El Poblet: sus orígenes
El Poblet es ahora un oasis de vegetación en medio de un gran
secarral en la partida petrerense de Les Pedreres. Allí donde las
piedras estaban presentes en cada uno de los bancales de secano y
también dieron fama a unas importantes canteras de piedra cuya
“materia prima” viajó a los más dispares puntos de le
península.
También fue un “oasis” para el gobierno republicano
que vivió y resistió allí sus últimos días de la Guerra Civil
auspiciada por el dictador Francisco Franco. Solamente hace falta
observar las fotos del lugar para comprender y alabar el gran trabajo
–y gran inversión- que llevaron a cabo sus propietarios. La zona
fue una partida rural de secano porque no existe ningún nacimiento
de agua cercano.
El río Vinalopó discurre relativamente cerca pero
sus aguas son salobres y no aptas para el riego. El único líquido
de regadío que llegaba a la zona bastante mermado por culpa de las
caducas conducciones era el del nacimiento de Caprala situado a
varios kilómetros. Sin embargo, con esa agua comenzó su
transformación: de erial a oasis.
Hipólito Navarro Villaplana que
ejerció altruistamente de Cronista Oficial de la Villa durante
muchos años realizó un gran trabajo de investigación sobre esta
zona del territorio petrerense incluso antes de que estuviera en el
“punto de mira” de los medios de comunicación por ser la última
“capital” de la República española. Esa que nunca fue
reconocida durante décadas y que los historiadores oficiales siempre
atribuyeron a la vecina población de Elda hasta que –
precisamente- un eldense, el historiador Valero Escandell lo puso en
el mapa e hizo justicia.
A principios del siglo XIX –hace más de
doscientos años- se levantó la primera casa en la zona, cuando la
carretera que “llevaba” a Madrid o Alicante era casi un camino
plagado de curvas y de un firme deplorable. Eran tierras de secano
pero fértiles. Allí levantó la primera casa Jaime Tortosa,
bisabuelo de Matías Bernabé Tortosa y “retatarabuelo” de una
conocida familia petrerense.
Después se edificaron otras casas y de
ahí su nombre: el Poblet. En aquella época era habitual que las
viviendas y otros servicios ligados a la agricultura del extrarradio
de la población se centraran en puntos determinados de cada partida
rural. Es el caso de Caprala, el Palomaret, Salinetes, Catí,
l´Alamadrava, Puça o Rabossa, por poner solamente algunos ejemplos.
Concretamente, en el Poblet se llegaron a construir hasta nueve casas
distintas con sus correspondientes servicios de eras, cambras,
lugares para guardar la leña y, por supuesto, los servicios propios
de una casa rural. Jaime Tortosa antes de morir vendió una parte de
la finca a Vicente Amat y a su hermana Dolores Amat que estaba casada
con el Abogado y miembro de la audiencia Joaquín Izquierdo, quienes
gracias a su poder adquisitivo compraron buena parte de la finca y
levantaron una gran mansión de recreo que en su mayor parte todavía
se conserva, así como también un gran jardín que diseñaron ambos
en el que se incluían muchas áreas de esparcimiento, zonas con agua
e incluso espacios “de contemplación” montados sobre los
árboles.
“El Poblet” es, sin lugar a dudas, el espacio
recreativo más lujoso y “aparente” de cuantos existen en el
conjunto del término municipal potrerense y de los pueblos cercanos.
Un lugar muy especial y con mucha historia. Vicente Amat fue un
hombre muy emprendedor que montó una empresa eléctrica en la
cercana población de Sax. No le fue bien, se arruinó y no tuvo más
remedio que vender su finca.
El comprador – Plácido Gras- un
alicantino que a lo largo de los años quiso mantener su anonimato
sobre esta propiedad que poco a poco fue engrosando su superficie
gracias a la adquisición del resto de las casas y tierras que
conformaban el primitivo “Poblet”. Plácido y, posteriormente,
sus dos hijos siempre guardaron su intimidad. Nunca permitieron la
visita de gentes del pueblo y, por supuesto, de periodistas o
personas vinculadas al mundo de la comunicación.
A principios de los
años ochenta, cuando El Carrer en sus inicios quiso realizar un
reportaje sobre la finca se nos negó la entrada a la casona y la
visita a los jardines. Eso sí con muy buenos modos y mucha
educación. A lo largo de los años se ha especulado mucho sobre
esta zona tan peculiar del término potrerense. Incluso se llegó a
asegurar que en el garaje situado en una especie de semisótano
todavía se conservaban tres magníficos automóviles importados de
Alemania en la década de los años veinte del pasado siglo.
El
“secretismo” de “el Poblet” lleva aparejado a muchas
especulaciones y leyendas. Abrir sus puertas a la ciudadanía sigue
siendo una asignatura pendiente que, desgraciadamente, lleva ya
demasiados años esperando.
INSPECTORES DEL CATASTRO
Era tal el mutismo que durante muchos
años ha “envuelto” al Poblet que las gentes del pueblo no sabían
de su existencia. Fue hospital infantil en los primeros años de la
Guerra Civil. Finca particular e “inexculpable”. También plagada
de demasiadas leyendas y de historias muchas veces inverosímiles y
plagadas de fantasías.
Recuerdo que la última – y más
gratificante- vez que estuve en El Poblet fue a mediados de los años
noventa. Una compañera de Radio Petrer y yo nos hicimos pasar por
inspectores del catastro y pudimos recorrer prácticamente toda la
finca exterior de la gran casona. Debo confesar que con la gran
vivienda no nos atrevimos. El resto de las instalaciones fueron
impactantes. Es una lástima que no se puedan visitar.