta Villaplana, que fue secretaria del Sindicato Agrícola durante muchos años. A través de esta calle, girando hacia la derecha, se accedía al llavador y a la Bassa Fonda y en la misma, partiendo desde la calle Miguel Amat, vivía Mariano el Pintoret y se hallaba la fonda de Francisco Maso, mecánico y representante de las máquinas de coser SINGER. Torciendo a la izquierda, la primera casa era la de Ernesto Poveda Arpa, donde vivían Carlos Beneit Cabaret y su esposa Matilde Poveda y D.ª Ílida Payá. Avanzando se llegaba al final donde vivía José M.ª Bernabé el Tort de Matías y Remedios la Pintá. Fueron vecinos de esta calle, a mediados de los años 30 Virginia Bernabé, Vicente Verdú y Josefa Amat, Santiago Payá y Purificación Villaplana, Francisco Payá y Matilde Bernabé, Luis García y Ángeles Payá, Santiago Payá y Salud Poveda, Gregorio Bernabéu y Amparo Payá, Luciano Pérez y Enriqueta Maestre, y Pascual Navarro y Araceli Andreu.

También en esta céntrica vía se instaló en 1935 la pescadería en una casa propiedad de Ramón Maestre Maestre, aunque con anterioridad el pescado se vendía en la plaça de Baix, donde se celebraba el mercado, ocasionando las quejas de los vecinos de la plaza por los molestos olores.

Esta calle tuvo siempre mucho bullicio y en ella se ponían puestos callejeros cuando llegaban las fiestas; era también un punto de afluencia porque desde lo que llamábamos y muchos siguen llamando el Derrocat salían todos los autobuses. Con el paso del tiempo se ubicó allí el puesto de sandías y melones del Botero, también la célebre churrería, bar de gratísimos recuerdos regentado por Daniel y Eva, el edificio de la CAM y su oficina bancaria que en sus inicios fue la Caja de Ahorros de Novelda, después CAM y cerró sus puertas como Banco Sabadell. El puesto de telefónica estuvo en los bajos del edifico de la Caja y, en los de la vivienda de José María Bernabé Sarrió el Tort de Maties y Remedios Poveda Vicedo la Pintà que daban a Cánovas de Castillo, tuvieron el almacén de piensos donde además vendían almendras, harina, legumbres y granos. Desde hace varios años se ubica en la misma la tribuna de las fiestas de Moros y Cristianos y el bar el Derrocat y la cafetería Nuevo Stylo con sus terrazas también son un clásico de esta vía urbana. Además de haberse instalado en la misma hace unos años un gabinete de belleza, una agencia de seguros, una farmacia, una clínica veterinaria, un colmado y una peluquería.

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