Por: OCTAVIO JOVER RUBIO
Qué lástima que el recuerdo
sea el único camino para llegar hasta ti,
para que mis manos que son aire
rocen tu cara,
para que mis labios que son agua
mojen tus besos.
Qué lástima que ya no estés aquí
en todo,
que ya no estén tus palabras
para llenar mis páginas.
Ni tu sonrisa
para sonreírme el día.
Qué lástima que mis lágrimas del cristal
dibujen tu nombre
y sea tu olvido mi única compañía,
que para buscarte persiga
la sombra de tus besos
y al abrir mis manos
aún queden huellas de tus dedos.