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viernes, 17, mayo, 2024
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En…caja…dos

Por: Antonio Espinosa Martínez 

Cualquier negocio, por el simple hecho de serlo, obliga a “hacer caja”, sobre todo si es de venta o servicio al público; una de las infinitas formas o modos de cajas. Cuando se cita caja lo común es pensar en una pieza que sirve para colocar dentro alguna cosa, si bien cajas, en el sentido amplio hay muchísimas. Casi cualquier cosa cabe en una caja y puede haber cajas casi para cualquier cosa. No se trata sólo de un objeto físico; puede ser también una función, servicio, modo de hacer una cosa, etc. Caja hay, por ejemplo, como la “Caja de Ahorros”, genial para quienes puedan ahorrar. Otra, la “Caja de Reclutas”, que se abrió el siglo XVI y se ha cerrado hace tan solo unos años. Por cierto quedamos todavía unos pocos de los que nos metieron en tal Caja,  en verdad en una experiencia interesante, añorada por algunos quizá por lo sentimental.

Está la “caja fuerte”, que lo es sin necesidad de pasar por el gimnasio. Y la “caja de caudales”, sinónimo de la anterior y no precisamente de caudales de agua. La “caja de música”, antes de llave y ahora de botón. Los impresores tenían la caja alta para las mayúsculas y la baja para las minúsculas. Azorín en “Pueblo” a la caja llama costurero, con sus carretes de hilo, tijeras, alfiletero. Decíamos que la palabra caja puede tener muchas acepciones, incluso existe un pueblo al sur de Perú  por nombre Caja. 

   Una caja puede ser algo sencillo e insignificante, que nos pasa desapercibido. Para H.J.Tundidor “cosas elementales e indecisas, se ofrecen con su pura luz primera, nos dan su amor,  trascienden de manera, que a más utilidad son más precisas”. Confiemos que no se refiera a dos cajas que actualmente dominan el mundo. La  una se conoce por la caja tonta de la tele, que de tonta no tiene un pelo, aunque  es verdad que lo que toca lo estropea. Y parece, según dicen, que, en efecto, “atonta” a los enganchados. Tiene sus cosas buenas también, ¡Eh!. La otra caja es lista, esto no me lo han dicho pero lo intuyo. Porque, a ver, sabe lo que me gusta y lo que necesito; me lo ofrece,  se adelanta incluso a mis necesidades, me lo recuerda todo. Ya no necesito pensar, se lo he transferido a la caja. Me ama. Piensa por mí. Para José Bergamín entonces  existo en la caja, porque “pensar es existir”, pero, cuidado, también dice Bergamín que  “pensar es comprometerse”. Ahora que caigo, no sé de ninguna caja lista (móvil), por lo menos la mía, seguro, que esté comprometida en algo como no sea en evitarme el esfuerzo pesado de pensar y, por lo tanto, resulta obvio, comprometerme. Para J.M. Esquirol “el ejercicio de pensar transforma. Es una experiencia –dice- que no deja las cosas como estaban”, es decir, compromete. Zygmunt Bauman atornilla la cosa asegurando que “cualquier compromiso a largo plazo augura un futuro de obligaciones que inevitablemente restringen la libertad de movimientos”. No es que Bauman defienda esta tesis sino que se limita a mostrarnos lo que nos depara el mundo de la modernidad líquida que tan bien conoce y si es posible para defendernos de ella. Volviendo al pensar, Foucault aboga por que esta actitud del pensar tiene que ser crítica de todo lo que erosiona y empobrece. Y no cabe duda que las cajas “tonta” y “lista” no solo restringen el pensar, piensan por nosotros, sino que lo manipulan y agostan. La caja tonta me dice “esto es lo que hay”, pero según cómo ella lo ve y lo enfoca, está clarísimo. La caja lista en cambio se empeña en mostrarme lo que, según ella (de ahí lo de lista, se pasa de lista) estima que quiero y me gusta. Y subliminalmente me está sursurrando ¿para qué más? Ya tienes lo que te interesa.

   No se trata de pensar de esta o aquella manera, sino simplemente  pensar y discernir en libertad. La actualidad no es todo y sólo como nos la presentan algunos medios de comunicación. El futuro tampoco es, obviamente, como se diseña y agenda desde muy altas esferas como si no hubiera otra cosa y tuviera que ser necesariamente así. Estimo que toda resistencia a esa “actualidad” que nos regalan entraña una esperanza. Hay vida más allá de tal “actualidad”, de las estadísticas que ¿quien nos garantiza no están manipuladas en interés de las tesis globalistas?.

   No se interprete que estamos contra la modernidad, pero si, con Bauman, contra la mercantilización del conocimiento que incita a seguir formándose en concordancia con el modelo de la mercancía social, afectando a las ideas, el pensamiento, las modas y lo políticamente correcto.

   ¡Perdón, os dejo porque me está avisando el móvil (la caja lista), que me están llamando!. También tiene algo bueno ¿No?.  ¡Chao!.

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