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martes, 30, abril, 2024
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Petrer y Elda, algo más unidos

Por: Mari Carmen Rico Navarro

El sábado 27 de enero de 1973 se constituyó la Mancomunidad Intermunicipal de Elda-Petrel que pretendía ofrecer una cobertura más amplia en la mejora de los servicios, las relaciones y la calidad de vida de los habitantes de ambos municipios, con proyectos de carácter global donde estuviesen implicados Petrer y Elda. Se suponía que así quedaban atrás rencillas seculares y enfrentamientos entre ambos pueblos aunque, no era así del todo, ya que estaban muy recientes, episodios tan tristes como la decisión del Ayun­tamiento de Elda de convocar un pleno municipal el 12 de mayo de 1969 para aprobar unilateralmente la fusión con Petrer, es de­cir, hacer de Elda y Petrer un so­lo pueblo, con un solo ayunta­miento, sin haber tratado previa­mente con Petrer el tema u otras soluciones o comunicarle al ayuntamiento petrerí sus úl­timas intenciones antes de lle­varlas a pleno, siquiera por cor­tesía. Y sin tener en cuenta que a pesar de estar físicamente unidos cada pueblo tenía y sigue teniendo su propia identidad. Aquel 12 de mayo del 69, ya antes de nacer, quedó “to­cada” la Mancomunidad.

Quizás la idea de crear este organismo nació para paliar el desatino y el malestar que había creado el ayuntamiento eldense con tan inesperada, sorprendente y alocada decisión. Los trabajos previos de constitución del ente intermunicipal habían comenzado en 1971 con reuniones paritarias de políticos y técnicos municipales, impulsadas directamente desde la Diputación Provincial y desarrolladas a lo largo de 1972 tanto en el propio palacio provincial como en los ayuntamientos de Petrer y de Elda. El decreto de 16 de no­viembre de 1972 aprobaba la creación de la Mancomunidad Intermunicipal de Elda, Petrel y su Comarca. Pero como ya hemos apuntado su presenta­ción en sociedad, tuvo lugar el 27 de enero del año siguiente.

El día fue una intensa jornada política: El gobernador civil de la provin­cia, Mariano Nicolás, se desplazó a las dos poblaciones, a Petrer para inaugurar el flamante nuevo mer­cado de abastos y posteriormen­te a Elda para firmar la cesión de terrenos de la primera guardería infantil de la población. Pero el acto principal fue la constitución de la Mancomunidad, que tuvo lugar en el Ayuntamiento de Elda a las 8 de la tarde, y estuvo presidido por el gobernador y al mismo asistieron los alcaldes de Elda, Antonio Porta Vera, y de Petrer, Pedro Herrero Herrero, procurador en Cortes por la provincia y director general de Actividades Turísticas, Pedro Zaragoza Orts; presidente de la Diputación Provincial de Alicante, Manuel Monzó Meseguer; alcalde de Alicante y procurador en Cortes, Ramón Magulliza y otras autoridades provinciales y locales de ambas poblaciones.

Los secretarios municipales de Elda y Petrer, Carlos Arteaga Castaño y Juan Arroyo García, dieron lectura a las disposiciones gubernamentales autorizando la Mancomunidad y los Estatutos de la misma, y seguidamente el gobernador procedió a efectuar el sorteo del primer presidente de la Mancomunidad por el periodo reglamentario de dos años, recayendo en el alcalde de Elda. Cerraron el acto el presidente de la Diputación y el gober­nador civil. La jornada terminaba con sen­dos telegramas de adhesión e in­formación del hecho al jefe del Estado y al príncipe y una cena conmemorativa en el desapare­cido Restaurante FICIA.

Los tres primeros puntos que se aprobaron en los estatutos fueron la construcción y conservación de un emisario común de alcantarillado (estación depuradora de aguas residuales y su distribución), estudio y redacción de un Plan General de Ordenación Urbana y transportes públicos. De las múltiples aspiraciones que se quisieron conseguir con la constitución de la Mancomunidad con el paso del tiempo muy pocas se hicieron realidad.

Años después, ya en la democracia, se unieron a la Mancomunidad Sax y Monóvar al ofrecer el Estado la construcción por su cuenta de una estación depuradora más grande y más moderna a condi­ción que sirviese para las cuatro poblaciones.

Hoy, cuarenta y nueve años años después de aquella fecha histórica, la  Mancomunidad Intermunicipal del Valle del Vinalopó podría gestionar servicios comunes para cerca de 110.000 ciudadanos, pero únicamente limita sus funciones a la gestión de la depuradora de aguas residuales, la unidad de prevención de conductas adictivas, el centro ocupacional El Molinet y el albergue de animales. A pesar de la necesidad de un organismo de estas características, el desinterés político, el excesivo individualismos y localismo de los pueblos que la integran conlleva que no haya una estrategia conjunta que permita agilizar y gestionar de forma óptima ayudas y fondos que se podrían recibir y que repercutirían en beneficio de todos los ciudadanos.

Hoy más que nunca, en plena era de la globalización, ojalá se revitalice este organismo tan importante y necesario para todos los municipios que la integran.

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